Pleito de Blatter con el fútbol femenino

La FIFA tiene dispuesto que el Mundial de fútbol femenino de este verano, que se celebra en Canadá (y para el que se ha clasificado por primera vez España) se juegue en campos de hierba artificial. Las chicas protestan y tienen razón. Lo consideran innecesario, despectivo y feo. El fútbol femenino tiene un amplio desarrollo ya en muchos países, incluso aquí va despertando (a ver si se anima Florentino, eso sería un gran empujón) y no admite esa ocurrencia de organizar su mundial en una superficie artificial, buen recurso para ciertos niveles y latitudes, pero cosa inapropiada para un Mundial.

Los pretextos han sido singulares. Se ha llegado a decir que eso es bueno por el clima de Canadá. ¡Pero el Mundial es en junio y julio! Las chicas han presentado demanda ante el Tribunal de Derechos Humanos de Ontario por discriminación de género. Entre las 61 firmantes están las dos últimas ‘Balón de Oro’ y nuestra estrella nacional, Vero Boquete. La respuesta de la FIFA es desoladora: enredar el caso, negando competencia al tribunal e invocando al TAS. Al tiempo, varias chicas reciben amenazas más o menos veladas para que se retiren de la demanda, sin lo que se expondrían a no ser seleccionadas.

La desconfianza del hombre hacia el fútbol femenino no es nueva. Tras la I Guerra Mundial el fútbol femenino, que recaudaba para víctimas de guerra, llegó a alcanzar tal popularidad en Inglaterra que la FA les negó el derecho a jugar en los mismos campos que los hombres. Corrieron todo tipo de infamias: que eran hombres disfrazados, que a las que no lo eran el fútbol les producía esterilidad, que cobraban de forma encubierta... Las chicas llegaron a crear en 1921 su propia federación. En 1978, la FA las readmitió y en 2008 incluso emitió un comunicado de disculpa histórica. Es bueno que lo sepa Blatter.