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Little Dragons Cafe

Little Dragons Cafe

Gestión, Dragones y un buen café

Little Dragons Café, análisis: Lo nuevo del creador de Harvest Moon

El creador de Harvest Moon nos brinda la posibilidad de gestionar nuestra propia cafetería, cuidar de nuestro fiel compañero dragón y, de paso, conseguir los más variados ingredientes mientras exploramos el entorno. ¿Está a la altura de su legado?

Actualizado a

Resulta, cuanto menos curioso, lo duro que resulta recordar nuestro primer contacto con el mundo laboral. Muchos de vosotros mirareis con recelo el sector de la hostelería; otros se dedicarán a ello en la actualidad y, también es de recibo comentarlo, la carrera de hostelero da muchas alegrías a aquellos que han conseguido desarrollarla por vocación.

Los que tuvimos que pasarnos horas y horas sin poder sentarnos, deseando que llegase la hora de volver a casa o incluso de que terminase el verano para seguir la universidad, solemos recordarlo como una dura experiencia. Ocurre de forma similar en trabajos tan sufridos como la agricultura o la ganadería: poco hubiesen asegurado, durante el año 1996 —fecha en la que fue lanzado Harvest Moon de Yasuhiro Wada, referente directo de todo un género— que centrar la temática de un videojuego en una granja tendría su mercado.

Tras más de una veintena de títulos lanzados (con desiguales resultados y una serie de conflictos con la propiedad intelectual), un historial de éxitos fuera de lo común, y un punto de partida que sirve como referencia para títulos a la altura de Stardew Valley y para estudios de todo el planeta a la hora de triunfar en videojuegos para redes sociales y móviles, Wada vuelve a las andadas para mostrarnos un nuevo paradigma dentro de los títulos de este tipo. Little Dragons Café no solo reinterpreta algunas de las bases de los videojuegos de gestión y desarrollo estratégico, si no que los asimila desde el punto de vista del diseño asequible, de las mecánicas adaptadas a los más pequeños de la casa, eliminando prácticamente todos los obstáculos que supondrían los clásicos puntos de dolor.

El café del Dragón

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Así, el videojuego que nos ocupa mezcla la fantasía, la gestión de un restaurante y la recolección de recursos en un todo ameno pero carente de profundidad, llamativo en lo visual aunque desfasado a nivel técnico y estético, y con una pequeña historia que sirve como hilo conductor de los acontecimientos. Y es esto último lo que pone una particular nota de interés en el título que nos ocupa, que bien podríamos definir como un pequeño cuento interactivo lleno de graciosos personajes y particulares lugares de fantasía.

Nosotros interpretaremos el papel de un niño (o niña, según quién de los dos gemelos elijamos controlar) con el que, además de tener la responsabilidad de llevar a buen puerto junto a su hermano la cafetería que nuestra enferma madre no puede gestionar, tendremos que cuidar a un simpático Dragón. Una curiosa mezcla la cual, recordando a títulos como Little King’s Story, Harvest Moon o Deiland, no desata su potencial en ninguno de sus apartados.

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En esta ocasión nuestro objetivo no será ganar dinero para avanzar en la historia, si no mantener satisfechos a nuestros clientes por medio de sabrosas recetas. A través de un mini-juego basado en el ritmo y en una sucesión de pulsaciones, será evaluada la calidad de nuestras elaboraciones. Salvo en alguna particular ocasión, no tardaremos en acostumbrarnos a esta mecánica, por lo que conseguir nuevas recetas (investigando el mundo exterior), reunir los ingredientes necesarios (por medio de nuestro huerto o viajando con la inestimable ayuda de nuestro dragón), extender la oferta de nuestra cafetería y elaborar recetas de alto valor para el cliente no será difícil.

A medida que consigamos la felicidad de los comensales, cuidando (y alimentando) a nuestro pequeño (al principio, más tarde será capaz de volar y acabar con enemigos para conseguir su carne) dragón, se desbloquearán nuevas zonas, reuniremos más ingredientes y conseguiremos fragmentos de recetas. Los clásicos desafíos estratégicos de esta clase de juegos, relacionados con las cosechas, con regar nuestras plantaciones o cuidar de que las inclemencias del tiempo no arruinen el trabajo, han sido sustituidas por un desarrollo más lineal (apenas tenemos que utilizar fertilizante y acostumbrarnos al automatismo de la gestión), que sirve como hilo conductor de una sencilla historia presentada como una especie de cuento infantil. Todo ello, lamentablemente, resta profundidad y valor al conjunto, el cual, a pesar de su intención, no llega a las cotas de calidad exigibles para este tipo de producciones independientemente de cual sea su público objetivo.

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Un desigual acabado

Y llegamos al que, en primera instancia, más llama la atención a nivel general. El acabado gráfico de Little Dragons Café es vistoso, colorido y con un curioso efecto Cel Shading que intenta imitar la textura Faber Castell. Hasta ahí todo funciona sobre el papel; el problema viene cuando te das cuenta que el acabado general está lejos de lo que podríamos exigir.

Las animaciones son toscas, los escenarios (a pesar del buen diseño de la cafetería y de algunos elementos decorativos) son simples, se ven afectados por un popping excesivo y, en general, desprenden la sensación de pertenecer a la anterior generación. Parece que parte del equipo de desarrollo no da el nivel, siendo muy habitual ver videojuegos independientes con mejor pinta, incluso en plataformas como Verkami o Kickstarter. Desafortunadamente, la localización al castellano cuenta con fallos gramaticales y de expresión (no demasiado numerosos, eso sí) que supone otro handicap para su faceta pedagógica

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Conclusión

El título de Yasuhiro Wada se queda a medio gas en sus intenciones. Pudiendo servir de forma más o menos efectiva como producto interactivo —incluso educativo— con el que disfrutar padres e hijos, deja por el camino la imaginación propia del creativo a la hora de diseñar sistemas de juego monótonos pero efectivos, sencillos pero adictivos. En su plano audiovisual el trabajo parece extraído de un proyecto Kickstarter que no ha llegado al mínimo de recaudación, haciendo un uso del motor Unity bastante tosco. Pese a su colorido aspecto y su llamativo uso del cell shading, sus mediocres animaciones y un apartado técnico afeado por un popping excesivo no consiguen ser solventados por su faceta musical, repetitiva y anodina en la mayoría de ocasiones. Habiendo títulos como Stardew Valley a la venta o el futuro Summer in Mara en el Horizonte, el trabajo de Wada resulta poco competitivo y, lo que es peor, desesperanzador para su carrera. Videojuego analizado con un código para PS4 facilitado por la editora.

Lo mejor

  • Una historia que anima a seguir avanzando.
  • El título puede ser un buen motivo para jugar en familia.

Lo peor

  • Mediocre en casi todos sus apartados.
  • Se ha perdido por el camino la importancia de la gestión estratégica.
  • Queda muy lejos de títulos como Animal Crossing o Stardew Valley en opciones y profundidad.
6

Correcto

No es lo último ni lo más original, tampoco cuenta con la mejor ejecución, pero puede divertir si te gusta el género. Bien, pero mejorable. Cómpralo si te gusta el género y te gusta tenerlos todos.