Las lecturas imprescindibles para acompañar a la película de Thunderbolts

La hoy exitosa e intocable Marvel atravesó un momento de verdadera crisis en la segunda mitad de la década de los 90. El ocaso del espectacular éxito de sus series mutantes, la explosión de la burbuja del cómic como material de reventa, la fuga de varios de sus mejores talentos para fundar la editorial Image y algunos sucesos tumultuosos más situaron a la Casa de las Ideas entre la espada y la pared, con la bancarrota como ominoso y más que probable futuro a finales de aquella década prodigiosa. El evento mutante Onslaught no consiguió reverdecer viejos laureles, y ni siquiera la vuelta de varios hijos pródigos al redil con la iniciativa Heroes Reborn surgida del mencionado evento consiguió que la editorial de Stan Lee levantara el vuelo. El Capitán América con tetas de Rob Liefeld era objeto de escarnio, y ni siquiera el mismísimo Jim Lee trajo las alegrías esperadas en su retorno a la casa.

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El género de súper héroes estaba más que trillado, y los 90 les habían hecho mucho daño, con su exceso de testosterona, poses forzadas y personajes edgy. Hacía falta frescura, y a la vez recuperar lo que había hecho grande de verdad al género en sus inicios. Los primeros brotes verdes de esperanza vendrían de una nueva serie a cargo de un equipo de lujo, con Kurt Busiek a los guiones y Mark Bagley a los lápices. Busiek aprovechó la coyuntura que había dejado el final del evento Onslaught -ojo spoilers de dicho evento- donde varios de los más grandes héroes de Marvel se sacrificaron para dar entidad corpórea al citado Onslaught de forma que los mutantes pudieran rematarlo. Con la plana mayor de los Vengadores, Los 4 Fantásticos y varios personajes más Marvel fallecidos en el suceso, y los mutantes más odiados y temidos que nunca debido a que sobre ellos recayeron las culpas del trágico evento, era necesario un nuevo grupo de héroes.

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El bueno de Bagley aprovechó un grupo de personajes que habían sido introducidos en la seminal etapa de Hulk a cargo de Peter David para comenzar una nueva cabecera, los Thunderbolts. Aquel grupo de personajes de nuevo cuño venía a llenar el hueco dejado por los héroes caídos como defensa última de la sociedad ante los peores males. Con el osado Ciudadano V al frente, la escuadra estaba se completaba con, Meteorito, Atlas, Mach-1, Pájaro Cantor y Tecno. En un primer número de corte muy clásico y tradicional, asistimos a la presentación en sociedad del grupo, y lo que parecía que iba a ser un (interesante) nuevo cómic de superhéroes más, nos ofrecía una rompedora revelación en la página final de dicho primer número -spoilers-, donde descubrimos que en realidad Ciudadano V era el infame Barón Zemo, y el resto de “héroes” eran en realidad los villanos Piedra Lunar, Goliath, Escarabajo, Mimí Aulladora y El Arreglador.

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Dichos villanos tenían la intención de hacerse pasar por héroes con aviesas intenciones, para acceder a secretos de seguridad nacional y traicionar a la sociedad que le había depositado su confianza para granjearse beneficio económico. Busiek ofrece una lección magistral de desarrollo de personajes y dinámicas de grupo, difuminando la frontera entre héroes y villanos, ofreciendo unos personajes que dudan y no saben muy bien qué quieren ser, en constante enfrentamiento consigo mismo y sometidos a mucha presión. El guionista facturó una serie que se devora, de esas que cuesta dejar, y que a la vez resulta muy clásica e innovadora. La labor de Bagley a los lápices es estupenda, demostrando que no todo era malo en el arte de los 90, ofreciendo mucho dinamismo, una excelente caracterización de personajes y desplegando con maestría escenas espectaculares.

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Los Thunderbolts de Busiek y Bagley son una de las mejores etapas Marvel de su historia, un faro en la época de mayor penumbra de la editorial, y una de esas lecturas imprescindibles con las que es imposible fallar al recomendarlas. La vuelta de tuerca que el género necesitaba entonces, sabiamente enraizada en la mejor tradición de la casa. La editorial Panini ha recopilado los inicios de dicha etapa en dos lujosos tomos de tapas duras, de 416 páginas el primero por 40 euros, y 432 páginas el segundo por 48. Dos de las mejores lecturas pijameras que os podéis encontrar hoy en día.

Tras varias etapas donde en general la popularidad y el éxito del grupo se mantuvo constante, pasamos ahora a 2007, con Marvel en una posición diametralmente opuesta a la narrada en los inicios de este texto, y nuevamente con los rescoldos de otro gran evento todavía calientes, Civil War. Aquí entra en la colección un nuevo equipo creativo, con el transgresor y macarra guionista de Essex Warren Ellis trazando las líneas maestras del grupo, y el dibujante brasileño Mike Deodato jr plasmándolas en papel. Aquí la figura clave es el antagonista de nuestro amistoso vecino Spiderman, un Norman Osborn cuyo papel en los devenires de la editorial no pararía de crecer hasta pasar a ser una figura clave de todo el universo Marvel tras la impactante conclusión del evento Invasión Secreta.

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Ellis apuesta en esta ocasión por unir a un grupo de psicópatas asociales descontrolados, llevando al límite las complejas dinámicas de grupo al unir a individuos tan incontrolables como Bullseye, a Mac Gargan (el escorpión) portando al simbionte Veneno y al propio y desquiciado Duende Verde. Todo adquiere aquí un tono extremo, violento, cruel y sádico, aquí no hay personajes que no saben qué quieren ser, hay criminales psicópatas liderados por un lunático desequilibrado como es Norman Osborn, ¿qué puede salir mal?. Pues casi todo, como resulta lógico.

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Panini cómics ha reunido los doce números (entre el 110 y el 121) de Ellis en la cabecera Thunderbolts, más el one shot Civil War: Choosing sides, en un tomo de tapas duras de 304 páginas dentro de su línea Marvel Must Have por 24 euros, y lo cierto es que este material hace más que justicia a dicha denominación.

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Como complemento perfecto al estreno de la película os recomendamos estas dos visiones totalmente contrapuestas del grupo, orígenes y su saga más radical, dos etapas imprescindibles, y dos lecturas de pijameo del bueno desde un prisma diferente. Cómics de esos que elevaron a La Casa de las Ideas al estatus de privilegio que ostenta hoy en día, y que os ofrecen una lectura de lo más entretenida.

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