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YS VIII: Lacrimosa of Dana

YS VIII: Lacrimosa of Dana

  • PlataformaPS48PSV8PC8
  • GéneroRPG, Acción
  • DesarrolladorFalcom
  • Lanzamiento15/09/2017
  • TextoInglés
  • VocesInglés, Japonés
  • EditorNIS America

YS VIII: Lacrimosa of Dana, análisis

La franquicia Ys regresa 4 años después con el que podría ser su mejor capítulo hasta la fecha. Combates divertidos, un gran mundo por explorar y mucho por hacer en una nueva isla inexplorada.

Actualizado a

La franquicia Ys es una de las más antiguas de la historia de los videojuegos y, curiosamente, una de las más desconocidas. Pese a ser un gran éxito en Japón, la franquicia nunca llegó a asentarse del todo en el mercado occidental, algo a que sin duda contribuyó el hecho de que no se lanzó ninguna entrega fuera de Japón desde el año 1991 hasta el año 2005. A lo largo de sus 30 años de historia, recién cumplidos este año 2017, la franquicia Ys ha gozado de la friolera de 16 juegos entre entregas principales, remakes y spin-off (especialmente remarcable la polémica que hay ante el hecho de que haya tres Ys IV diferentes). Y lo más importante, ha reunido bajo su estandarte a un gran número de aficionados que, poco a poco nos hemos ido dejando querer por las aventuras de Adol Christin, el gran protagonista de la franquicia.

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Así como es innegable que la franquicia Ys ha hecho historia de los videojuegos, también es justo reconocer que no ha gozado del reconocimiento que se merece debido a que nunca ha conseguido dar el paso extra para explotar completamente y convertirse en un juego del que todo el mundo habla. En cierto modo, vive en un terreno intermedio en el que deja un buen sabor de boca en el terreno jugable, pero nunca tiene argumentos profundos y personajes inolvidables para acompañar a esas sensaciones tan gratificantes con el mando en las manos. A lo largo de sus tres décadas de existencia, la franquicia ha evolucionado mucho en lo jugable y, de hecho, las últimas entregas (este Lacrimosa of Dana y Memories of Celceta, de 2012) son el mejor modo de adentrarse en la franquicia; sin embargo, el argumento sigue siendo la gran barrera a superar por parte de Falcom si quieren que la franquicia alcance el éxito que se merece.

Y es que el género del rol, sobre todo el del rol japonés, destaca sobre todo por esos dos aspectos fundamentales como son historia y personajes. En ese aspecto, la franquicia Ys cumple, pero no intenta ir más allá y se nota un cierto conformismo en las entregas. Es como si se confiase plenamente en el verdadero emblema de la franquicia: la investigación a fondo del entorno, la sensación de descubrimiento y el vivir una aventura a fondo. No se puede negar que todo eso lo llevan haciendo muy bien desde los tiempos de los 8 bits, pero así como antaño las tramas argumentales eran más sencillas y daban un tanto igual, a día de hoy son un elemento diferenciador para destacar en un mercado repleto de grandes juegos. Y ahí es donde se necesita que, en futuras entregas, los desarrolladores intenten dar un paso adelante para dejar más huella en la industria.

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Una de las mejores entregas de la franquicia
Con esto no queremos decir que Ys VIII sea un mal juego, sino todo lo contrario. Queremos quitar de delante el punto más negativo de un juego que, por lo demás, es casi perfecto en todo lo que hace. Y de hecho, aunque estemos comentando la problemática argumental de la franquicia, es justo reconocer que en esta nueva entrega se ha empezado a experimentar con cosas que rompen con los estándares establecidos en capítulos anteriores. Cierto es que sigue sin ser una historia demasiado profunda y que los personajes siguen siendo olvidables, pero los que llevamos unos cuantos Ys encima agradecemos ese cambio de ritmo inesperado y, del mismo modo, los nuevos jugadores podrán disfrutar desde el principio de un título que lucha por ser algo más. Posiblemente, estemos ante el mejor capítulo de la franquicia hasta la fecha y ante una de las entregas más prometedoras de cara al futuro de la misma.

Adol Christin es un aventurero y esta franquicia repasa, básicamente, las crónicas de sus viajes. La fórmula suele ser bastante básica y estar bastante asentada: llega a un nuevo territorio, visita una nueva ciudad repleta de problemas y, simplemente, se dedica a resolverlos y a ayudar a la gente de esa región del mundo con cientos de misiones pequeñas. Pero en Ys VIII la tendencia cambia y, de hecho, la secuencia inicial juega con nosotros en ese aspecto. Adol y su inseparable Dogi viajan en barco hacia un nuevo destino. Precisamente, presentando una situación que sería la tradicional: adónde se dirigen y cuál es su objetivo como aventureros. Sin embargo, el barco en el que van acaba naufragando y nos vemos varados en una isla perdida en medio de la nada, sin forma de comunicarse con el exterior y con gigantescas criaturas que buscan acabar con nosotros constantemente.

