Reportaje
Las infecciones más letales: 5 sagas de videojuegos con “zombis” tan poco convencionales como peligrosos
Repasamos diferentes sagas de videojuegos que ofrecieron un giro de tuerca único al apocalipsis zombi. Decid “adiós” a los zombis torpes y lentos, y dad la bienvenida a estos otros horrores y pesadillas.

Aunque el género de zombis dentro del panorama de los videojuegos ya no está en su época dorada como en la segunda mitad de la década de los 2000, todavía sigue contando con legiones de fieles seguidores en todo el mundo. Muchas compañías, en su afán por ofrecer experiencias familiares y reconocibles pero con giros únicos, han dado con muchas fórmulas de “zombis alternativos” que pueden ser mucho más terroríficos que los zombis lentos y torpes de toda la vida. En este reportaje repasamos algunas de las sagas de videojuegos más destacadas que han sabido reinventar el clásico apocalipsis zombi: desde los infectados por el hongo Cordyceps de The Last of Us hasta los letales Flood de la franquicia Halo. Una cosa está clara: más nos vale tener siempre una bala en la recámara.
Dead Space y los necromorfos

Los necromorfos de Dead Space son el grotesco resultado de la reanimación y mutación de cadáveres humanos por obra de las Efigies, unos artefactos alienígenas capaces de alterar el código genético de todo ser vivo dentro de su radio de acción. El proceso convierte a los cuerpos muertos en monstruos deformes y agresivos cuyo único propósito es seguir propagando la infección de cadáver en cadáver. A diferencia de los zombis clásicos, los necromorfos son extraordinariamente rápidos, impredecibles y resistentes, por lo que la manera más fiable de acabar con ellos es desmembrarlos para limitar su capacidad de movimiento, y, tras esto, rematarlos con pisotones y golpes contundentes.
Los necromorfos como tales solo representan una etapa evolutiva dentro de un “ciclo de vida” aterrador. El propósito de las Efigies es crear los suficientes necromorfos como para desencadenar un “evento de Convergencia”, que culmina con el nacimiento de una Brethren Moon: un necromorfo colosal del tamaño de una luna. El mensaje recurrente que atormenta a Isaac Clarke —”Haz que seamos uno de nuevo”— sugiere un objetivo final escalofriante: consumir todas las formas de vida de la galaxia.
Halo y los Flood

Los Flood, enemigos recurrentes de la franquicia Halo, son unos organismos parasitarios alienígenas que comienzan su ciclo vital como Formas Infecciosas. Estos pequeños entes de forma similar a esporas son capaces de avasallar en gran número a otros seres vivos más grandes hasta matarlos para reanimar sus cadáveres en formas más avanzadas. Estas criaturas convertidas, conocidas como Formas de Combate, son altamente agresivas y están adaptadas para usar armas de fuego, armas de fuego e incluso vehículos con los que pueden aniquilar a casi cualquier ejército organizado, dejando más cadáveres a su paso y allanando el camino para que las Formas Infecciosas los conviertan y sigan aumentando en número de forma casi imparable. En palabras del Inquisidor en Halo 3: “una sola espora puede condenar planetas enteros”.
Sin embargo, lo más aterrador de los Flood es el hecho de que poseen un líder. A medida que infectan cadáveres y acumulan biomasa, se genera una conciencia superior llamada Gravemind, una mente colmena capaz de razonar, planificar estrategias y absorber el conocimiento de todas sus víctimas. El Gravemind puede lanzar ataques coordinados, también puede sacrificar partes de su horda para alcanzar objetivos mayores, e incluso es capaz de manipular o negociar con sus enemigos si con ello garantiza la supervivencia de la infección. En el universo de Halo, los Flood representan la amenaza definitiva: su objetivo final es consumir toda forma de vida inteligente de la galaxia.
Left 4 Dead y los infectados por la gripe verde

