Hasta que el rabo pasa todo es toro

Hasta que el rabo pasa todo es toro

Me habían dicho: "Está hecho. Ponte a ver otra cosa". Y yo dije: "Hasta que el rabo pasa todo es toro". Lo fue. El Basilea se aprendió la lección de su goleada, y al Barça le toca aprender ahora. Tendrá que hacerlo, con un dolor, además, la lesión grave de Iniesta, que desquilibra al equipo por donde mejor estaba. Patxo Unzueta, periodista, editorialista de El País y del Athletic de Bilbao, me dibujó el otro día en un papel la táctica que ha hecho del Barça de Guardiola uno de los mejores equipos del mundo, donde golea casi todo el mundo.

En ese dibujo, Iniesta es una figura capital, con Xavi. Pues ahora faltará Iniesta, y eso es malo para el equipo, porque uno y otro, Xavi e Iniesta, son los que han configurado esa planificación artística pero tremendamente eficaz de los azulgrana. Esa lesión no afectó al partido, claro, pero afecta al porvenir, igual que el partido, por cierto. El equipo trenzó bien, ejecutó, sobre todo en los primeros veinte minutos, un ballet del que fueron responsables antes que nadie Hleb y Henry, pero luego la ansiedad de uno y la inoperancia del otro -que baila pero no remata-hicieron que el graderío suspirara por Messi. Esto no es enteramente bueno, porque hace que el conjunto pivote sobre una solución solitaria, o casi, como en los viejos tiempos, y eso añade ansiedad a la inoperancia. Pero vino Messi y, en efecto, el equipo se engrasó y se produjo el milagro del gol, que ahora ya parecía no sólo una obligación sino una consecuencia del juego que practicaba.

Este gol de Messi, que a esas alturas del partido ya tenía que haber sido parte de una goleada, recordó euforias del pasado, cuando un toque magistral resolvía una situación angustiosa. Ese uno a cero que reinaba en el marcador calmó los ánimos, pero también relajó a los futbolistas, hasta el punto de que el Basilea parecía existir en el campo como no lo hizo antes en la mayor parte del partido. La consecuencia fue un penalti inapelable que se intentó borrar con la urgencia del genio, el de Xavi, el de Messi, el de Henry, pero no hubo nada, y lo que parecía que iba a ser una goleada, una clasificación holgada y honoraria tendrá que ser ahora trabajada en Lisboa, y saldrá adelante, pero con la tabla de las matemáticas en la mano.

Cuando le escuché a Manu Oliveros decir en la SER que el mejor había sido Messi recapacité con miedo en el cuerpo: ¿y si no hubiera estado en el campo? Lo dicho, el Barça tiene que sacar de este partido un refrán: hasta que el rabo pasa todo es toro.