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Ruptura con la tradición
En Ys VIII no hay una gran ciudad repleta de problemas, sino que el gran problema que tendremos será la supervivencia y la ciudad tendremos que construirla entre todos los supervivientes del accidente. De este modo, la exploración del mapa cobra un nuevo sentido: el de buscar a náufragos que estén perdidos en la isla, reunirlos a todos en la nueva aldea y conseguir los recursos necesarios para irla construyendo poco a poco. Al principio del juego no tendremos ni tiendas siquiera, sino que tendremos que sobrevivir a base de los objetos que nos encontremos; a medida que encontremos náufragos, veremos que tendrán diversas aptitudes y, gracias a ellos, podremos tener una tienda de artefactos, una herrería, una sastrería, un médico… Pero como estamos en una isla desierta, no habrá dinero con el que comprar las cosas. Si queremos algo, tendremos que facilitar los ingredientes para que nos lo hagan.

Durante un tercio de la trama principal del juego (si nos ponemos a explorar y a hacer secundarias la duración se multiplica sustancialmente), Ys VIII se asemeja más a un Lost in Blue que al juego de rol tradicional. No tendremos atributos de hambre o sed, por ejemplo, puesto que todo estará bastante guiado por las necesidades del argumento; pero sí que sentiremos en todo momento esa necesidad de seguir explorando y progresando para poder sobrevivir. Tal es así, que no faltarán las ocasiones en las que nos enfrentemos a largas mazmorras y grandes jefes finales en las que echaremos de menos el tener un arsenal de pociones curativas, por ejemplo. Pero eso hace que toda la experiencia sea mágica y muy disfrutable, ya que nos involucraremos más y pensaremos bien todos y cada uno de nuestros pasos antes de darlos.

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A partir de ese tercio del juego es cuando el juego se va asentando. Es decir, aproximadamente pasadas 10 horas de la trama principal (de unas 30, más luego otro par de decenas de horas para hacer todo lo secundario y explorar el 100% del mapa) es cuando el argumento subyacente del juego empieza a aflorar. Es el momento perfecto, puesto que cuando parece que el juego no puede dar mucho más de sí con un campamento ya próspero, el giro argumental nos vuelve a meter en materia y queremos saber más de lo que está pasando. Ya desde que llega a la isla, Adol tiene unos extraños sueños en los que vemos una especie de ritual de los antiguos habitantes de esa isla; pero dichos sueños se van haciendo más claros y es en ese momento de la aventura cuando se hacen jugables.

La protagonista de esos sueños es Dana, el personaje cuyo nombre aparece en el título del juego, y a partir de ese punto empezaremos a controlarla directamente y a vivir de manera muy cercana su historia. Es una historia completamente paralela a la del naufragio, pero se nos va presentando tan paulatinamente que llega el momento en que la vemos como la verdadera trama del juego. Y, sin querer destripar mucho más allá de este punto, en cierto modo lo es. Pese a que el juego consigue mantener nuestro interés en todo momento, es una pena que las tramas parezcan tan desconectadas entre sí y que los diálogos sean tan poco memorables. Le falta un poco de chispa para que sigamos hablando del juego una vez acabada la aventura, pero a pesar de todo, reiteramos que la experiencia y el viaje merecen mucho la pena.

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Sentirse como un aventurero
Esta franquicia tiene un algo especial en el modo en que consigue representar su constante sensación de avance y descubrimiento. El mapa de la isla es muy grande y, si bien no es obligatorio verlo todo para llegar al final de la aventura, sí que nos incita a hacerlo constantemente. Detalles menores como el tener un porcentaje del mapa local y general explorado, o que nos den premios cada vez que completemos un determinado porcentaje, son lo bastante atractivos como para acabar intentando descubrir nuevas rutas y encontrar nuevos tipos de enemigos, con algunos muy bien escondidos. Hay mucho por hacer, ya que además de la trama principal tendremos abundantes misiones secundarias; y, por si fuera poco, mejorar nuestro armamento o nuestro equipo nos exige tener determinados ingredientes que, si no tenemos en abundancia, tendremos que salir a explorar para conseguirlos.

