Sampaoli pide paciencia: paz ciencia

Su proceso de cuatro partidos puede desembocar hoy en una victoria o en una derrota que dolerá a los argentinos como duelen los grandes tragedias, y no solo las del tango. Con los argentinos enfermos de futbolitis y exitismo, no cabe en el diccionario futbolístico la palabra fracaso.

Tampoco la Paciencia, por eso sea lo cuestionó al entrenador. Solo sirve el resultado si es una victoria. Y cuando hoy la pelota empiece a rodar los argentinos por primera vez, exigirán ganar de cualquier manera para estar en Rusia, desencantados incluso del buen juego devenido en urgencias.  

En la Argentina todavía creemos que somos el granero del mundo porque en nuestra pampa fértil crecen los mejores cultivos y se alimentan las mejores vacas. Esa imagen paralizada en los años 40´forma parte de la mitología nacional. Como también que somos la tierra más fertil del mundo en futbolistas. La historia dice que aquí nacieron tres de los mejores del mundo: Alfredo Distefano, Diego Maradona, y Lionel Messi. Y con ese argumento y dos Copas del Mundo, ya con basta para sacar chapa de candidatos a ganar todos los mundiales y todas las competencias. Lo que nos cuesta a los argentinos es convencernos de que el fútbol también necesita la paciencia de los procesos para conformar equipos competitivos. Quizás sea la única y dolorosa enseñanza que se pueda aprender del partido de hoy frente a Ecuador.

Desde que Diego fue penalizado en el mundial 94´ por consumir efedrina, poniendo fin a su etapa como jugador en la Albiceleste, los argentinos no han dejado de esperar al Messias. La ansiedad de esa búsqueda llevó a poner en ese altillo a jugadores de la talla de Ariel Ortega, Pablo Aimar, Javier Saviola y Carlos Tévez, solo por nombrar algunos.

En 2005, Hugo Tocalli encontró al Messias, y lo convenció con José Pekerman de jugar en la Selección Argentina. Desde entonces hasta hoy, Lionel Messi ha sido dirigido por nueve entrenadores en 12 años, sin que ninguno encontrara la formula para que el Diez juegue como lo hace en el Barcelona. Acaso Alejandro Sabella y Tata Martino, fueron los procesos más largos y los que lograron los mejores momentos del Diez con la celeste y blanca. Pasaron muchos compañeros en la selección, y en ninguno encontró la complicidad de Xavi Hernandez un jugador que el crack argentino reconoce como el mejor socio que tuvo para construir su juego.

Se intentó con Di Maria haciendo de Iniesta, Banega o Gago haciendo de Xavi, Biglia incluso haciendo de Rakitic, y hasta con Mascherano jugando de Busquets, y se probó con Higuain haciendo de Luis Suarez, hoy Benedetto. Pero Argentina adolece de falta de volantes con capacidad para distribuir el juego con panorama y velocidad, y lo sufre Messi. Tampoco tiene Argentina laterales con la iniciativa de romper defensas. Y el crack se ve obligado a alejarse de su zona de hábitat, el área contraria. Es probable que muchas veces esto suceda por motus propio pero también porque no le llega la pelota. Nunca hubo un plan, un proyecto para aprovechar el mejor jugador del mundo.

Los dirigentes de la AFA dinamitaron el mejor proyecto e formación de juveniles para la Albiceleste y toda posibilidad de sembrar en el predio los futbolistas que permitieran un recambio generacional menos traumático.

Pero un país forjado en las antinomias discutió a Messi. Responsabilizó al Diez. Y el Diez, siempre comparado con Maradona, al que siempre se le reclamó la gesta histórica de ganar un mundial, nunca sintió el apoyo total de su pueblo. Tampoco de sus entrenadores ni de sus compañeros. Hoy se reza a Messi, mañana se lo castiga, pasado, se lo extrañará.
El partido de hoy puede ser una enseñanza para los argentinos que desprecian la paciencia. Un doloroso aprendizaje. Cualquiera sea el resultado Argentina habrá desperdiciado los mejores años de Messi.