Protejamos al fútbol, a Joaquín

Protejamos al fútbol, a Joaquín

No entiendo de cuadrados mágicos, ni de ángulos mágicos, ni siquiera de cruzados mágicos, aquellos que sujetaban la belleza femenina para hacerla, si cabe, aún más bella. Visto el percal, ni siquiera sé si entiendo de fútbol porque últimamente a muchos les ha dado por convertir en dogma milongas de inventores y de gente que intenta redescubrir este deporte. Gento, Garrincha, Stanley Matthews, Stoitchkov... Vicente y Joaquín Sánchez Rodríguez. ¿Qué es eso de jugar sin extremos? Una barbaridad. Un atentado al fútbol.

Y a no sólo pretenden expulsarlos del césped; cuando aparecen, nadie se acuerda de ellos, no hay quien les proteja. Se ha hartado este país de clamar al cielo por las patadas que reciben Torres, Ronaldinho, Raúl, Ronaldo, Etoo, Valerón y Nihat, pero no hay quien defienda a los que reciben coces por la banda, como Joaquín: ¿Es que duelen menos, pegado a la cal? Que se lo pregunten al fenómeno de El Puerto, víctima de Pablo García, de Dragutinovic, de Fabio Aurelio y de Puñal, y eso sólo en los últimos cuatro partidos. La última, la que cierra el círculo osasunista, a punto ha estado de dejarle a él y al Betis sin la noche de estrellas del Liverpool, aún está por ver. Yo, sinceramente, pienso que Joaquín jugará: está hecho de una pasta especial, es una especie en extinción. A ver si hay alguien que le proteja.