De vez en cuando, también tendremos desviaciones de la historia básica mediante las incursiones de los enemigos en la nueva población que estamos construyendo. Las criaturas no dudarán en hacer piña para intentar acabar con ese elemento extraño en su hábitat (nosotros) y tendremos que repelerlas sobreviviendo a diversas oleadas. Algunas de estas incursiones son obligatorias y otras son optativas (nos llegará un aviso de amenaza, pero podremos ignorarlo); sin embargo, merece la pena hacerlas tanto por la obtención de experiencia y objetos, como por lo divertidas que pueden ser. Sobre todo, por el subapartado de mejoras para nuestra base, de tal modo que podremos aumentar las empalizadas, los cebos, poner catapultas, etcétera. Todo esto tendrá un coste importante de ingredientes, pero lo rentabilizaremos de sobra cuando esas herramientas nos faciliten la vida en esas incursiones.

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Combates muy divertidos
Obviamente, como todo juego de rol que se precie, los combates juegan un papel muy importante en el desarrollo de Ys VIII. Y en ese aspecto, estamos ante uno de los sistemas de combate más completos de la franquicia y de los más divertidos de los últimos años. Los combates se desarrollan completamente en tiempo real, siendo más un juego de rol y acción que un juego de rol tradicional. Tendremos control total sobre el personaje que controlemos y podremos atacar, saltar, bloquear, esquivar y usar habilidades espaciales que consumirán la correspondiente barra (la cual se recarga atacando otra vez). En el grupo llevaremos a 3 personajes como máximo y, durante el combate, podremos cambiarlos en cualquier momento pulsando simplemente un botón. Y será algo que haremos en abundancia, sobre todo en mazmorras, para ir cambiando de personaje constantemente y evitar quedarnos sin vida.

Los combates son trepidantes y muy ágiles, pero también exigentes. No podremos bajar la guardia en ningún momento si nos enfrentamos a enemigos de nuestro nivel o superior, ya que el intercambio de golpes constante juega siempre en nuestra contra ante la escasez de recursos inicial. Es ahí donde entra el dominio de la esquiva, un movimiento similar al de Bayonetta por el que, si esquivamos un ataque del enemigo en el momento adecuado, el tiempo se ralentiza, no sufrimos ni un arañazo y dicho enemigo queda a nuestra disposición durante unos segundos. Esto nos implicará, lógicamente, aprender las dinámicas de movimientos de los enemigos para saber cuándo usar esa esquiva y explotar al máximo nuestras posibilidades de supervivencia. Además, aunque cada uno de los personajes controlables tiene su propio estilo de combate, a la hora de la verdad se controlan de forma bastante similar y es cuestión de acostumbrarse a los pequeños matices diferenciadores (un poco más lento al moverse, un ataque un poco más largo, etcétera).

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Por si fuera poco, la evolución de los personajes es tan dinámica como la propia evolución de la exploración en el propio juego, de tal manera que el combate nos irá enganchando cada vez más y acabaremos disfrutando con las nuevas habilidades que iremos desbloqueando y con los desafíos cada vez más exigentes que nos plantean los enemigos. Todo esto está aderezado, no obstante, con un apartado técnico modesto. La franquicia Ys nunca ha destacado por ser un gran espectáculo AAA, pero sabe ofrecer lo necesario para funcionar satisfactoriamente y dejar un buen sabor de boca al jugador. Esta entrega mantiene esa línea y no destaca especialmente en ningún apartado técnico, pero tampoco lo necesita, ya que lo que nos presenta funciona a la perfección y deja un buen sabor de boca al usuario. Además, suaviza sus defectos con un gran trabajo a nivel de diseño (tanto de personajes como de mazmorras y enemigos, aunque hay algún diseño de gusto debatible, tal vez al estar muy influenciado por el estilo japonés) y una banda sonora muy buena, que fusiona varios estilos con bastante maestría.

Ya para terminar, destacar que el juego se lanza tanto en PlayStation 4 como en PC y PlayStation Vita y, en nuestra opinión, puestos a elegir, este es un juego que se disfruta más en la portátil de Sony. Las carencias técnicas no se notan tanto y es un juego ideal para una plataforma de las características de Vita, pudiendo dejar pausada la aventura en cualquier momento y retomarla en el mismo punto con facilidad. También puede ser que esta opinión venga motivada porque estamos ya acostumbrados a jugar la franquicia en portátiles durante los últimos años (Ys I&II, Ys III, Ys VI e Ys Seven en PSP; Ys Origin, Ys Memories of Celceta y ahora Ys VIII en Vita). Al final, se trata de una decisión meramente personal y todas las versiones, tanto la de PS4 y PC como la de Vita, hacen grandes cosas y no se diferencian en exceso, así que cualquiera de las plataformas será una buena decisión para los amantes del rol.

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8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.