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Una carrera de campeón

Fórmula 1 | GP de Japón

Una carrera de campeón

Una carrera de campeón

Fernando Alonso realizó catorce adelantamientos Pero Raikkonen remontó y ganó en la última vuelta.

La 130 R. No, no es el nombre de la última moto japonesa de moda. Ni siquiera un código de registro alimenticio. Bajo está cifra se esconde una de las curvas más terribles y difíciles del mundo. Se trata de un estrecho codo a izquierdas que se toma a 320 km/h, previo a la chicane de entrada a meta en Suzuka, y en el que hasta ayer era totalmente imposible adelantar. Fernando Alonso lo consiguió en la 19ª vuelta de un GP de Japón espectacular e inenarrable. Y ante el piloto con mejor palmarés de la historia, Michael Schumacher. Por fuera. En una maniobra escalofriante por la ausencia de escapatorias. La mejor pasada del año. Ése fue sólo uno de los detalles de rabia y agresividad con los que nos deleitó ayer el flamante campeón del mundo de Fórmula 1.

El asturiano realizó catorce adelantamientos en pista. Producto también de una mala estrategia, ya que su equipo le hizo cargar demasiado poco combustible de salida. Pasaba y repasaba a los mismos pilotos con los que perdía plaza en boxes una y otra vez. También una decisión de la dirección de carrera de Charlie Whiting, al obligarle a dejarse pasar por Klien, al que ya había adelantado, impidió que la victoria, la séptima de la temporada, fuera para el asturiano. Logró un tercero, 14º podio del año, se dice pronto, partiendo de la 16ª plaza.

Raikkonen, por su parte, se pegó otro tremendo gran premio. Del 17º al primero. Con menos pasadas, basada más en la gran rapidez de su coche y una estrategia mucho mejor. Y con sus dosis de épica, después de adelantar en la última vuelta a final de recta a un flojísimo Fisichella. Giancarlo dio de forma lamentable la última chicane para frenar a su rival, que le vio la jugada y cogió carrerilla para adelantarle al borde del contacto en la frenada de la primera curva. ¡Que grande es la Fórmula 1! Estos dos jóvenes pilotos nos van a dar muchos años de disfrute.

Sólo como muestra, las vueltas rápidas de ambos (1:31.540 del finlandés y 1:31.599 de Fernando) están a un segundo del siguiente piloto, Fisichella. Esta vez, el ovetense estuvo muy cerca de los coches más veloces del momento. Sólo él, porque Giancarlo rodó siempre más lento que su compañero, y desaprovechó una oportunidad de oro para ganar. Desperdició veinte segundos de ventaja de su segunda parada al final. Pese a su mala actuación, Renault sacó provecho del día y vuelve a ser líder de constructores con dos puntos de ventaja. Montoya se salió de la pista, con la ayuda de Villeneuve (sancionado con 25 segundos), en la primera vuelta. El colombiano casi le hace un favor a sus rivales franceses después de haber tocado antes a Raikkonen en la primera curva. Le pasó por lo penal en esos primeros compases marcados por la locura.

Parrilla irregular.

Montoya partió 18º y su compañero, 17º, para enfado de Renault. Como les contamos ayer, McLaren encontró un resquicio del reglamento para que Kimi no saliera último. No sabemos si resquicio o invención, pero el hecho de colocarle delante de los pilotos que no completaron vuelta adulteró el espíritu de la norma. El finlandés logró el 17º registro en la parrilla y ahí se quedó. Sin penalización alguna. De salir atrás, habría tenido que pasar también al correoso Trulli.

En esos primeros metros, Alonso fue un auténtico disparo. Sólo en la primera vuelta pasó a seis coches. Al margen de los dos Minardi, por supuesto, y a Massa en la parrilla, se merendó a Pizzonia por el exterior en la primera curva. El brasileño miraba alucinado la polvareda montada por Sato y Barrichello, que se salieron solos. Para Taku, el cero más gordo del año. Unas vueltas después se llevó a Trulli por delante. Fue excluido de la carrera y no debería volver nunca más a la Fórmula 1.

