Toda la presión es para Hernández Hernández

Se lleva hablando de los árbitros todo el verano y ya en la tercera jornada tenemos que desayunar con las declaraciones de Florentino en El Larguero, bastante duras y que sugieren algunos comentarios. Hacia él como emisor y especialmente dirigidos al presidente de los árbitros, que ni dice mu ni se espera que lo diga. Por no hablar de la presión que ahora tiene Hernández Hernández. Dice Florentino que el estamento arbitral tiene que mejorar, que hay árbitros a los que los partidos importantes les quedan grandes. Buena perogrullada. ¿Acaso hay en la vida algo que no sea susceptible de mejora? Lo suyo es aportar y no derruir. Por eso las críticas constructivas se hacen de puertas para adentro, proponiendo esas abstractas mejoras y no menoscabando a través de la presión mediática, porque lo único que se puede conseguir poniendo el foco en el árbitro antes del esperado encuentro es que posiblemente le salga peor. Le invito a que si tiene algo que aportar lo haga en la Federación y que si el oscurantismo le preocupa, se ocupe de informarse de las sanciones que reciben los árbitros cuando cometen errores técnicos, o que cada año bajan de categoría los dos peores.

Por otra parte, es que no estamos contentos con nada. Cuando pitaban Clos o Undiano con un par de cientos de partidos a las espaldas, se decía que ya estaban pasados y resabiados. Malo. Y cuando pita un pipiolo, malo también. ¿De dónde van a extraer la experiencia los árbitros jóvenes? ¿No fue un árbitro joven el que pitó la victoria del partido más relevante del año pasado en Málaga? Los argumentos de altura sólo me parecen válidos cuando los aplicamos a todos por igual. Por ejemplo, si hablamos de estar a la altura cuando unos jugadores profesionales pierden 2-6 en casa y 5-0 fuera, como ha pasado alguna vez. Aquí no cuestionamos su nivel, decimos que ha sido un mal día. Curioso, parece que los árbitros no podemos tener un mal día, y sólo se nos cuestiona la calidad.

Lo que realmente me toca un pie es que el presidente de los árbitros no se pronuncie. No sé, igual ha llegado ya el momento de cambiar la política del avestruz enterrando el cuello hasta el sobaco, cuando el ruido hacia nuestro colectivo es constante, enfangando el ambiente todo el tiempo. Puede que sea arriesgado que los colegiados se pronuncien por exponerse a lo mediático y haya un posible rebote en la concentración, eso habría que analizarlo, pero el señor a quien pagan por presidirlos, representarlos, liberarlos, protegerlos... ¿Qué hace? ¿Por qué no defiende al colectivo? Con gusto lo haría yo, y de hecho ya lo hago, extraoficialmente y llevándome algún quebradero de cabeza. Es increíble la desprotección que sufre el árbitro desde el primer escalón institucional, y es más escandaloso el silencio de aquél que las palabras del otro. O por qué cuando a uno le interesa hablar, al otro le interesa no abrir la boca. Da qué pensar...