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Tecnología

Por qué mi Nvidia GeForce RTX 4060 se siente como justicia poética para el niño que le puso una GeForce 2 a una Pentium IV

Los hombres no somos más que niños, pero con juguetes más caros.

Close-up of an Nvidia GeForce RTX 4060 seated in a custom PC build, illuminated by RGB lighting.

Si a los 12 años me hubieran dicho —encorvado frente a una vieja Pentium IV con Windows 98 y apenas 128 MB de RAM—, que algún día estaría renderizando imágenes con trazado de rayos en una Nvidia GeForce RTX 4060, habría creído que estaban hablando de tecnología alienígena. En esos tiempos, mis cuates y yo moríamos por jugar GTA Vice City porque en la escuela todos citábamos a Tommy Vercetti como si fuera la Biblia, mientras que nuestra PC tosiendo al máximo apenas podía iniciar el instalador. ¿Nuestra “solución”? Gastar todo el dinerito en una reluciente GeForce 2 MX de 32 MB. Aunque apenas cumplía con los requisitos mínimos, era como ponerle un “warp drive” al cochecito estándar de mi mamá.

Recordando los tropiezos del camino

Aquella primera mejora fue una lección intensiva sobre las realidades del gaming en PC. Pronto aprendí que tu equipo nunca está “terminado”, casi como una casa:

  • Chequeo de hardware: Cada actualización dejaba en claro que los juegos modernos exigen mejoras constantes.
  • Falta de RAM: Si bien 128 MB eran suficientes para hacer tareas escolares, era risible cuando tratabas de correr mundos abiertos llenos de acción.
  • La brecha de madurez: La sátira de pandillas de Vice City se me escapaba por completo en mi preadolescencia, pero esa picazón de ir conociendo lo nuevo nunca me abandonó.
  • Envidia de consola: Mientras mis amigos disfrutaban de la simplicidad plug-and-play de sus consolas, yo me enredaba entre drivers, parches y conflictos de IRQ, que activaban molestas ventanitas emergentes o mensajes “urgentes” de la máquina.

Estas complicaciones me hicieron jugar muy poco en PC durante un tiempo; terminé prefiriendo mi GameCube hasta que logré juntar suficiente para un Xbox.

Close-up of an Nvidia GeForce 2 MX
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La Nvidia GeForce 2 MX.

3 Doritos después... la era 4060

Hoy, la Nvidia GeForce RTX 4060 se encuentra en un gabinete que seleccioné, cableé y atornillé con mis propias manos. Aunque, en papel, es de gama media, rinde mucho más de lo que su precio indica:

  • DLSS 3 me permite subir la configuración y mantener más de 120 fps a 1440p.
  • Las temperaturas se mantienen en los bajos 60, por lo que mi cuarto de juego en CDMX no se convierte en una sauna, al menos no por la compu.
  • Su consumo de energía es modesto, y mi recibo de luz no parece una renta extra.

Cierto, aún persisten algunos viejos dolores de cabeza: los parches de lanzamiento se inflan a gigabytes, los drivers de la GPU se actualizan más seguido que las publicaciones en mis redes, y hay noches en las que prefiero jugar en consola solo para evitar el lío del mantenimiento. Pero cuando me entra la inspiración —cuando deslizo los settings de Cyberpunk 2077 hasta “ultra” y observo cómo se reflejan los neones a la perfección—, recuerdo por qué este hobby aún me emociona, incluso décadas después.

Close-up of an Nvidia GeForce RTX 4060 seated in a custom PC build, illuminated by RGB lighting.
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Consolas por comodidad, PC por pasión

La verdad es simple: las consolas ofrecen fiabilidad plug-and-play y comodidad en la sala, sin preocupaciones de drivers. Por otro lado, las PCs brindan control granular, gráficos de alta fidelidad y la libertad de moddear (aunque siempre hay que andarle vaciando el cochinito). Tener ambas me permite escoger la experiencia que quiero: a veces optar por una sesión cooperativa cómoda en la sala, y en otras, disfrutar del zumbido de los ventiladores y la adrenalina de un benchmark afinado a la perfección.

Close-up of an Nvidia GeForce RTX 4060 seated in a custom PC build, illuminated by RGB lighting.
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Aquel primer upgrade de GPU fue más que una simple compra, fue un rito de iniciación. La Nvidia GeForce RTX 4060 es mi recompensa hoy; un recordatorio de que la perseverancia (y un presupuesto flexible) transforman la frustración adolescente en euforia adulta. Aunque el ciclo de mantenimiento nunca termina, la magia de ver un nuevo mundo renderizarse a cientos de cuadros por segundo sigue siendo un placer eterno.

Close-up of an Nvidia GeForce RTX 4060 seated in a custom PC build, illuminated by RGB lighting.
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