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Codename: Panzers Cold War

Codename: Panzers Cold War

Guerra tibia

Después de dos entregas más que prometedoras de la saga Panzers, Stormregion regresa a nuestras pantallas con Cold War, ambientado por primera vez más allá de la Segunda Guerra Mundial. Sumérgete en esta nueva aventura en forma de estrategia en tiempo real y trata de demostrar que combatir a los nazis es cosa del pasado.

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A pesar del reciente lanzamiento de Halo Wars para Xbox 360 y del esfuerzo de compañías como Electronic Arts y su Command & Conquer para intentar dar mayor vitalidad a la estrategia en tiempo real en las consolas, la realidad es que el PC sigue siendo la mejor plataforma para este tipo de soportes con amplia diferencia. Juegos del nivel de Dawn of War II, todavía fresco en las estanterías, atestiguan esta afirmación, por mucho que lamentablemente las ventas durante sus primeras semanas estén muy lejos de niveles aceptables. Panzers Cold War quiere intentar cambiar esta tendencia.

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Para cualquier aficionado a este género, el nombre Panzers no debería sonarle precisamente a chino. Con dos notables entregas anteriores bajo la misma franquicia, Phase One y Phase Two, la gente de Stormregion ya demostró sobradamente su capacidad para aunar el despliegue táctico y el último gran conflicto bélico de alcance global: la Segunda Guerra Mundial. No obstante, con la infinidad de juegos de disparos, ETRs, ETTs, juegos de acción táctica, etc... que ya existen hoy día basados en la Gran Guerra, no son pocos los usuarios que desesperan pidiendo un cambio de ambientación en sus productos favoritos y aquí, en Cold War, lo encontrarán a medias.

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Eso se debe a que la desarrolladora ha decidido salirse de lo que parece el guión establecido en los diseñadores de videojuegos, aunque no mucho. Panzers Cold War nos sitúa inmediatamente después de la toma de Berlín, en una hipotética situación en la que las fuerzas soviéticas han ido creciendo en tamaño hasta llegar a proporciones alarmantes y se produce una tensión ambiental palpable con sus hasta ahora aliados occidentales, la OTAN. El incidente Tempelhof, que involucra una colisión entre un caza ruso y un carguero americano, es el detonante que provoca el nacimiento de un nuevo conflicto mundial y consigue que la WWII sea ya un recuerdo del pasado.

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Y básicamente esa es la principal excusa que nos pone a los mandos de un ejército y que nos lanza al campo de batalla sin más dilación. En ese sentido, Codename: Panzers Cold War resume perfectamente la esencia de lo que algunos llaman 'nueva generación' de juegos de estrategia en tiempo real, donde lo importante no está en la recolección y gestión de los recursos repartidos por el mapa sino en la administración de las unidades y en el fragor del combate mismo, premiando la valentía y el coraje de los que gustan de dirigirse siempre por campo abierto sin ningún compromiso.

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El principal obstáculo de esta nueva entrega de Stormregion, algo que trataremos de desarrollar en las próximas líneas, no reside en ningún problema de base; simplemente, no hay prácticamente nada en lo que el título alcance la excelencia, resultando a la vez entretenido pero demasiado convencional para el usuario medio que ya ha visto pasar docenas de juegos de este tipo. Ese hecho por sí solo no debería mermar el posible interés por el juego, con lo que profundizaremos un poco más para averiguar qué hay de caliente en esta nueva guerra fría.


Gráficos y Sonido
Movido como está por el motor gráfico Gepard3, en anteriores versiones del juego (y así lo hicimos notar en las impresiones al respecto que publicamos hace algunos meses) tuvimos notables problemas de rendimiento cuando tratamos de exprimir lo mejor que visualmente podía dar el título. Con una 4870 de 1Gb y a 1440 x 900 no ha habido nada que achacarle a Cold War, si bien a mayores resoluciones ya empezaba a haber algún que otro tironcillo en las circunstancias de mayor estrés poligonal.

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Eso es debido principalmente a que suelen ocurrir muchas cosas de manera simultánea en pantalla; tal vez no es el juego con mayor carga gráfica que ha pasado por nuestras computadoras pero lo cierto es que aquello que se muestra lo hace de forma convincente. Eso implica montones de tanques y de infantería disparando a la vez, explosiones, helicópteros llegando con refuerzos, bombardeos de napalm, edificios desplomándose aparatosamente y muros derribados ante el paso de los tanques.

