Fue otro partido de gloria. Esto sólo es comprensible desde esa rivalidad centenaria e imposible. La épica y el drama. Betis y Sevilla. Igual alguien empezó a entenderlo anoche, pero esto empezó antes y así ha sido siempre. Casi irracionalmente, el Sevilla se planteó remontar una eliminatoria pintada de verdiblanco en la ida. Así lo trabajó toda la semana. A Monchi, el creativo del vídeo del “Dicen que nunca se rinde”, se le ocurrió a Ramón, portero suplente de Luis Aragonés. El Sevilla no quiso escoger el perfil víctima. Prefirió ganador por hechos, campeones en 2006 y 2007. Y por esencia. El Sevilla lo vive así.

El Betis fue bravo. Inferior en la teoría, había alquilado la eliminatoria, que descansaba en un apartamento de Heliópolis desde hacía una semana. El Betis sabía que sufriría, posiblemente tanto como hasta el 0-2. Si había alguien preparado para los penaltis, que lo diga. Luego empezó el drama. Todo lo que se pueda contar de los penaltis sólo es entendible si ves el partido con gente que mamó esta cuento maravilloso desde chico. La historia dijo Sevilla. Esta historia continúa. Es única. Y será, aunque nosotros ya no lo vivamos, eterna.