Santiago Segurola

Cuatro cambios y dos destinos

Más que un buen partido, que lo fue, la ida de la Supercopa escenificó punto por punto el estado de dos equipos en una situación opuesta. El Madrid sufrió en algunos momentos del encuentro, pero siempre pareció más fuerte, contundente, seguro y fiable. No le generó un gran esfuerzo ganar en el Camp Nou, donde el Barça funcionó sin el control que antes definía su fútbol, ahora sometido a graves carencias.

El Barça jugó la última temporada con 11 futbolistas. Sin Neymar, esta vez jugó con 10. Deulofeu no intentó desbordar una sola vez a Carvajal. Prometedor a los 17 años, Deulofeu, que ha cumplido 23, es el típico caso del futbolista que cada año juega peor que el anterior. Se desacreditó tanto frente al Madrid que Messi y Luis Suárez no le pasaron la pelota en el segundo tiempo, aunque Deulofeu estuviera clamorosamente libre.

Valverde acertó con los cambios. Retiró pronto a Deulofeu e Iniesta, que flojeó bastante. Denis Suárez mejoró a Deulofeu y Sergi Roberto funcionó peor que Iniesta, pero los cambios estaban obligados. Era el momento de la plantilla, de medirla a una semana de comenzar la temporada. El veredicto fue lamentable para el Barça y espectacular para el Real Madrid.

Zidane sustituyó a Benzema por Cristiano y a Kovacic, que se ocupó de perseguir a Messi, por Asensio. La distancia que le sacó el Madrid al Barça con los cambios fue sideral. Cristiano y Asensio marcaron los dos últimos goles del Madrid, dos maravillas que sólo están al alcance de los mejores futbolistas del mundo. Asensio, por raro que suene a algunos, es más que un apunte de figura. Es un jugadorazo.

Cristiano salió más beneficiado que nadie de la gira americana del Madrid. No jugó un minuto, pero nadie se atrevió a asumir su liderazgo, su fiereza competitiva y sus goles. En el campo, Cristiano se dejó sentir desde su ingreso. La delantera tenía otra vibración con él.

Asensio explicó en media hora todo lo que Bale no sabe hacer. Se mueve por el campo con astucia, se desmarca con inteligencia, encuentra soluciones sencillas a las situaciones difíciles, comprende las necesidades del juego en todo momento (no hubo mejor jugada en el partido que la exquisita maniobra de Asensio y su maravilloso pase a Cristiano que desencadeno el incidente en el área con Umtiti), rinde en varias posiciones, tiene un cañón en el pie izquierdo y no se altera jamás. Ni suda. Parece Federer con botas.

La única buena noticia para el Barça es que conoce el diagnóstico y la magnitud de sus problemas antes de comenzar la temporada. Otra cosa es que se equivoque en el remedio. Un día después de la derrota ante el Madrid, anunció el fichaje del brasileño Paulinho (29 años), un jugador de mucho recorrido: ida y vuelta a Brasil después de su flojo rendimiento en el Tottenham, un par de temporadas en China y el fichaje por el Barça. Jugador poderoso, abnegado, pegador, dispone de un buen tiro de media distancia y de un cierto olfato para sorprender en el área. Por cierto, a pesar de las comparaciones que se han establecido, su estilo es muy diferente al de Keita, un centrocampista bastante más sutil.

El Barça necesita fichar, pero tendrá que hacerlo mejor que en el último año y medio. Antes de contratar a Paulinho. Se ha gastado 225 millones en los dos últimos años: Cillesen, Aleix Vidal, Umtiti, Digne, André Gomes, Denis Suárez, Alcácer, Arda Turan y Semedo. Sólo dos (Aleix Vidal y Umtiti) fueron titulares frente al Madrid. En términos generales, la inversión ha sido carísima y nefasta. El Barça no puede permitirse otro fracaso parecido en el mercado. Quedó muy claro en la primera edición del Clásico esta temporada.