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World of Warcraft Classic

World of Warcraft Classic

De vuelta al pasado

World of Warcraft: Classic, Análisis. Regreso al hogar

Una vuelta a Azeroth imprenscindible para los más fanáticos del lore creado por Blizzard. Revivimos la magia del volver quince años atrás en el tiempo y te contamos cómo le ha sentado.

Actualizado a

La eterna lucha entre el bando Horda y el de la Alianza ha vuelto a nuestros hogares con World of Warcraft: Classic. El videojuego original que enamoró a millones de personas vuelve tal y como lo recordábamos aunque con algunos cambios que pueden o no gustar pero que llegan, en parte, al éxito obtenido en su uso en servidores privados, ahora de capa caída. El perfecto recordatorio de que un videojuego de hace quince años puede seguir entreteniendo al igual que uno actual.

Un mes lleva con nosotros World of Warcraft: Classic y, como os comentábamos en las primeras impresiones que publicamos aquí en esta casa, el videojuego ha sido todo un éxito. Miles de personas han acudido a la poderosa llamada de ambas facciones para volver a revivir aventuras ahora —en mayor o menor medida— desahuciadas en la versión retail. Un mes en el que nos la hemos visto y deseado para poder subir de nivel; bien por las importantes colas de espera que hemos sufrido para acceder al reino, bien por la aglomeración de jugadores en servidores sobrepoblados. Gracias a la apertura del reino español, hemos podido llegar al final de este análisis que ahora podéis leer.

Nostalgia clásica

Cuatro años después de combatir a la Legión Ardiente, la nueva horda de Thrall se asienta en Durotar junto a la raza Tauren, los Troll y los Orcos. Para sorpresa de todos, los Renegados No Muertos unidos antaño por Sylvanas son invitados por el líder chamán para pertenecer a la Horda. Por otra parte, la Alianza formada por Enanos, Gnomos, Elfos de la Noche y Humanos se percatan de que su líder Varian Wrynn ha desaparecido, dejando a la Alianza y Ventormenta en serios apuros. Mientras tanto, la lucha entre ambas facciones resucita dejando atrás ese pacto que les unió para combatir al ejército demoníaco.

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Con menos texto pero de forma similar comenzaba nuestra épica aventura en World of Warcraft: Classic, tal y como empezaba hace casi quince años. Ahora no es necesario introducir nuestros datos y contraseña como aquellos días pues el cliente se sostiene gracias al lanzador Battlenet, pero todo lo demás sigue igual que siempre. La creación de personajes, con cuatro razas disponibles para cada bando o las limitaciones a la hora de elegir una clase —chamán exclusiva de la horda y paladín de la alianza—, nada de esto ha cambiado. Tampoco las apenas opciones de personalización disponibles para nuestros personajes; si escoges un peinado y te arrepientes de él, lo sentimos mucho, no hay servicio de peluquería.

Los inicios suelen ser duros aunque al correr Classic bajo el parche 1.12 este se hace más ligero. Ello quiere decir que las habilidades y características están más balanceadas y algunos enemigos cambiaron su comportamiento con el entorno. Los primeros diez niveles sirven a modo de entrenamiento, para hacernos con el sistema de juego, una vez logrado este primer objetivo se nos abren más posibilidades en forma de nuevas zonas neutrales y el sistema de talentos, que vuelve en formato “árbol” y con tres especialidades claramente diferenciadas entre sí.

