Ibargüen-Rojas: duelo espectacular

La historia del atletismo está llena de grandes duelos. El último que ha explotado en la pista es el de Caterine Ibargüen contra Yulimar Rojas, en triple salto. Colombia contra Venezuela. La veteranía frente a la juventud. La maestría técnica frente al diamante sin pulir. Pero algo en común: son producto de la sabiduría de técnicos cubanos: Ubaldo Duany e Iván Pedroso. Anoche el duelo volvió a ser espectacular, como en los Juegos de Río, pero esta vez ganó Yuli. Prácticamente en cada ronda cambiaba la líder de la prueba. Al final, Rojas, que entrena en Guadalajara, superó en dos centímetros a Caterine Ibargüen. Atletismo en estado puro. Aunque esta vez no pasaran de los 15 metros, estoy seguro que el récord del mundo, ya muy antiguo, de Inesa Kravets, tiene predestinado una nueva poseedora en breve, Rojas o Ibargüen. La primera, una altísima saltadora de 1,92 m., por el inmenso talento que atesora. Ibargüen, por su capacidad competitiva, porque nunca se rinde, porque supo salir de dos agujeros negros en su vida, el primero en su pobre y triste infancia, y el segundo cuando no abandonó el atletismo a pesar de estar muchos años sin destacar internacionalmente. Seguir luchando hasta el final. Esa es la clave.

Y unas palabras para el drama de Ana Peleteiro en el foso. Vivió en menos de cinco minutos la gloria de ser finalista y saltar más que nunca en su vida (14,23 m.) y el dolor de una lesión en la caída en el aterrizaje en el siguiente salto. Un contraste brutal. Pero el éxito de Ana no lo puede borrar nada. Ni las lágrimas de dolor que al final acabaron humedeciendo la arena en Londres.