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El gestor de física desempeña su labor de forma estupenda, al estilo de lo visto en World in Conflict, pues los elementos del escenario se van alterando a medida que se desarrolla el combate; los edificios, que sirven de cobertura a las unidades de infantería, parecen tener la masa justa cuando se desmoronan o incluso cuando otros elementos del escenario interaccionan espectacularmente con ellos, cosa que los desarrolladores explotan a conveniencia mostrando la caída de una grúa sobre una manzana de casas, por ejemplo. Una pena que no podamos atropellar a los soldados, la verdad.

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El diseño de los escenarios suele ser abierto o con los suficientes espacios para dejar paso a las estrellas de la noche, los tanques, que si no encuentran caminos ya hechos fácilmente se construyen uno propio. Eso significa que es habitual ver como árboles o postes eléctricos (genial el efecto chisporroteante que produce la rotura de los cables de tensión) son pobres obstáculos ante el avance de los blindados, al tiempo que la artillería va creando boquetes en la orografía que permanecerán allí durante todo el desarrollo de la partida, añadiendo cierto toque de realismo.

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Como viene siendo habitual en los últimos ETR, la cámara permite un grado de acercamiento considerable, espectacular aunque poco práctico, así como la posibilidad de rotar alrededor de las unidades para encarar mejor las batallas. Miles de partículas flotan alrededor de soldados y unidades como resultado de disparos y explosiones, al tiempo que sus animaciones - remarcables las de los blindados, algo sosas las de infantería - así como la gestión de las sombras dejan cierto regusto agridulce. En cualquier caso se podría afirmar que el juego cumple con solvencia el apartado gráfico, sin excesivos alardes pero tampoco con carencias notorias dignas de mención.

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A nivel sonoro se puede destacar el excelente trabajo realizado con los efectos de audio, porque la sensación de inmersión conseguida merece mencionarse. El chirriar de las cadenas, el ruido del ladrillo y el hormigón fragmentándose, los gritos de los soldados al morir, el paso del reactor de un avión al bombardear una zona, los helicópteros llegando con refuerzos... lástima que no acompañe el doblaje, en inglés subtitulado al castellano, para hacer de esta sección merecedora de mayores elogios.


Jugabilidad
Aquí reside el quid de la cuestión, donde los grandes juegos se distancian de los buenos juegos y el lugar en el que precisamente Codename: Panzers Cold War se muestra sólido y convincente pero sin llegar a levantar pasiones. Como antes habíamos adelantado, Stormregion ha creado un producto basado en la gestión táctica y en el frenetismo antes que en la estrategia pura y dura, si bien existen algunos componentes que lo separan de lo que sería el combate caótico más absoluto.

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Para empezar, no existen recursos que recolectar. Progresivamente a lo largo de la campaña principal y también en las partidas individuales, dispondremos de un pequeño ejército a nuestro servicio que empezar a comandar y a dirigir. La clave para conseguir reclutar más unidades consiste únicamente en la adquisición de puntos de prestigio, conseguidos a base de aniquilar unidades enemigas (cosa que proporciona experiencia a las unidades), controlar y mantener puntos de interés clave (banderas) alrededor del mapa o cumpliendo objetivos adicionales.

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Eso significa que el flujo de idas y venidas de unidades es constante, porque eliminar posiciones y adversarios es algo que ocurre con mucha frecuencia durante las partidas. Cada escuadrón tiene un coste distinto dependiendo de sus funcionalidades, de la misma forma que la velocidad con la que lo adquirimos también es variable. Dado que el límite máximo de unidades que se pueden simultanear no es astronómico, la idea consiste en generar una batalla a escala reducida pero constante. Esto impide 'atortugarse' en la base esperando reunir una fuerza inconmensurable para después salir y atropellar a todo rival a nuestro paso, premiando en cierta medida al atrevimiento y penalizando el conservadurismo.

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En su lugar, iremos construyendo poco a poco pero sin pausa. A medida que las unidades vayan saliendo de nuestros edificios de producción, existe una gran capacidad de personalizarlas a nuestro antojo; por ejemplo, podemos optar por dotar a un tanque de una cadena reforzada que impida que sufra penalizaciones al movimiento si es alcanzado por una mina o bien adecuar un lanzallamas a su cañón principal para hacerlo doblemente efectivo en sus enfrentamientos contra la infantería. Este tipo de personalización (customization, en inglés) es fundamental que la aprendamos para triunfar en el campo de batalla.