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Es un gustazo volver a pasear por El Bosque de Argénteos, Los Baldíos, Bosque de Elwynn o Páramos de Poniente y verlos llenos de jugadores realizando misiones, pidiendo grupo para las tareas élite —sobre todo para las asociadas a la Isla de Fenris o la caza de Hogger— y maravillarse con los escenarios que tiempo después tras la llegada de Alamuerte fueron en su mayoría actualizados. El azote de nostalgia que se vive al recorrer esos parajes es importante y una buena muestra del excelente diseño de niveles que ha creado siempre la compañía californiana. Tal y como los creativos tras World of Warcraft comentaban en un diario de desarrollo publicado hace unas semanas, lo importante en el juego siempre fueron los escenarios, era lo que querían que el jugador recordase con el paso del tiempo. Y lo cierto es que el trabajo que consiguieron en su día es excelente pues todavía seguimos recordando escondrijos, atajos y curiosidades en cada zona. Hay lugar todavía para el asombro pues si hemos jugado a World of Warcraft a partir de Cataclysm visitaremos recovecos que el videojuego ahora mismo no contempla o que no hemos explorado en algún momento.

Mago, chamán, pícaro, paladín, guerrero, brujo, sacerdote, cazador o druida fueron las clases iniciales de World of Warcraft y las que ahora tenemos disponibles en Classic. Todas ellas han estado desde entonces recibiendo actualizaciones en forma de mejoras o correcciones pero en el título que hoy nos ocupa estos cambios se detienen en el parche 1.12. Así por ejemplo los árboles de talentos son diferentes a como fueron en su concepción y algunos hechizos y habilidades se ajustaron para mejorar su utilidad o reducir su potencia. Aunque todas sus especializaciones cuentan con sus diferencias la predilección por una u otra rama siguen vigentes como antaño. No es lo mismo un potente mago conocedor del elemento fuego que un estudioso del frío que tiene más posibilidades de sobrevivir ante encuentros múltiples o en JcJ. No obstante quince años da para mucho y el conocimiento que existe actualmente sobre las clases hacen que cada una de ellas en sus diferentes ramas de talento sean útiles para casi cualquier escenario posible aunque la experiencia de subida de nivel sea diferente según qué camino de especialización escojamos.

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El funcionamiento de todas ellas sigue siendo el mismo aunque a nuestro parecer se ha mejorado la jugabilidad de todas ellas. Lo que queremos decir con esto es que hemos notado que se ha afinado el timing entre la sucesión de hechizos o habilidades que se lanzan uno tras otro eliminando ese tiempo muerto que quedaba entre medias. Ahora esta secuencia parece más fluida y natural. Puede que sea una impresión nuestra pero lo cierto es que no recordábamos que fuera así en su día.

Sobreviviendo al entorno

Da igual qué clase escojamos en World of Warcraft: Classic, ninguna se salva de los peligros que acechan a cada paso que damos. El mundo de Azeroth es peligroso per se, más aún si nos adentramos en las zonas donde ninguna facción domina el territorio. Ya seas un mago poderoso, un escurridizo pícaro o un imbatible guerrero, en Classic no podemos atraer a enemigos en masa hacia nosotros o nuestra barra de vida se vaciará rápidamente. Hay clases que no sufren tanto como otras como es el caso del mago, quien se ha beneficiado del paso del tiempo para perfeccionar su modus operandi contra grupos de enemigos y que la mayoría de sus usuarios han puesto en práctica.

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Sin embargo incluso la tarea más sencilla de completar puede ponernos en un aprieto. Una mala decisión atrayendo a un solo enemigo y podemos vernos inmersos en una batalla contra otros tres o cuatro más que acuden en su ayuda. La supervivencia es el pan nuestro de cada día y es ahí donde las habilidades únicas de cada especialización entran en juego, algo que con el paso del tiempo se ha ido perdiendo. El CC o la incapacitación de enemigos vuelve a la palestra en WoW Classic otorgándoles su razón de ser principal y es algo que muchos añorábamos. Aunque su mayor uso sea en mazmorras no hay que temer de ellas fuera de las mismas pues resultan ser imprescindibles para muchas situaciones.

