El cabezota que desafió a la reina

Viaja el Betis en AVE a Madrid, camino de lo que no sabe aún será una gloriosa victoria, y las redes sociales del club verdiblanco cuelgan una imagen más que premonitoria: Quique Setién y Jon Pascua, su preparador de porteros, juegan al ajedrez. Apasionado al máximo por el escaque, Setién copió del Barça de Cruyff la profundidad del juego de posición, aplicado al césped por el Flaco con la audacia que sobre el tablero destilaron Grandes Maestros como Alekhine, Capablanca o Kaspárov. “Soy cruyffista a toda costa”, le confesó el santanderino a Catalunya Radio cuando aún disfrutaba de su luna de miel en Las Palmas, antes de decirle “no” a una muy lucrativa renovación porque los planteamientos de despacho y vestuario de la Isla no casaban con su ideario.

Porque Setién también heredó eso: el carácter indomable y las ganas de hacer algo grande que tenía y que logró Luis Aragonés. Hartos los béticos de malos resultados, lo más conservador nada más llegar al Villamarín habría sido construir un equipo sin alardes, sólido, agazapado. Pero no. Cabezota como Luis, el cántabro ensaya y ensaya, habla y habla con cada uno de sus hombres y les convence de que colocarles como piezas de ajedrez favorece la circulación de balón. Y la idea cala, tanto como para contravenir cualquier lógica del fútbol. Somos peones, estamos en el Bernabéu, es el minuto 93 y vamos 0-0... ¿puede haber algo más maravilloso que desafiar a la reina?