Escribá, éste sí es el Villarreal

Sporting vs Villarreal

Escribá llegó de rebote a Villarreal y tuvo que heredar un equipo confeccionado por Marcelino. Esto es: jugadores obsesionados con el orden, con no encajar, con presionar arriba en un estricto 4-4-2 y con explotar la contra. Intentó bandear como pudo la previa de la Champions y se la pegó ante el Mónaco. Pero en cuanto pudo, sin superarse aún la depresión, intentó moldear el grupo a su gusto en busca de otro aire, con más combinación y con variantes de sistema. No es casualidad que en los días crudos apostara por su 4-2-3-1 (Bernabéu y San Mamés) o pusiera a Pato, más mediapunta que 9, al lado de Sansone (Sevilla). Aunque estuvieran disponibles otras balas como Bakambu o Santos Borré. Su mensaje no caló y, claro, se atascó.

El Villarreal, más allá de su trabada clasificación en Europa y la racha en LaLiga (cuatro derrotas en poco más de un mes), no era reconocible. Como el Atleti, andaba confundido entre lo que hacía y lo que quería hacer. Y eso inquietaba al hincha y, sobre todo, a los Roig. Sólo el colmillo atrás (es el menos goleado) seguía intacto. Hasta esta bendita jornada. Escribá insistió ante su exequipo en ese deje por reforzar la medular (Pato de nuevo, y luego Rodri por él), pero pareció decirle a sus chicos, “hagan lo que sabían”. El Submarino volvió a morder, a castigar el fallo ajeno y a correr como si lo fueran a prohibir. Así, Escribá por fin tumbó a un grande tras 21 intentos y permitió a El Madrigal celebrar que ha recuperado a su añorado equipo.