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Rage 2

Rage 2

Apocalípsis

Rage 2, análisis

El último título del estudio de Avalanche queda lejos de su potencial.

Actualizado a

El primer Rage debía haber supuesto un salto de página para id Software. Los famosísimos padres de Doom y Wolfenstein presentaban nueva franquicia, nuevas tecnologías (las ya famosas “megatexturas”) y una nueva ambientación postapocalíptica que prometía hacer las delicias de los seguidores de la desarrolladora. Por desgracia, aquel experimento no salió como se esperaba y tanto en crítica como ventas los resultados de Rage no fueron los mejores. Casi 8 años más tarde, Rage vuelve con una secuela de la mano de Avalanche Studios, concretamente del estudio que se encargó de Mad Max, aunque id Software no deja de haber tenido mucha mano en este proyecto.

Así, la promesa de Rage 2 resultaba suculenta desde múltiples puntos de vista. Los creadores de uno de los juegos de mundo abierto postapocalípticos más populares jamás creados colaborando con id Software, maestros del disparo satisfactorio, a cargo del combate. El resultado final se acerca a lo planteado, pero por desgracia una serie de elementos sin pulir, errores a diestro y siniestro y una historia que nos deja tremendamente fríos hacen que ese acercamiento se quede ahí.

Una historia muy lejos de su potencial

Desde el primer momento la campaña de Rage 2 sufre de la incoherencia en su tono. Todo el material promocional apuntaba a que está sería una aventura que se tomase a si misma muy poco en serio, donde la aventura sería más un viaje divertido que una épica misión para salvar la Tierra. Sin embargo lo que acabamos obteniendo está a caballo entre ambas sin llegar nunca a destacar ni en su comedia ni tampoco en los sentimientos que nos consigue evocar. Ya desde esa primera misión se ve notar esta disonancia, con personajes recién introducidos que mueren poco más tarde de manera cómica, para luego intentar tratar de hacerte sentir mal con la muerte de otro personaje. Parece que los guionistas no lograran aclararse sobre el tipo de juego que querían hacer.

Más adelante esta diferencia de tonalidad se hace todavía más marcada. Durante el resto del juego interactuaremos principalmente con otros tres personajes, completando misiones para ellos con el objetivo final de acabar con el General Cross, líder de la Autoridad, un grupo que se creía destruido pero que al comienzo del juego resulta seguir existiendo. Estos tres personajes consisten en dos extremadamente serios que no muestran prácticamente ninguna emoción o afección hacía ti a lo largo de todo el juego y un tercer personaje que es la estrella de esta historia por ser algo diferente al resto: se trata de un alocado doctor cuyo estrafalario aspecto físico oculta una personalidad aún más extravagante.

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Cada uno de estos tres personajes nos ofrecerá unas tres misiones, la mayoría de las cuales implican adentrarnos en una mazmorra repleta de enemigos. Cuando decimos unas tres misiones es que a lo largo de toda la historia del juego debe haber entre diez y quince misiones, para una duración total de unas seis o siete horas. Esto puede parecer más puesto que a mitad de la campaña se nos hace progresar con todos los personajes hasta un nivel concreto. Para ello deberemos completar una serie de misiones secundarias cuyos tres tipos corresponden a cada personaje. Lo más parecido a esto sería el bloqueo de las misiones de las Tumbas en Anthem, algo que en su día causó una gran controversia y nos hace incapaces de explicar cómo ha llegado este sistema sano y salvo al lanzamiento.

El desenlace es poco satisfactorio y nos deja con la sensación de que, o bien el equipo se quedó sin tiempo para ofrecernos una historia verdaderamente completa o esta fue mutilada en pos de posteriormente vendernos las ya anunciadas expansiones venideras. El hecho de que podamos seguir explorando sin mejoras adicionales o cambios en el mapa denota la poca importancia que tiene la campaña para Rage 2. En su lugar, este es un juego que se centra en su contenido secundario, algo que para muchos puede ser una gran pega pero que curiosamente aquí funciona bastante bien.

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Contenido a raudales, pero, ¿de calidad?

Los objetivos secundarios son el componente principal de Rage 2. Puede sonar raro, quizás hasta absurdo, pero es la verdad. Mientras que la historia puede ser completada en una sola tarde, el resto del contenido del juego nos puede durar varios días sin problema alguno y puede ser bastante rejugable. A lo largo y ancho del mapa, como ya venimos estando acostumbrados, se reparten infinidad de iconos que representan las distintas tareas a realizar. Estas pueden ir desde completar una carrera a acabar con todos los bandidos de un campamento, destruir una serie de explosivos o minar un meteorito. Ninguna de ellas es especialmente innovadora, pero están brillantemente diseñadas para sacar lo máximo de las mecánicas del juego.

