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StarCraft II: Legacy of the Void

StarCraft II: Legacy of the Void

Starcraft II: Legacy of the Void, Análisis

Blizzard nos trajo el pasado martes 10 de noviembre el tercer y último episodio de Starcraft II. Legacy of the Void nos cuenta la historia de los Protoss y supone el final, a nivel argumental, de una de las mejores sagas de la historia de los juegos de estrategia.

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El pasado martes 10 de noviembre, llegó a nuestros ordenadores Legacy of the Void, la tercera y última entrega de Starcraft II que además pone punto y final a la saga o, por lo menos, al arco argumental que nos ha acompañado desde que la primera entrega de Starcraft (acompañada poco después por su primera expansión, Brood War) saliera a la venta el 31 de marzo de 1998, hace la friolera de 17 años.

Como ya os contábamos en la previa, ha sido mucho lo que hemos vivido tanto en la primera entrega como en la trilogía que compone esta segunda, el conflicto Terran con su particular guerra civil, la amenaza Zerg y la creación de la Reina de Espadas, Kerrigan y las aventuras de los Protoss, de Artanis y Zeratul, el “traidor” de su pueblo que ha movido buena parte de los hilos de toda la historia que hemos vivido a lo largo de estos años.

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Precisamente y como ya sabréis todos, es esta última raza la que protagoniza este episodio final. Mucho se habló y se debatió cuando Blizzard anunció que Starcraft II iba a tener tres capítulos distintos, con una separación a lo largo del tiempo bastante prolongada. Sin embargo, ahora, con la perspectiva que el tiempo nos permite tener, podemos decir que la compañía estadounidense dio en el clavo con esta decisión ya que, de otro modo, no podríamos haber disfrutado de la que, probablemente, sea una de las mejores historias que se hayan narrado nunca en un juego de estrategia e, incluso, una de las mejores space opera del mundo del videojuego.

La campaña, como decimos, juega un papel fundamental en Starcraft II. Muchos son los hilos que debían cerrarse con esta tercera y última entrega que, desde luego, no defrauda a nivel argumental en ningún momento, sintiendo como todo lo que vivimos en anteriores episodios cobra sentido, los artefactos Protoss, los misterios de la raza Zerg o el papel fundamental de los Terran, la raza menos poderosa pero con un dote natural para la guerra toman especial relevancia en un capítulo final que nos atrapará desde las primeras misiones, sin dejarnos casi un segundo de respiro en una historia profunda, con una carga moral bastante más grande que la de los anteriores, con guiños a temas tan profundos como la religión, el ciclo vicioso de la guerra, la esclavitud, las clases sociales, castas o tradiciones milenarias que la raza Protoss se verá obligada a resquebrajar para poder sobrevivir.

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Evidentemente, no queremos entrar en muchos más detalles de los que os hemos dicho para no estropearos ninguna sorpresa, simplemente comentar que las historias que nos cuentan tanto las tres misiones que componen el prólogo como las 19 que comprenden la historia principal y las otras tres que forman el epílogo que nos servirá para cerrar todo el argumento conocido del universo Starcraft no va a defraudar a los aficionados. Además, pese a que hay un largo vídeo que nos permite recordar todo lo que ha pasado hasta ahora, recomendamos el volver a disfrutar de las dos primeras entregas o, por lo menos, de todas sus cinemáticas, para poder apreciar mejor los guiños y los pequeños detalles que se nos cuentan en Legacy of the Void.

Las misiones que deberemos de ir superando son, en general, bastante divertidas, con objetivos principales dinámicos que pueden ir variando a lo largo de nuestras misiones o los ya habituales objetivos secundarios que nos permitirán mejorar la Lanza de Adún, de la que os hablaremos más adelante. Blizzard, una vez más, intenta dar variedad a nivel jugable en la campaña para un solo jugador en un género en el que no es fácil hacerlo y, la verdad, lo hace bien en la mayoría de los casos. Empezaremos ya, en la misión primera, controlando un poderoso ejército Protoss con un número incontable de unidades que rompe un poco la dinámica de una primera misión en la que “empezar poco a poco” a la que nos tenían acostumbrados. A partir de ese momento se alternan tanto misiones en las que hay variaciones tan curiosas como las de mover nuestra base a través de una especie de raíl en búsqueda de suministros, como la de tener que escoltar una carga o ayudar a un poderoso personaje a avanzar en un misterioso duelo rodeándolo con nuestras tropas. Aunque, para ser justos, hay que decir que en esta entrega se abusa un poco de la típica misión de defender 3 o 4 puntos o atacarlos, y si jugamos a la campaña muy seguido en algunos puntos de la misma sentiremos algo de monotonía en según qué misiones.

Algo que merece la pena observar, también a nivel jugable, es el buen comportamiento de las nuevas unidades de los Protoss, además del retorno, en esta campaña, de viejas conocidas como los Dragones y otras que los más veteranos reconocerán de Starcraft II. Además, para ayudarnos en nuestro periplo contaremos en el campo de batalla con los poderes extra que nos otorga la Lanza de Adún, la nave de Artanis que nos ofrecerá opciones tan interesantes como el poder acelerar la velocidad de producción de unidades de los edificios o realizar poderosos ataques de artillería a ciertas zonas, además de incluso teletransportar a un sitio seguro a nuestras unidades para protegerlas. Muchos de los poderes de la Lanza, de hecho, se centran en agilizar el transcurso de las partidas, en dotarlas de un ritmo más rápido que nos permite, lo primero, acostumbrarnos mejor a la velocidad en la que se juega al modo multijugador y que, por otro lado, hace al título más accesible para los que no sean jugadores habituales de un género tan exigente como el de la estrategia.

