De repente, el balonmano no existe. Es como si una vez lograda la clasificación para el Mundial de 2011 en Suecia, se hubiese escapado hasta el último utillero. Y que trabaje Rita, la pobre, que todos nos vamos a ver el Mundial de fútbol, porque las gentes del balonmano no son excluyentes, y hasta el otro día escuche a Claudio, que anda en el campus de la Asociación de Jugadores, opinando sobre el estado de nuestra Selección en Suráfrica.

 

La verdad, entre el fútbol y el calor, y las tormentas de cada tarde, y el chaparrón que nos riega a deshoras en las afueras de Madrid, tengo abandonado este blog. Pero es que escribir sólo por impulsos tiene esto: que si no pasa nada, que si no hay acontecimientos que te llamen la atención, te sustraes a comentar la actualidad. Y con el Mundial de fútbol todo está maquillado, difuminado y hasta escondido.

 

Eso sí, entre tanto, en esa normalidad absoluta alrededor del fútbol, tengo la sensación de que estoy viviendo acontecimientos especiales y únicos, que intento que no me pasen, por lo menos a mí, que me interesan, inadvertidos. Ni para mí, ni para los protagonistas de estas pequeñas historias personales.

 

Y entre esas historias que ahora son una línea y punto, me quedo con la ratificación de Enric Masip en el Barcelona. Tengo la sensación de que el fichaje de Raúl Entrerríos le ha valido alguna chanza, porque en la misma Selección se hacían ironías con el asunto de pagar 300.000 euros extra por un jugador que quedaba libre, pero que estaba apalabrado por el Ademar León. No diré quién ni en el caballo de la tortura, por mi honor de periodista, pero había quien decía en la Selección que él no jugaría nunca en el Barça porque su cláusula de rescisión era tan baja que no entraba en los planes de un club predispuesto al gasto.

 

Pues bien, bromas a parte, y que me lo perdone Enric, me parece un acierto mantener a Masip. Ya ha aprendido, e incluso a rectificar sobre la marcha y comerse con el orgullo, como con Noddesbo, que era el mejor pivote ofensivo del equipo, y los azulgrana prácticamente evitaban renovarle. En el último instante, el danés se queda. Me alegro. No me gusta que la Liga pierda a sus mejores hombres.

 

Y me duele la decadencia tan rápida del balonmano masculino en Pamplona: el San Antonio vuelve a la senda de los inicios, y ya no queda nada de su grandeza. Ni siquiera jugadores. Una década para morir tras perder el patrocinio de Portland. El cemento está en crisis…y lo paga un club que puso en jaque a los azulgrana. Y eso significa que también se marcha Buligan, que retorna a Rumanía para dirigir al Constanta. Es uno de esos tipos de los uno no puede olvidarse: estuvo como ayudante de Pastor en la Selección española que ganó el Mundial. Alexandru, por ello, siempre será uno de los nuestros. Y en esa decadencia Navarra, el Anaitasuna recompone un equipo que bordeó el ascenso a la Asobal.

 

Pues sí. Todo ha pasado en tres líneas. Y son noticias de calado, que afectan a los sentimientos, aunque en este instante todo se subordine al Mundial de fútbol, y como España gana, más de uno no quiere enterarse de qué otras cosas están ocurriendo. Nos cegamos con lo único, que lo importable se nos escape.

 

Y tengo un amigo, Luis, que aún no sabe que lo soy, para quien tengo un mensaje: si yo fuera tú dejaría de ver las repeticiones de los partidos a deshoras, y que además ya sabes el resultado, y compartiría el mando de la tele, porque como sigas así vas a perder lo único importante que realmente tienes en casa. Uno, por lo menos, está al acecho por si tú lo rechazas. Tú mismo. Estás avisado. Y no te pienso invitar a ver partidos de balonmano.