Aunque ni Left 4 Dead ni Left 4 Dead 2 explican con detalle el origen de la infección como tal, el cómic oficial bautiza al virus como la gripe verde. Se trata de una peligrosa enfermedad que convierte a los humanos en criaturas violentas y desquiciadas, al estilo de los zombis de ‘El amanecer de los muertos’ (2004) o los infectados de ’28 días después’ (2002).
El patógeno actúa con rapidez: provoca fiebre extrema y desata una agresividad incontrolable, transformando a las víctimas en depredadores hiperveloces cuyo único impulso es propagar la infección a través de golpes y arañazos. En cuestión de días, los Estados Unidos de América sucumben ante las hordas de infectados, sin que ni el gobierno ni la CEDA puedan hacer detener la catástrofe. Pero lo más aterrador es que la enfermedad no se limita a generar infectados comunes: también hay infectados especiales que han sufrido mutaciones horribles que los convierten en enemigos únicos. El Tank es una masa de músculos con una enorme fuerza y resistencia física capaz de demoler cualquier obstáculo o enviar a sus víctimas volando de un puñetazo, el Smoker puede agarrar a sus presas a grandes distancias usando su lengua extensible, y la Spitter escupe ácido extremadamente corrosivo; estos son solo algunos ejemplos de del horror biológico que representa esta virulenta epidemia.
Resident Evil Remake y los Crimson Heads

Incluso la emblemática Resident Evil ha sabido jugar con las expectativas de los jugadores. Mientras que en los títulos originales había un claro énfasis en sobrevivir a las hordas de zombis reanimados por el virus-T, con el paso de los años, la franquicia ha tenido que reinventarse para evitar el estancamiento. Una de las grandes sorpresas en este sentido vino con el laureado remake de Resident Evil, lanzado originalmente en GameCube en 2002. En este título se introdujeron a los peligrosísimos Crimson Heads, una forma mutada de los zombis convencionales que aparece si estos no son incinerados o decapitados tras ser abatidos. Este proceso de reanimación secundario, conocido como V-ACT, da lugar a a lo que podría considerarse un muerto viviente reanimado de nuevo: el zombi de un zombi. El súper-zombi.
A diferencia de los zombis convencionales, los Crimson Heads corren hacia su presa y atacan con ferocidad con sus garras largas y afiladas. Su introducción cambió por completo la forma de jugar: cualquier zombi previamente liquidado cuyo cadáver no hubiese sido destruido a conciencia podía significar llevarse el susto del siglo: de repente, regresar a zonas “seguras” se convertía en todo un deporte de riesgo, y obligaba a lidiar contra los zombis normales de una forma más metódica y procurando no dejar cadáveres inertes que pudieran mutar varios minutos u horas de juego después si necesitábamos volver al mismo sitio.
The Last of Us y los infectados por el hongo Cordyceps

En The Last of Us, el colapso de la civilización no lo provoca un virus de laboratorio, sino el hongo Cordyceps, que en la vida real se comporta como un parásito que puede infectar a insectos. Tanto en los videojuegos como en la serie, una mutación de uno de estos hongos ha “aprendido” a infectar a los humanos, colonizando su cerebro y provocando una transformación tan imparable como escalofriante. Aunque los cuerpos siguen técnicamente vivos durante el proceso, la conciencia desaparece rápidamente, y la voluntad de las víctimas queda anulada por completo: los infectados se convierten en máquinas biológicas guiadas por el hongo, con la única misión de expandir la infección a toda costa atacando a personas sanas. Estos infectados iniciales son extraordinariamente rápidos, impredecibles y peligrosos, por lo que un enfrentamiento abierto contra ellos es prácticamente un suicidio.
Las distintas etapas del proceso de infección sirven para representar las horribles mutaciones a las que se ven sometidas sus víctimas: desde los infectados comunes hasta formas más avanzadas como los temidos chasqueadores o los terroríficos hinchados, cuyas mutaciones extremas reflejan el control total del hongo no solo sobre sus mentes, sino también sobre sus cuerpos. La infección llega hasta tal punto que, en muchos casos, el Cordyceps sigue creciendo incluso tras la muerte de su huésped, brotando del cuerpo y esparciendo esporas en el ambiente que pueden generar más infectados si son inhaladas por seres humanos. En este universo, los infectados no son solo una amenaza física e inmediata; también representan una especie de “venganza del planeta Tierra”, que ha decidido tomar cartas en el asunto ante la contaminación y deforestación rampante, lo que plantea una nueva e inquietante incógnita: ¿quién es realmente el parásito?