Tercer tiempo

¿Y Benzema?

Stivel dijo esas cosas en una entrevista a doble página en AS. Los compañeros Mérida y Pose no le preguntaron al cantante, que publica Yo era un animal, por Benzema. ¿Es el mejor? Zidane lo dijo. A Zidane el fundador de Tequila lo tiene en un altar, como a Mick Jagger. Y el gran exfutbolista francés, entre los mejores del mundo, ha salido esta semana en broma a favor de su paisano. Sólo he visto una vez a Zidane tan aguerrido, y me ha parecido noble, como aquella vez, enfadado ante tanto tópico sobre su sobresaliente futbolista. Benzema irradia sabiduría del fútbol. Se le acusa de perezoso. Los artistas son así.

Una delantera difícil

Benzema convive en una delantera muy difícil de compaginar. Cristiano es una fuerza de la naturaleza, Bale es un bólido en estado de hibernación, y luego hay satélites que pugnan por sus sitios. Asensio es el que se abre paso, como en otro tiempo compitió Morata sin éxito. Cuando el problema no es Bale (porque no está), la gente se fija en Benzema, y eso es lo que lleva al cabreo a Zidane. Lineker dijo que está sobrevalorado, y ZZ estalló. El comentarista inglés no lo dijo de Bale, por ejemplo, sino del francés. El abrazo del entrenador a jugador tan criticado los honra a los dos.

La vida privada

Vivo en Madrid y nunca he visto por la calle sino a un futbolista, Xavi Alonso. Vestido con ropa deportiva, caminaba por la calle Velázquez. Vi otra vez al mismo futbolista, antes de irse al Bayern, en el restaurante Tomate, de la calle Fernando VI. Y ya no vi jamás en la ciudad a ningún futbolista en activo. Y a Raúl González lo vi, hablando por el móvil, en el cuarto de baño de un italiano. Escuché en El Larguero de Carreño a Antón Meana diciendo que había cenado en el mismo sitio que Bale y me sorprendió. Siempre tuve la sensación de que los futbolistas se evaporaban antes y después de los partidos.

¿Y Messi?

Quizá es el más privado de los futbolistas. Esos partidos que hace son extraordinarios: sólo hace lo que le toca hacer, pero ni hace aspavientos ni se condecora a sí mismo. Ha participado en la hechura de quinientos goles, nada menos, escuché en Carrusel. Es como los Beatles, dijo Stivel; pero como Los Beatles cantando Yesterday. Es jugador de tango, no de rock. Lo vi una vez, a bordo de un tren, y se agarraba a las barras. Debía tener veinte años, y a su alrededor todos sus amigos hablaban al mismo tiempo. Él habla como juega: en silencio, su voz es la pelota. Y sonríe también cuando el éxito no es suyo.

Cuesta abajo

A Míchel le tengo una enorme simpatía; a veces se le fue la lengua más allá del razonamiento, pero es simpático y articulado, ingenioso y distinto. Que aguante tanto siendo el último, no ganando nada, cuesta abajo, y de ello haga una filosofía, es un mérito enorme. Un héroe. Mientras que a Berizzo, que ha ganado tanto, el Sevilla le está calentando la manzanilla. Ganar no basta, hay que ganar siempre. “El fútbol es irracional”, dice Stivel. A Valverde, que lo ha ganado todo en Liga y Champions no le perdonarían una derrota. Y sin embargo a Michel lo dejan intacto. Es muy listo.

Pero está Asensio

¿Una sorpresa el banquillo de Benzema? Zidane es la diplomacia del fútbol, un embajador. Le calentó el oído a su compatriota, le preparó la tumbona y lo dejó descansar cuando más elogiado había sido. Y puso a Asensio en su lugar; no es el mismo fútbol, es otra estética. Benzema es, también, un jugador de Yesterday, como Isco, y Asensio se acerca más a la eficacia de los Rolling, o de Tequila, un poco como si fuera un jugador aventajado del Cholo, un cómplice de Sergio Ramos. A Zidane le importa regular el ritmo, y acaso el de anoche fue el partido en el que enseña sus artes, no todas futbolísticas sino diplomáticas.