Hablando de mazmorras; adiós piedra de invocación, adiós utilidad Buscar Grupo. Los jugadores de World of Warcraft: Classic deben de buscar a mano a los miembros del grupo con los que desea hacer la mazmorra y caminar hasta ella si quieren que se lleve a cabo. La invocación desde la Piedra de Encuentro se añadió en The Burning Crusade así que la susodicha solo sirve para lo que significa, para quedar allí con el resto del grupo. Las instancias para cinco jugadores suelen ser duras y largas, lo suficientemente densas como para ocuparnos varias horas de juego, especialmente las de más alto nivel. Además, la mayoría de ellas y en contra de los conocimientos que teníamos previamente pueden soportar un total de diez jugadores en lugar de cinco. ¿Lo negativo? Que al estar en grupo de banda las misiones a desarrollar en este tipo de lugares cerrados no pueden ser completadas.

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Dieciocho mazmorras disponibles para grupos de cinco jugadores más otras dos para un total de 40 son las que se han incluido desde el principio. Más tarde se añadirá la mazmorra de grupo restante —en la fase 2 La Masacre— y las siguientes raids —en la fase 3 se añadirá Guarida de Alanegra, en fase 4 Zul’Gurub, en la quinta Ahn’Qiraj y en la sexta y última Naxxramas—. Todo ello en formato episódico para intentar emular lo máximo posible el plan de contenido originario de 2005. Hemos disfrutado en la gran mayoría de ellas en la medida de lo posible puesto que ahora es más difícil que antes encontrar grupo. ¿La razón? Una peligrosa moda que se ha impuesto en los servidores con la que se pretende completar cada una de ellas lo más rápido posible para ganar experiencia rápida.

Spellcleave o meleecleave son dos palabras que vais a leer constantemente en el chat de Búsqueda de grupo. Significa hacer la instancia propuesta a base de áreas gracias a las habilidades de los guerreros o magos. Si no eres una de esas dos clases tendrás bastante difícil encontrar grupo a menos que queráis montarlo vosotros, aunque esto no asegura nada. Arruina la experiencia de juego en pos de rapidez burlando el diseño de las mazmorras y además vuelve elitista a los jugadores dejando a un lado la mayoría de roles, quienes se sienten apartados porque nadie quiere llevárselos de mazmorras. De hecho incluso existen grupos donde los cinco integrantes son magos, nada de guerreros con escudo o sanadores.

Con grupos normales hemos experimentado la misma magia que desprendían hace más de una década y, aún conociéndolas al dedillo, hemos ido con cautela para no morir en nuestra empresa. Ya solo caminar hasta la entrada de la mazmorra elegida significaba correr el riesgo de morir antes de llegar pues solían rondar enemigos élite por la zona y en WoW Classic están ahí, afilando sus espadas sedientos de sangre. Nadie quiere morir por un pull mal realizado, los cementerios son escasos y suelen estar en la otra punta del mapa, al contrario que en la actualidad. Morir no significa que nuestra barra de experiencia reduzca pero sí implica un castigo como el de volver sobre nuestros pasos para recoger nuestro cuerpo y un descenso en la durabilidad de nuestra armadura.

Las mazmorras de banda Guarida de Onyxia y Núcleo de Magma, aunque puedan suponer un problema para algunos clanes, ya no son tan duras como cuando las visitamos hace quince años. Ya han sido completadas por muchas guilds tanto españolas como extranjeras y la razón es simple; todo el contenido se basa en el parche 1.12. El número de prejuicios que podemos aplicar a un jefe de banda se ha aumentado de ocho a dieciséis, el equipo obtenido en mazmorras de alto nivel es superior en estadísticas —no todos—, los talentos están altamente mejorados con respecto a cómo eran cuando se intentaba derrotar a Ragnaros o a la hija de Alamuerte, lo mismo ocurre con los hechizos y, además, ambas bandas fueron retocadas para ser más accesibles durante los dos años que permaneció el juego a la venta sin expansiones. Durante este primer mes de vida ha sido habitual ver cómo abatían a ambos enemigos con niveles por debajo del máximo y con equipación incluso verde, sin resistencias elementales. Todo esto cambiará a partir de Ahn’Qiraj, donde su cercanía con el parche 1.12 hará las cosas más difíciles. O al menos eso creemos…

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Sobre el componente JcJ tan solo podemos comentar que está más vivo que nunca. Hay una gran cantidad de jugadores que prefieren asesinar a aquellos que juegan con personajes de la facción contraria sin importar la zona donde se hallen o el nivel que tengan. Todavía no está implementado el Sistema de Honor, hará aparición en la Fase 2, pero esto no implica que los jugadores huyan de la posibilidad de realizar escaramuzas entre ellos.

