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Dennis ni se interesó por la salud de Alonso

Fórmula 1 | El Mundial más polémico

Dennis ni se interesó por la salud de Alonso

Dennis ni se interesó por la salud de Alonso

El jefe de McLaren no visitó al asturiano en el circuito de Monte Fuji, ni le llamó por teléfono para saber cómo se encontraba, después de chocarse frontalmente a 160 km/h y sufrir fuertes latigazos en el cuello

Dice una regla no escrita de las carreras que hay cosas que están por encima de las diferencias personales. Una de ellas es el estado de un piloto tras un grave accidente. Ron Dennis, en cambio, ha ignorado a Fernando Alonso en los tres días posteriores al GP de Japón. Y no sólo él, también Martin Whitmarsh y Norbert Haug Nadie, absolutamente nadie, ha tenido la cortesía de preguntarle por teléfono cómo se encontraba. Había motivos, porque la televisión no hizo justicia a la violenta colisión frontal que padeció el asturiano a 160 km/h. El primer golpe fue duro y le hizo rebotar y girar como una peonza hasta chocar con la parte posterior. El cuello sufrió fuertes latigazos pero, por suerte, todos compiten con el sistema HANS, el collarín que impidió que se dañara seriamente alguna vértebra.

El bicampeón ha sido aislado por su escudería en los últimos tiempos. Ron ha tocado generala contra su piloto para tapar el asunto del espionaje. Y cumple así con la amenaza que le hizo a Fernando si éste decidía colaborar con la FIA. El asturiano sabe que no puede exigir un cariño especial, pero no entiende la falta de interés de sus propios compañeros de trabajo por su salud. Y más después de un lunes con algunas molestias a causa del accidente. Que nadie se asuste. Está bien y ha podido divertirse por las calles de Tokio. Por la noche, sin embargo, el frío de la soledad dentro del equipo ocupaba sus pensamientos. Desde la planta 32 del lujoso Hotel Conrad, únicamente el afecto de su inseparable Raquel del Rosario, de su mánager, Luis García-Abad, y su fisioterapeuta, Fabrizio Borra, le insuflaron las ganas necesarias para volver a la carga en Shanghai.

El pasado domingo el asturiano tardó tanto en bajarse del coche por temor a que le arrollaran. Impresionado por la velocidad a la que venían sus compañeros, decidió apearse cuando un comisario vino a pedírselo y vio que Heidfeld pasaba por segunda vez a su lado. "Eso quería decir que ya me habían visto", comenta entre bromas. De sus accidentes en F-1, el de Fuji fue el segundo más virulento detrás del de Brasil 2003. Nada más bajarse del coche sólo los agentes de prensa de la escudería y Pedro de la Rosa se interesaron por él. En el motorhome corría el champán y el entusiasmo por el triunfo casi decisivo de Hamilton. Cuando Lewis se chocó en Nurburgring, la preocupación fue mucho mayor.

La ofensiva final planeada por el dueño de McLaren para que no fuera campeón el español se inició en Spa. En esa carrera, que coincidió con la vista de la FIA, filtró la falsedad de que Alonso le había amenazado con chantajearle. La víspera del gran premio lo corroboró sin tapujos. Pero eso motivó más si cabe a Fernando. Cambiaron de táctica para Japón y utilizaron a Hamilton como ariete. El británico debía intentar desquiciar a su rival y justificar ante su prensa un posible robo en la pista. Su lema era: "Yo soy el bueno, a mí me quiere el equipo y a mi adversario, no". Y la jefatura de la escudería le hizo el vacío a Alonso desde el hotel al circuito. ¿Qué le harán este fin de semana? Estarán callados, pero el español sospechará de las presiones de sus ruedas. La sombra de un sabotaje volverá a planear en China...

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