A falta de Messi, tuvimos una gran final

Xavi levantó la orejona, el tercer trofeo en catorce días. Gloriosa despedida de un jugador único, que se va dejando un ejemplo y un reguero de títulos. Eje del juego durante muchos años, suplente discreto este último. Se va Xavi, pero el Barça se ha reconstruido sin él. Con otro estilo, con un juego más rápido y menos meditado, pero con la misma eficacia. Empezó el curso mal, entre dudas y discusiones, pero ha ido a más, ha jugado este año 2015 cada mes mejor que el anterior y se ha hecho con tres títulos, que abren la puerta de otros tres posibles. Y se ha hecho con su quinta Copa de Europa.

El Barça era claro favorito, pero ¡qué duros de pelar son siempre los equipos italianos! Tras una ventaja rápida del Barça, que hacía presentir goleada, la Juve se mantuvo en pie, aguantando como podía atrás, soltando contraataques, siempre con Morata como feliz referencia. Así llegó al descanso y al regreso de él incluso mejoró. Morata marcó, haciendo acariciar el sueño a los madridistas. Y entonces vimos al Barça pasarlo realmente mal un largo rato. Salió de la pesadilla gracias a un penalti no pitado y al inmediato contraataque, culminado por un tiro de Messi que rechazó Buffon y Luis Suárez remachó.

Fue la única acción brillante de Messi, que hizo un partido menor. Quizá por eso la Juve aguantó viva hasta el final, cuando ya expirando el descuento Neymar remachó el marcador. Sólo entonces pudo darse por terminada una final emocionante, que corona al Barça pero deja en buen lugar a la Juve, capaz de hacérselo pasar mal a un equipo que venía avasallando. Mención especial merece Morata, que está para cualquier cosa, y cuyo destierro en Turín para proteger a Benzema se entiende peor cada día. Y elogios todos, por una final hermosa, luchada, llena de jugadas de área. Una final para recordar.