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Cine

Transformers: El despertar de las bestias, una película de acción desbordante y un poco excesiva

El filme, que supone un reinicio de la saga, proporciona dos horas de puro entretenimiento sin ninguna pretensión argumental.

Actualizado a
Transformers: El despertar de las bestias, crítica

De Transformers uno espera una explosión de acción. Robots gigantes que se lían a tortazos y que portan armas tan poderosas como su coraza de metal. Bajo esa premisa, Transformers: El despertar de las bestias sigue ese guion preestablecido sin cambiar una sola coma, un estilo muy Michael Bay, aunque en esta ocasión no se siente en la silla del director —ejerce de productor—. Steven Caple Jr dirige un filme espectacular que destaca por su intensa acción, si bien deja a un lado el argumento, bastante anodino e inconexo.

Temas sociales en una película palomitera

En cierto modo, la película trata uno de los graves problemas de la sociedad norteamericana: el acceso a la sanidad, estrechamente ligado a la desigualdad social. Todo esto se refleja en los protagonistas: Noah Diaz (Anthony Ramos) es un joven que hace todo lo posible para que su hermano pequeño reciba la atención médica que necesita. La salud de Kris (Dean Scott Vazquez) es muy delicada, pero sin trabajo es imposible garantizar los costes médicos del chaval. Tras ser rechazado en otra entrevista de trabajo, Noah toma una decisión drástica y termina robando un coche que resulta ser un flamante Autobot, uno de los Transformers.

De forma paralela, Elena Wallace (Dominique Fishback), que investiga objetos arqueológicos, vive en sus carnes la precariedad laboral. Por circunstancias que no desvelaremos, se mete en un lío y acaba inmersa en la guerra que está a punto de acontecer.

La película no deja de ser una especie de reinicio, que nos lleva hasta casi el principio de la cronología y que abandona cualquier intento de cohesión con los productos anteriores. Los Maximals, seres robóticos con forma de animales, adquieren una entidad cuasi mitológica y prehistórica, aunque la explicación sobre su origen es confusa y no queda bien claro si son ascendientes o descendientes de los Autobots.

La presencia de Optimus Primal, Airazor, Cheetor y Rhinox da color a una película cuyo tema principal es la unión frente a una terrible amenaza. De hallar el artefacto escondido por los Maximals, la Tierra será destruida, por lo que las distintas facciones tendrán que unir fuerzas contra un enemigo común. Mirage, uno de los Autobots, brilla con luz propia y tiene momentazos en pantalla, al igual que las bestias robóticas. Frente a ellos, los robots antagonistas, Scourge y el poderoso Unicron.

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Acción por encima de la coherencia argumental

Transformers: El despertar de las bestias da lo que promete: acción a raudales sin grandes pretensiones. Durante 2 horas, el espectador es testigo de un boom boom constante de luces y colores, robots que se transforman en vehículos y humanos que hacen lo imposible para salvar a su planeta de la destrucción. En todo festival de fuegos artificiales es necesario mantener un ritmo, un equilibro constante entre artificio y artificio. En ocasiones, esta película resulta desbordante y excesiva, un totum revolutum de secuencias que subliman la acción hasta pasarse un poco de rosca.

En definitiva, una experiencia entretenida de cine palomitero sin florituras argumentales y con diálogos y personajes bastante planos. Es un filme pensado para el disfrute visual, que se apoya en unos efectos especiales bien construidos, pese a que a veces se le vea el cartón.

La película se estrena el próximo viernes 9 de junio en cines. Puedes consultar aquí el orden de todas las películas de la saga.