El Castilla de Solari se arrastra

Miro la clasificación y se me parte el alma. El Grupo 1 de Segunda B refleja una realidad incontestable: el Castilla va de mal en peor. El equipo de Solari marcha decimocuarto, a sólo dos puntos de los dos primeros equipos que están en puestos de descenso (Guijuelo y Talavera). Sabemos de sobra que la misión número uno del filial madridista es formar y desarrollar a los chavales que va dando La Fábrica, con la vista puesta en que un día puedan ayudar al primer equipo. Así fueron saliendo los Carvajal, Nacho, Marcos Llorente, Lucas Vázquez, Morata, Mariano o Borja Mayoral.

Pero el Castilla tiene una obligación, que va en el ADN de la casa, de competir al máximo y buscar la misma excelencia que siempre le pedimos al primer equipo. En el Castilla no existen las derrotas intrascendentes. El plan no era estar más cerca del descenso que de los playoffs de ascenso. Ese era el verdadero objetivo trazado desde que Solari se hizo cargo del banquillo sustituyendo a Ramis hace dos veranos (por cierto, aquel Castilla fue campeón de grupo y no subió por un arbitraje escandaloso sufrido en La Condomina). Pero nada más lejos de la realidad. La última Liga la acabamos a cinco puntos del descenso y este curso ha empezado aún peor. 

Solari fue un jugador excepcional para el Madrid y siempre admiré su versatilidad y su señorío. Pero es evidente que el Castilla se le está atragantando. Si los chavales no reciben bien el mensaje o no es capaz de motivarles para que estén a la altura del escudo que defienden, habrá que pensar en otras alternativas. Ya me mojé el verano pasado y dije que era la hora de Guti. No es una cuestión de idolatría que me lleve a apoyar la candidatura del exquisito y genialoide 14 blanco.  Es que los números hablan por él.

El Juvenil A cerró de su mano el mejor curso que se recuerde ganando todos los títulos al alcance, excepto la Youth League a la que al menos accedió tras eliminar a lo grande al Mónaco en un partidazo en el estadio Luis II. Si un coche no va bien, habrá que revisar el motor, cambiarle las ruedas o mejorar su puesta a punto. Pero cruzarse de brazos es peligroso porque luego puede ser demasiado tarde. El Castilla no puede arrastrarse por Segunda B como si fuese un equipo del montón. La historia de este club prohíbe aceptar una realidad tan dura.