Cuando le falla la voz, La Rosaleda canta con el corazón

Cuando le falla la voz, La Rosaleda canta con el corazón

No se miente. Una máxima que todo padre inculca: no se miente. La mentira: recurso cobarde con más riesgos que ventajas. Estos días, quienes sentimos el deporte, sufrimos un desengaño. Duele saber que a quien has admirado fue un espejismo. Nunca sabremos el verdadero talento de Armstrong. Pero el deporte brinda remedios rápidos y hoy el fútbol, en Málaga, es la cura. Medicina hecha con la fe de una plantilla, un arquitecto, una filosofía de juego creativo y un cántico unánime desde la grada. El Málaga está marcado por el inconformismo de una clase obrera que aspira a la gloria que tantas veces ha vivido su rival, el Milán.

La sombra del gigante. "No soporto más a los futbolistas", dijo Giovanni Galeone y se fue a casa con su tabaco y su libro de Prévert. El Profeta, pionero en el uso del 4-3-3, acuñó el Calcio Champagne y entrenó a un tal Allegri: "Ha sido importantísimo, nadie nace enseñado". Coincidieron en el Pescara, ahora en descenso, con 7 puntos, como el Milán. Un día Allegri abandonó la senda de su mentor "ahora todo gira en torno a un jugador", acertó Galeone. Ibra era el pivote de un equipo en el que Pirlo no cabía. La visión telescópica del dos veces campeón de Champions no agradaba al sueco, no siempre le buscaban sus pases. Andrea, ahora, aspira a todo en la Juve. Ibra no miró atrás, se fue a París, a ver si allí gana su Orejona. Es la génesis de la desorientación de Allegri, en el peor arranque rossonero en 70 años. Pero, ya saben, no se fíen de un jabato herido.

Más que un equipo. En Genalguacil, un pequeño pueblo de la Serranía de Ronda, cada lunes María Urda y su hermano tenían una misión: que alguien les llevase el AS Color. "Ya me gustaba mucho el fútbol", era raro en los 70 en una chica. En 1980 se había trasladado a la capital y su jefe le pidió que le echase una mano por las tardes con las fichas de los chicos del fútbol base del Málaga. Tras el Mundial 82 se encargó del primer equipo. Tres reformas, diez presidentes y cientos de jugadores después es la Jefa de Protocolo, se encarga de que Julio Iglesias o Banderas estén a gusto en La Rosaleda. Le marcó Juan Cortés, exgerente, y su "no me moriré sin ver al Málaga en Champions y ahí sigue", confirma entre risas, mientras hace Tetris con los invitados para el partido convencida de que "ganamos". Ella también es el Málaga. Como los cientos de aficionados que el sábado quedaron en el centro para almorzar antes del partido. Víctor Varela, jefe de comunicación, ejerció del amigo que todos tenemos, el organizador de fiestas. Hoy, ¿dónde quedamos?