Mr. Pentland

Míster Pentland fue justo lo que la mayoría llevamos dentro: un entrenador. El precursor y más innovador. Este rincón tratará de su gremio. De los inicios, las trayectorias y las anécdotas de sus sucesores. Modestos y profesionales. Españoles y foráneos. De club o seleccionadores. Bienvenido. Pase y tome asiento.

Autor: Alfredo Matilla

MISTER PENTLAND

Heynckes y la esperanza

Yo antes me reía cuando ponían el Madrid en manos de un veterano de guerra como Arsenio Iglesias y desconfiaba de la Selección entregada al ‘jubilado’ Del Bosque.

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Heynckes y la esperanza
DANIEL KOPATSCH EFE

La vida es aquello que transcurre entre el periodo en el que eres un crío y quieres ser mayor de edad para beber, votar e independizarte, y la época en la que vas cargándote de años y empiezas a tomar té verde, te conviertes en apolítico y pagarías por volver a la casa de tus padres. La vida pone a cada uno en su sitio. Cambia las mentalidades e invierte las prioridades. Yo antes me reía cuando ponían el Real Madrid en manos de un veterano de guerra como Arsenio Iglesias, hacía chistes sobre el Betis del ye-yé Chaparro y desconfiaba de la Selección entregada al ‘jubilado’ Del Bosque. Ahora, celebro por todo lo alto nombramientos como los de Jupp Heynckes. 72 años para entrenar, aunque haya que domar a Arturo Vidal en todo un Bayern, no son nada.

Mi transformación es la de otros muchos; exadolescentes de casi todo lo que ya suponga esprintar, cercanos a las crisis que marca el maldito cumplimiento de décadas o inmersos en algunos de esos abruptos baches que encienden las alarmas del pelo o los abdominales. Y nos está bien empleado recoger lo sembrado. La sociedad en la que vivimos, y que nosotros construimos a base de sufragios y silencios, tiende a arrinconar sin disimulo a nuestros mayores, sin preguntarles ni valorar sus dotes o experiencia, con tal de poner una roída, inestable y desteñida alfombra roja a la juventud más vigorosa pero inexperta. Los banquillos, como los telediarios, han sufrido esta agresiva mutación. Así, la consecuencia ha sido el aumento de los descontentos: unos por verse empujados a jubilarse pronto y mal y otros al comprobar la cantidad de becas ofertadas sin futuro. La excusa para esta renovación laboral que ha llegado al fútbol se encamina (dicen) hacia la mayor competitividad y premia (se supone) a los más adaptados. Pero en realidad se trata básicamente, como plan bien urdido, de abaratar costes para pagar la mitad de dinero a los que invierten ahora el doble en preparación. Calleja cobra unos 500.000 euros en el Villarreal cuando Pellegrini llegó a ganar 2 millones.

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Heynckes, como Matías Prats (64), vienen a devolver la ilusión y la motivación a un amplio sector de la población que creyó haber tocado fondo, entre ansiedades y pastillas, en un mundo donde la esperanza de vida es de 71,4 años. El caso del alemán es bastante peculiar, porque ya estaba supuestamente retirado hace cuatro años. Él dará continuidad a la leyenda de héroes como Don Luis Aragonés, que con 69 años fue el más veterano y laureado preparador en nuestro panorama. La irrupción de Jupp en el mercado, aunque sea como apagafuegos provisional, motiva a las nuevas generaciones de técnicos que se abren hueco con méritos y poderío y, sobre todo, da alas a todos aquellos que se vieron olvidados -relegados al refugio de la escuela de entrenadores o dando la charla táctica a sus nietos arropados por las faldas del brasero-. Sé por algunos casos, e imagino por muchos otros, que hay técnicos sexagenarios que se han levantado esta semana con más fuerzas que nunca al ver también la resurrección de otros viejos rockeros como De Biasi (62), fichado para reactivar al deprimido Alavés, Héctor Cúper (62), que ha metido a Egipto en el Mundial aferrado a un portero de 44 años, y David Vidal (67), que sigue estando en todas las quinielas para dirigir a modestos. Entrenadores como Irureta (69) o Antic (68), ¿los recuerdan?, habrán desempolvado la pizarra y el chándal.

No dejo de pensar en esta moda ‘vintage’. Quizás influenciado, y para coger fuerzas, ahora que he vuelto a las aulas universitarias entre tanta y perfeccionada savia nueva. Un lugar donde, atendiendo a la norma general, mientras la mayoría bebe sin consecuencias, habla de Cataluña y piensa con quién compartir piso por primera vez, otros, a los que en un par de Mundiales nos tocará dar la vuelta al jamón, nos guiñamos el ojo al recordar el currículum de Heynckes mientras enfriamos infusiones, nos tomamos con paciencia lo del procés y miramos el calendario para saber cuándo podremos volver a la casa del pueblo por Navidad.