Lorenzo debió presionar hasta el final

Lorenzo debió presionar hasta el final

Con la perspectiva de lo ocurrido que ofrece una jornada para la reflexión y el análisis, sigo sin tener muy claras cuáles fueron las razones que empujaron a Jorge Lorenzo a cambiar de táctica sobre la marcha en la decisiva carrera de MotoGP del pasado domingo en Cheste. Era obvio, y así lo habíamos venido anticipando durante la semana, que el mallorquín debía forzar una pugna en grupo para intentar que, de algún modo, el fragor de la batalla pudiera afectar al favorito claro, Marc Márquez. Ése fue el planteamiento inicial del líder de la prueba, ralentizando con maestría el grupo a la espera de que otros pilotos pudieran sumarse a lo que tenía todos los visos de convertirse en un duelo a tres bandas, con los mismos protagonistas del resto de la temporada: los dos aspirantes al título y Dani Pedrosa.

Así fue como Lorenzo provocó cierta incertidumbre frenando al pelotón, obligando a Pedrosa a arriesgar en su ambición de ganar la carrera y con Márquez a la expectativa pero incómodo por cuanto estaba sucediendo justo delante de él. Lamentablemente para Jorge, su compañero Rossi tampoco tuvo un día inspirado y ni siquiera a ese ritmo lento fue capaz de entrar en la quiniela del podio (porque resultaba evidente que Bautista, piloto de Honda, no iba a meterse en líos). Y en ese instante decidió marcharse en solitario hacia un triunfo que dejaba en una posición mucho más confortable a su rival. Márquez comenzó a rodar también a su aire sin problemas, permitió pasar a Pedrosa y se dedicó a completar las vueltas que le separaban del título. Creo, sinceramente, que Lorenzo debió seguir buscando complicaciones, alternativas, opciones hasta el último metro de la última vuelta, porque ése era el único modo de provocar un fallo del que ya hoy es nuevo campeón de MotoGP.

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