Cavani y Neymar, galácticos en bronca

Los Galácticos, de uno en uno. El fútbol, que vemos tan variopinto y caprichoso, no lo es más que otros ámbitos. En cada equipo, como en cada grupo zoológico, hay tensiones por hacerse con la posición dominante. En este caso no se trata de montar a la hembra alfa, sino de ocupar la portada. Un gol de penalti parece menos gol, pero es un gol. Para marcarlo hay que adelantarse, asumir el papel de ejecutor, exponerse al fallo. En caso de gol, quedas ungido del aceite sagrado y justiciero, pero hay que ser bravo y valiente para tirar un penalti, porque no es un gol seguro. Sólo entran tres de cada cuatro o dos de cada tres. Y fallarlo es exponerse al ludibrio.

Algunos jugadores rehuyen el penalti como los gatos el agua. Es una suerte para valientes, o para quienes tienen un espacio a conquistar o a defender. Este ha sido el caso de Cavani y Neymar en las primeras jornadas en Francia. Por dos veces ha habido penalti a favor del PSG. Las dos han discutido. En las dos impuso Cavani sus gónadas. Marcó uno, falló el otro. Si miramos la estadística, comprobamos que tienen parecido porcentaje de acierto en esta suerte suprema: el 82,14 % Cavani, el 80 % Neymar. Para situarnos, diremos que el porcentaje de Cristiano Ronaldo es de un 84,34 % y el de Messi, un 78,35 %. O sea: Cavani y Neymar cumplen.

¿Y por qué la bronca? He aquí un espacio que pone a prueba al entrenador. Muchas veces ha pasado en la historia del fútbol. Un jugador tira el penalti porque se envalentona y le da la gana (nos ha pasado con Sergio Ramos) pero si lo hace es porque el entrenador no ha establecido previamente con firmeza un orden: Pepe, si no, Luis, y si no, Felipe... Ese orden a veces se altera porque a Pepe le duele el pie y se lo deja a Luis, y si Luis no está lo tira Felipe. Pero si hay vacilaciones, forcejeo por coger el balón y malas caras, es que hay mal rollo. Y si dos delanteros grandes, como Cavani y Neymar, luchan por rapiñar un penalti, es que algo va mal.