El Madrid saltó a San Mamés con el viento en popa: el Barça perdía en el descanso de Balaídos. 2-0. Conocidos los antecedentes del Celta, que lleva tiempo jugando muy bien, era predecible la derrota del Barça, que en efecto se plasmó en un 4-1 final. Más viento de popa tuvo el Madrid al encontrarse en el minuto diecinueve con el 0-1, un regalo por doble atarugamiento de Gorka Iraizoz y San José. El primero sacó donde no debía, el segundo se atocinó y devolvió corto y mal. Benzema, atento, se coló y marcó. Fue la primera equivocación de un partido hasta entonces apretado y sin descuidos.

Luego habría más, una por cada lado, que serían castigadas con sendos goles. Y alrededor de esos tres goles,  nacidos de descuidos (aunque ninguno como el primero) un partido bravo, de pierna dura, pasión en la grada y gran medida de los dos equipos. Formidable el Athletic en su interés y en su juego, en un partido en el que fue casi siempre por detrás en el marcador, pero no se afligió más que los primeros minutos tras el 0-1. Y magnífico el Madrid, en especial en la segunda mitad, en la que el partido fue creciendo de minuto en minuto, sin más notas discordantes que los líos de Mateu Lahoz.

Casi puede decirse que al Madrid lo que menos le funcionó fue Cristiano, que además acabó dañado y agotado. Modric dio otro curso, Kovacic justificó su titularidad con un juego que empezó por ser aseado y terminó por ser muy bueno. Creció más cuanto más creció el partido, lo que habla muy bien de él. Y cuando se asoma el área es peligrosísimo. Magnífico Benzema, que hizo lo suyo y lo de Cristiano (los dos goles). Y formidable Varane, con su llamativa velocidad. Un gran partido en un gran marco y tres puntos para el Madrid, que cuando paró el viento de popa supo seguir por sus medios.