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RALLYS | 30º ANIVERSARIO

Carlos Sainz: "Luis y yo éramos los más felices del mundo"

El bicampeón madrileño y su copiloto Luis Moya rememoran con AS su primera victoria en el Mundial en el Acrópolis de Grecia de 1990.

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Carlos Sainz: "Luis y yo éramos los más felices del mundo"

Fue el día que el automovilismo dio el salto a los grandes titulares en España. El 6 de junio de 1990 Carlos Sainz y Luis Moya culminaban su primera victoria en el Mundial, se imponían en el Rally Acrópolis, y pasaban a ser héroes nacionales. AS ha querido rememorar con ellos aquella gesta el día que se cumple el 30º aniversario. Regresamos a Grecia para recuperar un bello capítulo de la historia del deporte con sus protagonistas tres décadas después.

"Imagínate", comienza Carlos. "Fue la primera victoria en el Mundial, en un rally que si nos hubiesen dicho antes de empezar el campeonato cuál no podéis ganar, probablemente los dos hubiésemos coincidido que el Acrópolis, sobre todo porque en aquel entonces Pirelli no tenía sistema anti-pinchazos, que en Grecia era vital. Corríamos contra los Lancia, que sí lo tenían, pero Pirelli hizo un neumático muy reforzado que hacía mucho sufrir al coche, pero no pinchábamos. Gracias a ello y a una buena preparación y una buena estrategia, conseguimos el rally en el momento más inesperado".

Con el sello de la casa, se hicieron cinco días de test que arrancaban a las 5 de la mañana. Luis explica que "Grecia era un rally que a Carlos no le gustaba nada porque había que ir evitando piedras, y al final fue el primero que ganamos. Tuvimos que entrenar y mucho, porque el año anterior había que soldar todo en el coche al acabar cada día. Menos los dientes míos y los de Carlos, se rompía todo. Era un drama, y así fue, que no duramos nada. Se trabajó mucho porque hacía falta hacerlo".

Llevaban un año peleando por la victoria en casi todos los rallys, pero por un motivo o por otro, ésta se hacía de rogar. "Estuvimos muy cerca de ganar en varias ocasiones", recuerda Sainz. "Pero siempre pasaba algo y eran unas situaciones complicadas porque estábamos muy cerca, pero no llegaba. Lógicamente, fue un cambio total esa primera victoria. Un descanso para nosotros y el equipo Toyota. Mentalmente nos vino muy bien".

"La gran preocupación era no pinchar"

Podio del Acrópolis de 1990 con Moya y Sainz.
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Podio del Acrópolis de 1990 con Moya y Sainz.Twitter

Moya nos pone en contexto de lo que era un rally en aquella época: "Había 48 tramos, y la gran preocupación era no pinchar, pero al ser tan rígida la rueda, sufría mucho el coche". Carlos especifica que "pinchamos sólo una vez, pero tuvimos suerte porque fue al final de un tramo y no perdimos mucho tiempo. El gran susto nos lo llevamos al romper la dirección y no había en la asistencia posterior. Había que decidir entre hacer un tramo más con la dirección rota o intentar cambiarla por una nueva que traía el helicóptero. Decidimos cambiar, pero fueron unos momentos de gran tensión, porque el coche estaba sin la dirección, y no llegaba el helicóptero con la nueva. Los mecánicos hicieron un trabajo fantástico, y no penalizamos".

"Creo recordar", profundiza Luis, "que uno de los mecánicos era Andy Schulz, el que luego fue tu copiloto en el Dakar". "Andy era un fantástico mecánico”, retoma Sainz, “que cuando se ponía las pilas, se las ponía a todo el mundo, y trabajaba rapidísimo. Cuando las cosas se ponían difíciles era brillante". Precisamente Andy fue el mecánico que les montó los neumáticos para el tramo que prácticamente decidía el rally, Tarzán. "Pirelli nos hizo un neumático muy duro para ese tramo, pero no estaba claro cuál era cada uno y él nos montó los blandos. Llegamos en los alambres, pero conseguimos acabar el tramo y a partir de ahí, aunque quedaban algunos tramos, ya era entre comillas más sencillo".

Unas horas después, al acabar el tramo de Stiri, cerca de Livadia, se culminó la victoria. "¡Por fin!", exclama Sainz. "Habíamos estado tan cerca de ganar que parecía imposible, porque siempre pasaba algo. En ese momento Luis y yo éramos los hombres más felices del mundo. Primera victoria española en el Mundial de Rallys, y la familia de los rallys, de alguna manera, también se alegraron mucho. Los mecánicos de Lancia lo celebraron con nosotros porque habían sido testigos de lo difícil que fue conseguirlo. Tuvieron un gesto fantástico y salieron a aplaudir en la autovía camino de Atenas". "Sacaron la bandera de España. Y es que había un gran nivel, porque recuerdo que entonces peleábamos frente a muchos campeones, como Kankkunen, Biasion y Auriol", puntualiza Luis.

"Carlos me decía que el policía era lo más divertido del rally..."

"Había un policía en moto", recuerda también Carlos, "que nos escoltaba todos los años, y siempre nos hacía una exhibición. Pensábamos que se iba a matar porque iba derrapando y haciendo caballitos. Era un espectáculo". "Carlos siempre me decía que el policía era lo más divertido del rally", apuntilla Moya. Tras la cena de celebración Carlos estaba cansado y se fue al hotel, pero el resto de españoles acabamos en una discoteca que se llamaba Romeo. ¡La que se lió! "Recuerdo que estábamos varios españoles festejándolo", explica Luis, "y se empezaron a oír disparos. Fue un susto muy grande, aunque no es lo normal en Grecia, pero conseguimos salir de allí sin mayores problemas".

Ya al día siguiente, al podio llegó una importante comitiva encabezada por Don Antonio, el padre de Carlos, en la que también estaban Rafael Cortés Elvira, Carlos Gracia, Carmelo Ezpeleta o Sebastián Salvadó. "Fue una entrega de premios muy emotiva en la Acrópolis, con el Partenón de fondo, el himno…la primera vez es siempre muy especial. Y tener allí gente que te ha apoyado toda la vida, todavía le dio un sabor más especial. Lo recuerdo como si fuese ayer. A partir de ese rally nos quitamos un peso de encima, porque luego llegaron muchas más", reconoce Sainz. "Fue un punto de inflexión en nuestras vidas".

"Fue un triunfo muy reconocido", explica Moya, "porque en aquella época España no triunfaba como ahora en el deporte. Se me pone la carne de gallina al recordar cuando ganamos el Mundial en Sanremo. Al llegar a Barajas montamos en el autobús de la Federación, rodeados de coches y motos con banderas de España, el Ayuntamiento, la gente. Aquello me impactó de una manera brutal". "La primera victoria, el primer Mundial, el 1.000 Lagos, son tres momentos inolvidables", remata Carlos. "Después vinieron más pilotos, y lo que hace falta es que lleguen aún más españoles luchando por ganar carreras".