¿Volvemos realmente al pasado?

La respuesta que todos esperamos leer es que sí, que nada ha cambiado y que las mismas sensaciones que tuvimos en nuestra primera toma de contacto con el juego hace más de una década volveremos a revivirlas. La respuesta real es; a medias. Los veteranos llegamos a World of Warcraft: Classic con algo más que un pan debajo del brazo y es imposible perderlo por el camino. Muchas de las misiones del juego las conocemos al dedillo y mucho más las mazmorras, el equipo que necesitamos para adentrarse en las que son de banda lo mismo y nuestra habilidad en el uso de hechizos y habilidades está más que entrenada con tantos años de juego a nuestras espaldas. Hay pocas cosas que puedan sorprendernos en Classic, si acaso lo comentado párrafos atrás, zonas que no hayamos explorado en su día.

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No obstante sí hay algo que nos ha hecho volver al pasado y es el aspecto social y el de progresión del personaje. En Classic no se regalan armaduras épicas por abrir cofres semanales o se suben puntos de destreza en profesiones de dos en dos —o de cinco en cinco—, de hecho prácticamente cualquier objeto fabricado a mano es mejor que los que podemos obtener en misiones salvo excepciones donde nos premian con una armadura o arma de calidad azul. No podemos montar en nuestro caballo hasta nivel cuarenta y obtenerlo tampoco es tarea fácil ya que hay que ahorrar dinero para comprar habilidades necesarias para afrontar nuevos retos. O componentes para hechizos.

Cada nuevo objeto de equipación obtenido en una mazmorra os hará esbozar una sonrisa tan grande que os hará pensar que, ahora sí, sois invencibles. Quizás solo seáis nivel 20 pero creednos que lo pensaréis. Toda ayuda cuenta en Classic y eso que hablamos solo de objetos de calidad verde, ya ni mencionar los morados, también llamados épicos. Y si cogéis una misión que la recompensa sea un objeto azul, iréis a completarla antes de que caiga el Sol.

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El sistema de progresión de World of Warcraft: Classic es igual que el original y desde su concepción está excepcionalmente bien diseñado. Sin llegar a ser demasiado exigente para el jugador pero tampoco fácil de progresar. El jugador puede conseguir todo lo que se proponga jugando tan solo unas horas al día siempre que tenga a mano un grupo de jugadores dispuestos a blandir su arma junto a él, al menos en lo que concierne a equiparse con el equipo necesario para las mazmorras de alto nivel. El sistema de profesiones también necesita de cierto tiempo para poder avanzar en su progresión pero como recompensa obtenemos nuevos objetos útiles para poder subir de nivel cada cierto tiempo.

¿Recorrer Azeroth a pata hasta nivel 40? Así es, en World of Warcraft: Classic, como en su día, el jugador debía de esperar cuatro decenas de niveles para poder utilizar una montura y, aún así, requería de al menos 90 monedas de oro para poder hacerse con una. Ni qué decir tiene que el jugador valorará enormemente el placer de tener uno de estos equinos a su disposición y poder pasear su melena al viento. Conseguir dinero en Classic no es tan fácil como en la versión actual —aunque existen guías y métodos para conseguirlo fácilmente— así que hacernos con la licencia para montar estos animales costará sudor y lágrimas. Truco: desuello combinado con sastrería dan mucho dinero.

