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De las 10.000 pesetas a los 60 €: el precio de los videojuegos apenas ha cambiado en 30 años aunque tu bolsillo no opine lo mismo
Reflexionamos sobre cómo pese a que el precio de los videojuegos de consolas de sobremesa se ha mantenido estable en España, su coste real fluctúa dependiendo de la situación económica del país.

El anuncio de Mario Kart World a 90€ en su edición física de Nintendo Switch 2 ha hecho saltar todas las alarmas entre muchos jugadores. Se temía que fuese Rockstar la que abriese la veda de los juegos a 80€ con GTA VI, aprovechando las enormes expectativas que hay depositadas en él, pero ha sido Nintendo la que finalmente ha encabezado este triste precedente. Para contextualizar mejor estas cifras, conviene reflexionar sobre cómo, en el mercado español, el precio base de los videojuegos de consolas de sobremesa se ha mantenido sorprendentemente estable durante décadas: en torno a los 60 euros o las míticas 10.000 pesetas antes del cambio de moneda. Esta cifra ha sobrevivido a múltiples cambios de generación, avances técnicos y saltos tecnológicos. Sin embargo, si ajustamos este precio al coste de la vida de determinadas épocas y contextos históricos, descubriremos que el coste real de un videojuego ha fluctuado mucho más de lo que parece.
Los videojuegos de consolas de sobremesa llevan costando casi lo mismo en España desde los 90, pero su coste real fluctúa dependiendo de muchos factores
Quienes tengan ya cierta edad y sean amantes de este hobby, habrán crecido leyendo revistas de videojuegos. Publicaciones muy emblemáticas de la década de los 90 como Hobby Consolas o la tristemente cerrada Nintendo Acción eran los principales puntos de referencia para los aficionados a este mundillo, especialmente en un contexto en el que, en nuestro país, aún no se había extendido el uso de internet a nivel doméstico. Es decir, que la principal fuente de información con respecto al estado de la industria de los videojuegos en sí, y nuevos lanzamientos de juegos y consolas, era la prensa de papel.
El modelo de negocio de estas revistas era la financiación por publicidad y suscripciones. Es decir, ganaban dinero gracias a la publicidad de videojuegos y tiendas que había entre sus páginas, así como vía suscripción, donde un porcentaje de los usuarios pagaba por adelantado para recibir las revistas directamente en su domicilio. Sucede que los anuncios de la época son muy útiles incluso en el presente, pues revelan una realidad muy peculiar en el panorama de los videojuegos: el precio de los videojuegos de consolas de sobremesa ha permanecido sorprendentemente inalterado desde los años 90, oscilando las 10.000 pesetas o 60 euros. Para ello, os dejamos con varios anuncios publicados en revistas Hobby Consolas y Nintendo Acción que demuestran que los nuevos lanzamientos en consolas de sobremesa han oscilado estos precios:

En el recorte que hay sobre este párrafo, podemos ver anuncios de videojuegos de Master System y Mega Drive de 1994. La tienda Centro Mail —la actual GAME España— ofrecía novedades relevantes como Sonic the Hedgehog 3 (1994) por 9.990 pesetas o Street Fighter II: Champion Edition (1993) por 11.900 pesetas. Otros juegos, como Mortal Kombat (1993) también costaban 9.990 pesetas, de lo que se puede deducir que los videojuegos de mayor importancia del sistema, y los más vendidos y esperados, tenían un precio que oscilaba los 60€ al cambio.

En el recorte de prensa que hay sobre estas líneas, de la revista Nintendo Acción de octubre de 1997, también tenemos ofertas interesantes. Podemos ver que los títulos de Nintendo 64 también rondaban esta línea de las 10.000 pesetas, y que, en varios casos, se rebasaba ampliamente como con Mortal Kombat Trilogy (1997) por 13.990 pesetas, o Turok (1997) por 12.990 pesetas. De nuevo se vuelve a confirmar nuestra hipótesis de que, con el paso de los años, los juegos han seguido costando lo mismo en nuestro país.
Pero, para que la comparativa sea totalmente fidedigna y veraz, hay que ajustar estos precios a la inflación acumulada actual. Por ejemplo, las 9.990 pesetas de 1994 equivaldrían a unos 130€ en la actualidad. En cambio, las 10.000 pesetas de 1997 serían 114€ actuales. Es decir, hay que tener en cuenta que el valor real de los videojuegos ha ido fluctuando con el paso de los años, dependiendo de múltiples factores. En muchos de estos casos, las 10.000 pesetas o 60 euros que costaban estos títulos hacía que realmente costasen más del doble de lo que cuestan en la actualidad. Una auténtica monstruosidad por la que, hoy día, nos parece impensable pagar.

