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Una carrera repleta de magia

Yo digo | Jesús Pareja

Una carrera repleta de magia

Hay cuatro carreras que son las más míticas del automovilismo mundial: las 24 Horas de Le Mans, las 500 Millas de Indianápolis, el Gran Premio de Mónaco y el Rally de Montecarlo. A quien le preguntes por automovilismo, éstas son las primeras que le vienen a la mente. Y yo tuve el honor de competir trece años seguidos en Le Mans, todos, excepto cuatro, con vehículos ganadores, luchando en el pelotón de cabeza. De hecho, logré la segunda plaza en 1986 y en 1990 me quedé a un cuarto de hora de ganar, además de un quinto y dos victorias de mi categoría. Tuve mi primera oportunidad en 1985 gracias a un amigo que me permitió correr en un Porsche y, desde entonces, no falté a la cita durante casi tres lustros seguidos.

Por tanto, si Pedro de la Rosa termina corriendo con Peugeot, va a poder disfrutar de toda la magia de esta carrera en la que en un setenta por ciento del recorrido se corre fuera de una pista permanente, por carreteras normales en las que se alcanzan velocidades de 400 kilómetros por hora. También de su historia y del gran ambiente que rodea a la competición desde las precalificaciones. Y del atardecer, la noche y el amanecer, que son momentos únicos de cualquier competición, pero en ésta más porque se corre con coches muy veloces. Además, que la marca francesa retorne ya es una gran noticia, sobre todo con un motor diésel. Pero yo creo que Pedro tiene méritos más que sobrados para correr todavía en la Fórmula 1.

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