Así, los ya mencionados campamentos de bandidos presentan escenarios de combate más interesantes que cualquier misión de la campaña. Cada uno de ellos está repleto de grupos de enemigos de lo más variado, algunos presentando incluso minibosses rodeados de enemigos más pequeños. Las carreras, al contrario que la mayoría de juegos de este estilo que tratan de reciclar el mapa preexistente, cuentan con sus propios circuitos llenos de saltos y desviaciones. Las arenas donde nos enfrentaremos a rondas de enemigos cuentan con muchísima personalidad y los grupos de enemigos a los que nos enfrentamos también están escogidos con mucho mimo. Otros objetivos secundarios como unas torres robóticas psicóticas a las que derrotar no están tan bien diseñados, contando con patrones de ataque muy predecibles y siendo fáciles de derrotar explotando el terreno circundante y evitando así su desafío.

Quizás la estrella sean las caravanas de automóviles, ya presentadas en Mad Max, que patrullan el desierto en busca de personas cuerdas a las que robar y amedrentar. En este caso se soluciona el mayor problema de aquel juego, que era la imposibilidad de las mismas para reaparecer una vez derrotadas. Aquí se trata de un objetivo infinito y siempre tendremos una caravana que asaltar. No dejan de ser absolutamente espectaculares, grupos de coches moviéndose al unísono y a los cuales deberemos poner especial esfuerzo en derrotar. Pocas cosas en este juego se acercan al espectáculo de cinco bestias de acero levantando polvo en tándem.

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Independientemente de lo que hagamos, el juego cuenta con dos sistemas principales: los tiros y la conducción. Este último es bastante mejorable, con vehículos que podrían responder algo mejor a los controles del jugador. Los giros normales son algo menos agresivos de lo que querríamos mientras que el freno de mano es demasiado agresivo. El resultado es que constantemente abusaremos de este último hasta llegar al punto de poder conducir “más o menos bien”. Por mucho que lo intentamos nunca conseguimos disfrutar del todo de la conducción. Afortunadamente los chicos de Avalanche han debido preveer esto y podemos desbloquear un vehículo volador, el Icarus. Este aerodeslizador también resulta algo tosco de manejar, siendo su altura siempre relativa a la superficie sobre la que estemos y no relativa lo que hace que subir laderas o simplemente aterrizar sea a veces más complicado de lo que debería. En general, como en Mad Max, la conducción está bien pero deja bastante que desear, más aún si la comparamos con clásicos de la conducción arcade como Burnout Paradise o incluso otros juegos más similares como Watch Dogs 2.

El secreto está en... la acción

Afortunadamente hay un sistema en Rage 2 que sí alcanza nuestras expectativas y se queda bastante cerca de la perfección: los disparos. La acción en Rage 2 es espectacular y en sus mejores momentos llega hasta a alcanzar las cotas de calidad del Doom de 2016. Al comienzo del juego estamos bastante limitados, tanto en movimiento como en la potencia de nuestro arsenal de fuego, pero rápidamente. Poco a poco, gracias a las Arcas esparcidas por el mapa iremos desbloqueando nuevas armas y habilidades. Estas empiezan con mejoras simples como una escopeta o un doble salto pero poco a poco vamos obteniendo un inmenso arsenal con el que doblegar a nuestros enemigos. Para cuando acabemos el juego seremos auténticas bestias de matar y esa sensación de progreso en nuestras habilidades es posiblemente lo más satisfactorio del juego.

Cada una de las armas y habilidades que desbloqueamos nos ha dado buenas sensaciones. Las armas cuentan con distintos modos de fuego dependiendo de si estamos apuntando por la mirilla o no, por ejemplo nuestra escopeta disparará de forma normal sin apuntar pero cuando empujará a los enemigos unos metros hacia delante. Otras son más innovadoras como el revolver incendiario con el que dispararemos rondas con el botón izquierdo del ratón que luego prenderemos al dar al botón derecho y chasquear nuestro personaje los dedos. También las habilidades que desbloqueamos ayudan a esa sensación de poder total, pudiendo eviscerar en segundos a enemigos bien protegidos que antes tardaríamos decenas de tiros con un simple gesto de muñeca o aplastando a un grupo de nuestros enemigos con un salto devastador. Todo ello contribuye a hacernos sentir como un auténtico superhéroe o, quizás una comparación más apta, un sith con armas.

El último sistema que contribuye a que el sistema de combate de Rage 2 sea lo mejor del juego es la habilidad de Overdrive. Con ella y tras matar a una serie de enemigos en rápida sucesión nos volveremos una auténtica máquina de matar durante unos segundos. La acción se ralentizará y nuestras armas se recargarán automáticamente, harán más daño, dispararán de forma distinta y más potente y nuestra salud se regenerará a toda velocidad. Durante unos instantes nos volvemos auténticos dioses, una buena forma de contrarrestar los enormes grupos de enemigos que Rage 2 lanza contra nosotros.

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Al mismo tiempo, todos estos sistemas se pueden mejorar mediante un extenso árbol de habilidades. Cada una de las habilidades que desbloqueemos, cada arma, cada gadget e incluso nuestro vehículo principal pueden ser mejorados. Para ello dispondremos de innumerables tipos de recursos que obtendremos de los distintos objetivos secundarios. De nuevo, se trata de una de muchas formas en que Rage 2 intenta que nos sintamos poderosos y mejora a mejora lo vamos consiguiendo.

