Un portero, fútbol y mucha fe

Un portero, fútbol y mucha fe

La primera vez que se dejaron caer por La Rosaleda el símbolo de estrellas y la celestial música de la Champions, el Málaga decidió tirar a la papelera los complejos y la etiqueta de equipo novato que tanto suele arredrar en escenarios de semejante tronío. Y aquí se ve, con el último baile de gloria aún por llegar y con su candidatura a las semifinales de la mejor competición de clubes del mundo indemne. No es el Dortmund un rival cualquiera. Pueden preguntarle al Madrid de Mourinho y del estratosférico Cristiano. No es fácil sobrevivir al vertiginoso ritmo que impone el rodillo amarillo de Klopp. Un equipo que ha zarandeado por momentos a cuantos rivales ha tenido delante y al que se le hicieron demasiado largos los 90' de anoche en La Rosaleda. Tiene fútbol y capacidad de sufrimiento el Málaga. Pero también un portero mayúsculo y un corazón y una fe irreductibles.

Se marchó advertido ayer el Dortmund de Málaga. Sin Hummels, cuya presencia en la vuelta parece complicada, los alemanes tienen un agujero en el centro de la zaga que alimenta el sueño blanquiazul. Joaquín vuelve a estar on fire, a Baptista siempre le fueron las grandes batallas y a Götze será difícil que se le olvide la cara de Caballero. La caliente SüdTribüne aguarda inquieta. Málaga vuelve a ser un clamor: "¡Sí, se puede!". Meterse en las semifinales ya no es una utopía.

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