En cuanto al modo multijugador, lo primero que nos llama la atención es el incremento de la velocidad de las partidas que es considerable y que sorprenderá a más de uno, acostumbrado a un ritmo más pausado en otros títulos. Esta decisión por parte de Blizzard busca tanto el acortar la duración de las partidas, para acercarlas a la de juegos referentes en el multijugador y los deportes electrónicos como LOL o CS:GO, además de facilitar el acceso a este exigente modo para los jugadores noveles, ya que, al poder terminar las partidas entre 10 o 30 minutos, en la mayoría de los casos, invita a que los que  saben menos a probar, a experimentar, a intentar trazar diferentes estrategias o a jugar de varias formas para dar con la tecla que les permita, por fin, ganar sus primeras batallas.

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Por supuesto, también se han realizado otros ajustes a nivel jugable y , como viene siendo habitual en cada entrega, se han añadido nuevas unidades para los tres ejércitos. En este caso, nos encontramos con el Ciclón y el Liberador para los Terran, el Merodeador y el Desolador para los Zerg y la Adepta y el Disruptor para los Protoss. Estas nuevas unidades nos ofrecen algunas alternativas interesantes a nivel jugable y, por norma, están bastante bien equilibradas tras su paso por la beta del juego que duró una buena cantidad de meses. Es cierto que Blizzard quizás podría haber incluido alguna unidad extra para aumentar el elenco de todas las razas pero, sin embargo, la compañía estadounidense ha decidido apostar por el poco pero bien y útil que por dar un número mayor de unidades poco compensadas entre sí o con escasa relevancia a nivel jugable.

Aun así, y pese a que el peldaño de exigencia se ha visto reducido, el nivel de juego que hay a día de hoy en el título de estrategia de Blizzard hará que los nuevos o aquellos que en los últimos tiempos solo hayan disfrutado de las campañas del juego. La comunidad que rodea a Starcraft II es una de las más exigentes que podemos ver en un videojuego en lo que al multijugador se refiere y esto puede lastrar la experiencia de no pocos usuarios.

Es por ello por lo que la compañía estadounidense se ha decidido a sacar nuevos modos de juego o habilitar herramientas de edición y otros puntos interesantes a lo largo de los últimos años. En el caso de Legacy of the Void vemos como llegan el modo Arconte, las Misiones Cooperativas y los torneos 1 Vs. 1.  El modo Arconte nos permite jugar junto a un amigo una partida normal del modo multijugador, pero, en vez de controlar cada uno a un ejército lo que tendremos que hacer es gestionar entre los dos una misma base, compenetrándonos y trabajando en equipo para sacar provecho a nuestras dos mentes y a la combinación de nuestras habilidades. Así, mientras uno se centra en recolectar recursos y construir, el otro puede ir explorando el campo de batalla y encargarse de la selección y gestión de unidades, por poner un ejemplo.

El siguiente punto son las misiones cooperativas, gracias a las cuales deberemos de escoger uno de los grandes y emblemáticos comandantes de la saga y colaborar con otro jugador, gestionando cada uno su propio ejército, para superar las diferentes misiones que se nos proponen. Este es un modo que funciona muy bien y que es peculiarmente divertido, al que además podemos sumar la adicción del conseguir diferentes recompensas al acabar las misiones para subir nuestro comandante de nivel y poder acceder a, por ejemplo, unidades más poderosas.

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Por último, os hemos mencionado los torneos 1 VS. 1 que han encandilado en sobremanera a la comunidad. Se tratan de competiciones, gestionadas automáticamente por el propio juego que tienen lugar a determinadas horas del día, un concepto que ya hemos podido ver en juegos como FIFA o PES. En estos pequeños campeonatos, tendremos que disputar tres partidas de 25 minutos cada una, con un tiempo de descanso de 5 minutos entre ellas, para conseguir alzarnos como vencedores del susodicho campeonato.

En lo que a nivel técnico se refiere, también se nota una cierta mejora en este tercer y último episodio de Starcraft II, mejorando algunos efectos visuales de los diferentes poderes de las unidades, así como las escenas cinemáticas que, además, ahora podrán llegar a alternarse con las misiones. Los mapas, además, ahora cuentan con más detalles que permiten disfrutar más de los diferentes escenarios, algo que sirve tanto para los nuevos como para los viejos conocidos, que también han sido retocados y mejorados. Mención aparte hay que tener, como siempre, al excelente doblaje del juego, a todos los efectos de sonido que nos iremos encontrando en todos los terrenos en los que disputaremos nuestras partidas y, sobre todo, en una banda sonora que roza la genialidad y que dota al juego, en todo momento, de un toque épico y transcendental que casa muy bien, sobre todo, con el modo campaña.

9

Excelente

Un título referente en su género, que destaca por encima de sus competidores y que disfrutarás de principio a fin, seguramente varias veces. Un juego destinado a convertirse en clásico con el paso de los años. Cómpralo sin pestañear.