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Cualquier logro conseguido en World of Warcraft: Classic es objeto de ser celebrado, símbolo de que el sistema de progresión del juego sabe recompensar pero también penalizar. No es ni era el mmorpg que más horas requería para poder llegar a ser algo en la vida virtual —salvo completar las mazmorras de banda muchas veces, que eso sí requería horas— pero su sistema de recompensas es lo suficientemente efectivo como para tener al jugador enganchado gracias a ello.

En lo social hemos visto que los jugadores vuelven a pedir ayuda para completar misiones, nos otorgan beneficios a nuestras estadísticas sin pedirlo, el chat de grupo se usa mucho más, el comercio entre jugadores está a la orden del día y vuelve a haber personas que solo quieren vivir aventuras sin importar cuando alcanzan el máximo nivel, están ahí para disfrutar del entorno y las hostilidades de los mismos.

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Para terminar correctamente este ladillo hay que decir que quince años dan para muchos estudios sobre el videojuego. No volvemos al pasado al jugar a Classic por lo mencionado en el primer párrafo y por esto último. No es lo mismo jugar ahora, con muchos más recursos y con un internet lleno de información acerca del título que a cómo era antaño. Hay guías de clases, trucos, rotaciones, teorycrafting y las estadísticas de los personajes se entienden mucho más. Todo eso ayuda a exprimirlo desde el minuto uno y elimina la carencia de información del pasado. Es decir; el juego es muy diferente para nosotros, pero sigue siendo el mismo.

Viejo por fuera, nuevo por dentro

World of Warcraft: Classic se ha lanzado con actualizaciones gráficas que en su día no estaban. El juego corre bajo una versión modificada del cliente Legión y, por ende, muchas de las opciones gráficas que estaban presentes en la penúltima expansión de World of Warcraft se pueden usar en Classic. Y no solo hablamos de opciones que podemos activar o desactivar, también de características que saltan a la vista. Por enumerar alguna de ellas tenemos texturas de mayor calidad, aumento del contraste, más vegetación, mejor iluminación y una optimización de bandera. Sobre este último punto tan solo hace falta mirar los requisitos mínimos para ver que echar una partida en WoW: Classic solo requiere de un ordenador Intel Core 2 Duo y una tarjeta gráfica de 512mb. El propio juego, además, se inicia con una configuración por defecto que establece los gráficos del mismo a cómo se veía hace quince años.

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Las nuevas opciones gráficas añadidas son el SSAO —iluminación avanzada— , aumentar la calidad del agua para que se aprecie como el cliente actual, poder elegir cual de nuestras tarjetas gráficas usar para el juego, calcular el valor alfa del multimuestreo, nuevas opciones en la configuración de la calidad de las sombras y de los rayos de sol y modificar la distancia de visionado y detalles del suelo. Esto último ya se podía retocar o bien dentro del juego original o mediante comandos en el archivo de configuración pero aquí, el jugador, puede ver aumentada la flora del entorno y además interactuar con ella.

El rendimiento del videojuego incluso con todo activado es fabuloso. Con un i5 6600, 8GB RAM DDR4 y una tarjeta gráfica GTX 1050TI hemos obtenido velocidades de 180fps en su máxima configuración posible, y eso usando una gran cantidad de addons que siempre consumen bastante memoria RAM.

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Lo único que no se ha retocado es la música la cual sigue conservando las enormes pistas que ayudaron a que el título fuera todo un éxito. Y si lo pensamos bien es en Classic donde más protagonismo tienen pues todas y cada una de las composiciones encajan perfectamente dentro del mapeado donde se reproducen ayudando así a que la interacción con el entorno sea lo más épica posible. Un solo ejemplo puede serviros: Ashenvale y su mítica pista de audio. Eso sí, la traducción al castellano que soporta el cliente de juego es la primera de todas, una que la compañía sacó en versión beta poco antes del lanzamiento de la primera expansión y en la que los propios usuarios reportaban errores y ayudaban a corregir la localización. Es desastrosa, sin rodeos, y hay errores en la gramática bastante graves o incluso fallos como que dos o más objetos se llamen de la misma forma.