El diseño de enemigos tiene sus pros y sus contras. Por una parte, la variedad de enemigos disponible es bastante grande y se dividen también en clases con más o menos armadura. Esto da una sensación de dinamismo muy pronunciada al combate, pero por desgracia la inteligencia artificial de estos enemigos deja mucho que desear. Habitualmente se quedarán atrapados en el terreno, dispararán a sitios donde claramente no estas o se comportarán de manera excesivamente errática e impredecible. En el caso más notable de estos problemas el malo final se nos quedó atrancado durante una de las últimas fases, forzándonos a reiniciar la última pelea.

Un desierto lleno de errores

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Y desafortunadamente es así como sentimos que debemos cerrar este análisis, hablando de las muchas pegas e incontables errores del título. Lo que con unos meses más de desarrollo podría haber sido un título de acción no perfecto, pero sí sólido, ha terminado siendo un producto prematuro con mucha promesa sin alcanzar. Ya desde el primer campamento de bandidos notamos que algo fallaba en este juego. Quedarnos atrapados en una baldosa en llamas hasta morir, ser catapultados hacia el infinito por una pequeña explosión, una caída del juego al escritorio... En apenas veinte minutos experimentamos multitud de errores de consecuencias variadas, algo inaceptable en un producto a precio completo.

Cierto es que la frecuencia con la que encontramos errores disminuyó a medida que avanzamos en el juego, pero errores en el control de nuestros vehículos, fallos en el comportamiento de los enemigos, devaneos constantes de la cámara, muertes no merecidas... persistieron a lo largo de toda la experiencia, impidiéndonos siempre meternos del todo en el juego. Es una pena porque con una historia mejor y en un estado más pulido este habría sido uno de los grandes FPS de estos tiempos. Pero se han quedado a medio camino, llevados atrás por un aluvión de problemas técnicos que impiden que el juego brille.

Por lo demás, los controles dejan que desear en ambas versiones del juego. En ordenador los controles por defecto son absolutamente demenciales y tuvimos que reconfigurar gran cantidad de opciones, pero en consola los informes preliminares indican que tampoco es mucho mejor la situación, con controles de apuntado que dejan mucho que desear. Incluso en ordenador el apuntado con ratón no es lo que debería ser gracias a una deceleración del movimiento del mismo que, a día de hoy, no hay forma de desactivar. El doblaje al español es más que decente, superando en partes al original, especialmente en lo que respecta a actores secundarios.

Gráficamente el juego es bonito dentro de los límites del marco postapocalíptico, pero no llega a destacar precisamente. La atractiva paleta de colores usada en el material promocional ha quedado ahí y el juego luce un marrón anaranjado en la mayoría de sus escenarios que ya hemos visto antes muchas veces. Las armas están excelentemente diseñadas así como los efectos de los vehículos sobre el terreno, pero otros aspectos como los NPCs menos importantes o la claridad de las texturas en general dejan bastante que desear. La banda sonora, de Mick Gordon, famoso por Doom 2016, vuelve a ser una espectacular concatenación de canciones metaleras, adaptadas peor esta vez al juego por su naturaleza abierta. Sencillamente hay menos momentos en los que la música defina lo que está ocurriendo y en este caso es más bien un elemento con el que crear un poco de tensión antes de cada batalla.

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Conclusión

Rage 2 es un juego que quiere pero no puede destacar. Su combate es sólido y la sensación de aumentar en poder a lo largo de la experiencia funciona realmente bien, pero ahí se quedan sus grandes virtudes. Un mundo abierto extremadamente anclado en fórmulas preexistentes (y ya mejoradas) constituye un marco mediocre para la acción, unos enemigos bien diseñados pecan de ser sumamente tontos, la conducción tosca y evitable... Todos ellos, elementos que con un poco más de trabajo serían excelentes, pero tal y como nos llega Rage 2, no. Seguramente el fan más acérrimo de Doom 2016, que necesita algo más en esa línea y no puede esperar a Eternal, puede saciar su sed con Rage 2. Para todos los demás quizás será mejor esperar a ver como se desarrolla el juego en actualiaciones y expansiones a corto y medio plazo. Aun así no querríamos dejar con la sensación de que Rage 2 es un título completamente prescindible, ya que aquellos que quieran una excusa barata para pegar tiros a diestro y siniestro encontrarán aquí buen refugio. Pero a día de hoy, hay muchos juegos que hacen muchas cosas mejor.

Lo mejor

  • El combate, marca id Software y se nota
  • Gran cantidad de contenido secundario que completar
  • Un inmenso arbol de mejoras
  • Su banda sonora

Lo peor

  • Innumerables errores técnicos
  • Los controles, en consola y ordenador
  • Gráficos mejorables en algunos aspectos
  • Una historia excesivamente corta y simplona
  • Repetitivo, para bien y para mal
6.5

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.