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Y como esas habilidades, muchas otras: dotar de capacidad antiaérea a un blindado, optar por aumentar la potencia del motor para acelerar más rápido, alargar el radio de visión de una unidad, hacer anfibio un vehículo de transporte, construir una torreta defensiva en la que se pueda atrincherar la infantería, cavar túneles con el boina verde para un rápido transporte de tropas alrededor del mapa, aumentar el blindaje para prolongar la supervivencia en combate, destruir un puente, asignar tareas de reparación a un MPV... y todo esto individualmente unidad por unidad, flexibilizando al máximo el grueso de nuestras tropas.

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Al contar con unos escenarios de desarrollo abierto, la gestión territorial pasa por tener ojos en todas las partes del mapa que puedan suponer una auténtica diferencia si las conquista el enemigo. Panzers Cold War no solamente nos permite jugar con doble monitor simultáneamente sino que reintroduce el sistema de PiP (picture in picture, en inglés) que consiste en poder tener vigilada una parte del terreno mediante cámaras que podremos alternar con una simple pulsación de teclas. El dominio de habilidades menores como puede parecer ésta, supone la diferencia entre el jugador mediocre y el avanzado.

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Ciertamente y sobre el papel, Codename: Panzers Cold War ofrece muchas posibilidades distintas. Planteada una estrategia sobre el mapa táctico, uno puede intentar sorprender al enemigo de muchas formas diferentes: escondiendo comandos para una emboscada, surcar un río con el bote hinchable de un boina verde y atrapar por detrás las defensas enemigas, sabotear un edificio enemigo para evitar que siga produciendo tropas, plantar campos de minas impidiendo el avance de los blindados enemigos, construir bunkers con morteros atacando al enemigo a distancia...

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Pero en la realidad, por lo menos durante la campaña principal, el mejor recurso es construir el mayor y mejor batallón de tanques posibles y lanzarse al ataque. Incluso en tempranas misiones de protección de convoyes, pasearse junto a los camiones armados hasta arriba es la mejor de las soluciones con diferencia. Menos mal que en las partidas contra la CPU en dificultad alta, la IA ya empieza a pensar de forma más imaginativa para ponernos las cosas difíciles y uno ya debe preocuparse de capturar las banderas más interesantes, como las que permiten obtener refuerzos vía marítima o mediante el tren.

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En el calor del combate, puede haber muchas cosas que se nos pasen por alto y que son importantes porque así lo han querido los desarrolladores; por ejemplo, que cada blindado sufre daño de blindaje por el lugar donde recibe los impactos, que si un escuadrón no está completo y maneja un vehículo se pierde eficiencia, que hay que echar un ojo a la cantidad de munición de un escuadrón antes de lanzarlo al combate... y así muchas cosas más que requieren de un micromanejo constante que, incluso a la velocidad más baja del juego, no da tiempo a realizar.

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Hay varios tipos de unidades para cada bando, tanto de infantería (estándar, ametralladores, morteros, paramédico, boinas verdes, francotiradores, ingenieros...) como de transporte y ataque blindado (vehículos de observación, ligeros, medios, pesados, con lanzallamas, con orugas de repuesto, con misiles tierra-aire...), aunque se echa de menos la presencia aérea o marítima más allá de unidades de soporte, la verdad, que hubiese aumentado el componente estratégico. Aún así, las posibilidades que quedan en manos del jugador son considerables.

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Como antes comentábamos, cada bando (OTAN y Rusos) disponen de habilidades especiales que se obtienen capturando puntos de interés y disponiendo del prestigio necesario: enviar ataques de artillería a puntos determinados, barrer una zona con napalm, realizar un reconocimiento fotográfico, crear interferencias para evitar llegadas aéreas, lanzar contenedores de suministros... toda una serie de ataques espectaculares que marcan la diferencia una vez en combate.

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Junto a la campaña principal, con sus misiones con línea argumental, sus héroes y demás, contamos con toda una serie de posibilidades multijugador; la primera, a través de internet y la red GameSpy que no hemos podido probar por falta de quorum antes del lanzamiento del juego, los modos Dominación o 'Hot Seat' que tienen que ver con la cantidad de prestigio ganado y por supuesto el juego a través de LAN. Bastante correcto todo, sin nada que sobresalga especialmente por encima del resto de productos del mercado.

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7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.