Con respecto a cómo ha manejado Blizzard el gran cúmulo de jugadores que se han decidido a jugar a World of Warcraft: Classic ya le dedicamos un tiempo en las primeras impresiones que publicamos aquí hará unas semanas pero podemos confirmar que el sistema de layering sigue presente en los servidores más poblados. Ahora, en lo que concierne a los jugadores españoles, este sistema de capas prácticamente se ha abolido y apenas hay con respecto a otros reinos. Mandokir, el servidor español, tiene una fuente de jugadores bastante elevada aunque no como Firemaw o Shazzrah, donde jugamos prácticamente la mitad del tiempo empleado para este análisis.

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Quizás lo más importante lo dejamos para el final; cómo han llevado la versión 1.12 a World of Warcraft: Classic utilizando el motor de Legión. Por lo que hemos visto todo funciona a la perfección, o lo que es lo mismo, las mecánicas antiguas funcionan de igual manera en el cliente clásico. Han habido problemas con algunas trampas del Cazador o habilidades que antes no se comportaban de la misma forma en Vanilla con el Guerrero —entre otras— pero todo lo demás sigue igual. Hemos hecho mil y una mazmorras y todo ha ido como debía ser, tanto en la inteligencia artificial de los enemigos como en el sistema de despojo y los objetos que sueltan al matarlos.

Blizzard podría haber usado el cliente referencia y lanzarlo tal cual solucionando algunos problemas por el camino pero el juego, con la tecnología de ahora, era muy vulnerable y no podían permitirse eso. Desde los propios addons que ahora utilizan un lenguaje más complejo, pasando por la útil mensajería del programa Battle.net, habían muchos elementos que los desarrolladores debían de abordar si querían llevar la vuelta de este clásico a lo más alto. Para ello han implementado toda la base de datos del original así como los recursos gráficos en el cliente de Legión y ajustado para que todo fuera como hace quince años. Han utilizado servidores privados para comparar sus ajustes, han acudido a grandes streamers que conocían el juego al dedillo para ver si X habilidad hacía ese daño realmente, han colaborado con el equipo del servidor privado Nostalrius e incluso se creó un equipo interno dedicado única y exclusivamente para llevar a cabo World of Warcraft: Classic. Ha sido un árduo trabajo de ingeniería inversa utilizando la tecnología de ahora. Y no les ha salido nada mal...

Conclusión

Blizzard ha conseguido con World of Warcraft: Classic que jugadores veteranos y actuales vuelvan a experimentar la magia del primer cliente del juego. Nadie ha querido faltar a la cita y, de momento, todavía siguen en ella. El trabajo de ingeniería inversa hecho por Blizzard es alucinante y poco o nada se les puede reprochar; jugablemente es una experiencia totalmente Vanilla. El público actual no es el mismo que el de hace quince años y eso se nota así como el exceso de información existente en 2019 sobre el título. Por poner algún punto negativo; las excesivas colas que deben de sufrir algunos usuarios para acceder a un servidor extranjero o la lamentable traducción al castellano con la que contamos los españoles. Si eso no te importa, échale un vistazo porque World of Warcraft es una leyenda viva por algo, y todo comenzó con este juego.

Lo mejor

  • El trabajo técnico detrás de esta vuelta a la vida es envidiable.
  • Vuelve con todo aquello que muchos añorábamos y que eliminaron con el tiempo.
  • Nuevas opciones gráficas.
  • #NoChanges pedía la comunidad y así ha sido.
  • La banda sonora es soberbia.

Lo peor

  • La traducción al castellano da vergüenza. Que se lo digan a Varok Colmilloturbo...
  • Colas de hasta diez horas las primeras semanas para poder entrar al juego.
8

Muy Bueno

Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.