Marc Márquez nunca se rinde

Carrera tan emocionante como sorprendente la de MotoGP en Austria. El desarrollo de los acontecimiento ha sido inesperado, contrario por completo a lo que apunta la lógica de los neumáticos. Las Ducati, con el compuesto más blando en su rueda trasera, no consiguieron abrir brecha cuando debieron hacerlo, en las primeras vueltas de competición; las Honda, por el contrario, disfrutaban de ventaja teórica en los compases finales al montar el compuesto duro y tampoco ha sido así. El resultado de este desbarajuste ha sido una desenlace vibrante, con Dovizioso y Márquez jugándose la victoria hasta la última curva. El italiano de Ducati intentando seguir vivo en el Mundial; el español de Honda olvidándose de su liderato para buscar otro triunfo. Y es que Marc nunca se rinde, al menos mientras ve posibilidades.

Márquez se la ha jugado mucho con esa maniobra definitiva, un intento arriesgadísimo justo antes de la caída de la bandera de cuadros. Le ha salido bien porque tanto su rival como él han cruzado esa línea de meta, porque hubiera sido igualmente factible que ambos acabaran por los suelos. Un adelantamiento en un sitio imposible, por eso no ha podido consumarlo, que demuestra que el ilerdense no entiende de límites, que es capaz de probar cosas increíbles. Todo un regalo para los aficionados, que estamos disfrutando de una temporada apasionante, no hay un favorito incontestable al título a estas alturas de año. Por el contrario, el cuarto de Lorenzo me ha sabido a poco, este escenario era el ideal para aspirar a otro podio y quedarse en puertas mientras su compañero gana no es el mejor balance.