Para concluir, otra comparativa interesante. En noviembre de 1995, una consola PlayStation costaba 59.995 pesetas en España. Esto en euros sería unos 360€. No obstante, ajustando el coste a la inflación, equivaldría a unos 745€. Esto sirve para contextualizar mejor cifras como la del precio de Nintendo Switch 2 en nuestro país, que es de 469,99€ solo consola, sin ningún juego u accesorio.
Según el Real Colegio Ilustre de Abogados de Zaragoza, el salario mínimo interprofesional en 1995 en nuestro país era de 62.700 pesetas al mes. Es decir, una PlayStation, que era una consola de videojuegos nueva de la época, podía llegar a costar prácticamente un mes de sueldo. En cambio, en 2025 el SMI en España es de 1.184€ mensuales, por lo que, aunque Nintendo Switch 2 sigue representando una inversión considerable, es proporcionalmente mucho menor en base al sueldo más bajo de la actualidad.
Entonces, ¿son hoy los videojuegos más caros o más baratos que antes?
La respuesta a la pregunta “¿son los videojuegos más caros o más baratos que antes?” cuenta con múltiples matices. Pese a que su precio unitario ha cambiado poco a lo largo de tres décadas, hay que tener en cuenta un factor crucial: el coste de la vida. Desde la década de los 90 hasta el presente ha habido momentos de bonanza económica como el boom del ladrillo de entre mediados de los 90 y mediados de los 2000, sí, pero también crisis tan graves como la de la burbuja crediticia de 2008 o la que surgió a raíz de la pandemia de COVID-19 en 2020.

Es decir, en función de otros aspectos como el salario medio, el coste de la vivienda, el coste de un carro de la compra y el de los suministros como, agua, gas y electricidad, los 60 euros que cuestan un videojuego pueden “pesar” más o menos en la economía doméstica. Por este motivo, es razonable afirmar que ha habido momentos han sido más “caros”, y otros en los que han sido más “baratos” en términos relativos a los ingresos de un individuo o una familia.
Aun así, sigue siendo loable que los videojuegos no se hayan encarecido de manera significativa con el paso de los años, manteniéndose prácticamente imperturbables incluso ante la inflación. Aunque, como usuarios, queremos obtener una buena relación calidad-precio por aquello por lo que pagamos, hay que recordar que, efectivamente, los equipos de desarrollo están formados por personas que también tienen que comer y pagar sus facturas. Se trata de una cuestión simple en apariencia, pero extraordinariamente compleja en cuanto se araña la superficie.

Por un lado, hay que recordar que los videojuegos son una forma de ocio, lo que en última instancia hace que deban ser catalogados como caprichos. Aunque los amemos con gran pasión, debemos ser sensatos con nuestro consumo y no gastar por encima de nuestras posibilidades. Por otra parte, es cierto que hoy existen muchas alternativas que antaño eran inviables o directamente imposibles, como videojuegos gratuitos que se financian con micropagos, videojuegos en formato digital que, generalmente, son más baratos que sus versiones físicas, o videojuegos independientes que, típicamente, tienen un coste muy reducido.
También se puede argumentar cómo los costes de producción y distribución eran considerablemente mayores antaño, lo que repercutía en que el usuario final pagaba este sobrecoste. A medida que los formatos como los cartuchos fueron abandonados en favor de discos como CDs, DVDs y Blu-rays, estos costes de producción fueron disminuyendo. Sin embargo, los costes de desarrollo y marketing de los títulos más relevantes han ido en aumento, a medida que los videojuegos se han consolidado como una forma de entretenimiento que año tras año, recauda más dinero que el cine y la música juntos. Lo comido por lo servido.

En última instancia, pese a que el valor de los lanzamientos de gran relevancia se ha mantenido relativamente estable en el tiempo, su coste real puede depender de la situación económica general del país. No es lo mismo pagar 60€ por un videojuego cuando esos mismos 60€ equivalen a llenar un carro de la compra entero, que cuando apenas cubren una cuarta parte del mismo.
No se trata de justificar los precios altos, especialmente en una época en la que muchas familias están en serios aprietos económicos. Se trata de contextualizar mejor las cifras para que —sobre todo aquellos que no vivieron aquella época— puedan entender cuál ha sido, históricamente, el coste relativo de los videojuegos. Así que, la próxima vez que veas un juego a 90€ y sientas que están exprimiendo tu cartera al máximo, recuerda que —lamentablemente— no es la primera vez que esto sucede. El problema real no es el precio, sino el coste de la vida. Y, por suerte, puedes elegir no apoyar estos precios abusivos: cada vez hay más alternativas para seguir disfrutando de este hobby sin dejarse el sueldo en el intento.