Sigamos con la cabalgada del asturiano, que pasó también a Villeneuve en el Spoon y después, completamente desatado, voló por encima de Karthikeyan en la llegada a la última chicane. Del 16º al octavo en cinco kilómetros y medio. Eso para los que habían escrito que era una tortuga. Kimi era al primer paso por meta 12º. La forma de remontar de ambos pilotos fue un reflejo de sus personalidades. La de Fernando, agresiva y sincera; en el caso del finlandés, concentrada e introvertida. Algo que se ha podido vivir estos días en el Flowers Garden Hotel, donde están todos los pilotos.

Cada mañana, para atravesar el jardín que le llevaba al desayuno, el asturiano debía sortear una nube de fans a los que firmaba autógrafos y le regalaban a cambio pequeños abanicos. Dejó la habitación repleta de ellos. Kimi, sin embargo, no bajaba a desayunar para no ver a nadie. Lo hacía en la habitación. Tranquilo, relajado, pero en su mundo. Sin relacionarse con sus compañeros de parrilla. Con las revistas de deporte que tanto le gustan. Ésas que devoró en el vuelo directo que le trajo de Helsinki a Nagoya. No probó el alcohol, sólo Coca Cola. Durante los grandes premios es un auténtico profesional.

Con la carrera neutralizada por el coche de seguridad, Kimi se centró ya en lo que tenía entre manos y tras el parón volvió al ataque. Fernando, por su parte, se fue como un poseso a por Klien. Se saltó la chicane al intentar adelantarle. Como dice la norma cedió su posición, pero esta vez repitió la treta del rubio finlandés en Monza: se aprovechó de la circunstancia para pasarle a continuación. Tres vueltas después la dirección de carrera comunica por e-mail a Renault que debe dejar pasar el austríaco. Se frena, le cede la posición y, ante la protesta de su escudería, la FIA dice que no hacía falta, que el primer adelantamiento era legal. Demasiado tarde. Otras dos vueltas más detrás de Klien, al que sacaba cuatro segundos. Siete en total de pérdida. Suficiente para perder plaza con Kimi tras la primera parada, y no sólo con él, también con Schumi, Coulthard, Villeneuve y Massa. A los que ya habían pasado. De nuevo vuelta a empezar.

Un hueso duro.

Antes de la primera detención, Raikkonen y su colega español se encontraron con Michael Schumacher. El honorable Kaiser. Y los tres vivieron un duelo inolvidable. Con un heptacampeón del mundo que defendió sus posición con limpieza y sabiduría. Les costó mucho pasarle, pero con el transcurso de las vueltas sus ruedas se vinieron abajo y el coche se convirtió en un botijo rojo. Por eso su remontada se truncó en la séptima plaza. Pero ahí quedan esas vueltas de resistencia. Obligó a la nueva generación a sacar lo mejor de su repertorio para pasarle. Tanto la segunda de Alonso como la del finlandés fueron por el exterior de final de recta.

En la última parte de carrera, la estrella española pudo con todos los condicionantes. Su equipo le preparó una segunda detención ¡nueve vueltas! antes que su rival finlandés. Eso supone una pérdida de 1,5 segundos por cada una de ellas. Es decir, 13,5 segundos de handicap. Y en meta les separaron 17,9. Si a esto le sumamos lo de Klien, Alonso podría haber ganado tras un carrerón. Pese a ese problema, siguió luchando. Pasó a Button y se jugó de nuevo el pescuezo, como en la 130 R, contra Webber. Amagó por fuera y se metió por dentro. Pisó la hierba a más de 320 km/h y metió el coche en la curva al borde de la salida de pista.

En el podio, Nano y Raikkonen, que calificó la victoria como "la más difícil", eran los más alegres. El finlandés rozaba la euforia, mientras Fisichella contenía como podía las lágrimas. Él fue la víctima de los dos mejores pilotos del momento. De dos grandes que sobrevolaron la pista por encima de los demás. Si el R25 se acerca (y en China tendrá un mejor motor), Alonso pone el resto. Lo ha hecho esta vez en Suzuka y puede repetirlo con victoria dentro siete días en Shanghai. Por algo es el indiscutible número uno.

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