Ojo de halcón, spray y lo de toda la vida

Dos novedades arbitrales nos ha dejado este Mundial: el ‘ojo de halcón’ y el spray en las faltas. El ‘ojo de halcón’ tiene su enjundia porque es, digamos, la primera concesión del fútbol al arbitraje tecnológico. Está destinado a resolver una jugada que muy raras veces se ha dado, el gol fantasma. Raras, pero sonadas, claro. Ha resultado llamativo como novedad, tiene plena credibilidad y cuando haya una duda gorda la podrá resolver. Su utilización en el Mundial, frente a la solución de los jueces auxiliares de fondo en las competiciones de la UEFA, responde al feo combate entre Blatter y Platini.

Aparte de que me guste más o menos el ‘ojo de halcón’, que sin duda sí ha servido para poner a correr un buen dinero y unas comisiones, lo que no me gusta es que para cosas así no haya un mismo criterio. Si las tensiones entre Blatter y Platini llevan a distanciar el fútbol UEFA del fútbol FIFA, habrá mucho que reprocharles a ambos. Por lo demás, el spray, que ya hace mucho tiempo se estrenó en Argentina, me pareció bueno y útil. Y eso sí ha venido a resolver un problema frecuente. Deseo verlo en España ya, pero resulta que Sánchez Arminio no es partidario. Que quien sea le convenza. Sólo faltaría.

Por lo demás, hemos visto en general un arbitraje tirando a bueno pero con los defectos de siempre. El ‘ojo de halcón’ y el spray son novedades periféricas, ‘magufis’ que no deben hacernos perder de vista lo principal. Se ha seguido barriendo para casa y para los grandes, se ha dejado pegar a unos más que a otros, ha seguido habiendo ricos y pobres. A última hora, ese centímetro que les ha faltado a selecciones emergentes ha sido el que les ha negado el árbitro para dárselo a la grande de turno. Con tecnología y con spray, sigue habiendo quien manda más y quien manda menos. O no manda nada.

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