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Ape Out

Ape Out

Al ritmo de la Donkey Konga

Ape Out, Análisis. Un gorila en Hotline Miami

Llega lo nuevo de Devolver Digital. Un rítmico juego de acción para PC y Switch con un gorila que huye y los desafortunados humanos que están en su camino

Actualizado a

El guardia de celdas mantiene la vista puesta en el animal que tiene delante. Encaja un gesto burlón y despectivo, y en su mano sostiene una porra eléctrica con la que amenaza de ataque ante cualquier movimiento imprevisto.

El simio está erguido sobre sus dos patas traseras y le mira con una mirada de contenida furia pero solemne, el resto de los animales contempla la escena desde sus jaulas. Como si estuvieran en un coliseo romano.

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El guardia se encara al simio, le agita la porra delante de la cara y le insta a volver a meterse en su celda. Lo acompaña con insultos y comentarios despectivos. Necesita hacerse respetar y, harto de esperar, golpea al animal con la porra, que se aparta tratando de protegerse sin éxito con los brazos. Le golpea y le golpea sin control. El humano es torpe y está nervioso, y el animal aprende a esquivarlo con rapidez. El humano da un último intento de golpe, y el simio lo ve venir y le agarra el brazo.

El guardia lo mira con una mezcla de desprecio y terror, y maldice al simio diciéndole, como si escupiera cada palabra, que aparte sus apestosas manos de él. El simio le mira con la rabia de una especie maltratada durante años, y le responde con una sola palabra que suena como un rugido: “NO”. Golpea al guardia con su propia porra.

¡EL SIMIO SE ESCAPA!

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El nombre del gorila de Ape Out no es César, protagonista de El Origen del Planeta de los Simios, pero ambos comparten la misma rabia. Poco sabemos de qué ha hecho que acabe en ese laboratorio, pero sabemos que está encerrado contra su voluntad siendo objeto de experimentaciones, y que decenas de paredes de cemento y un número inhumano de seguridad armada le separan de la libertad. El nuevo título distribuido por Devolver Digital, dirigido por Gabe Cuzzillo, no podría ser más claro en su premisa.

Golpeamos con fuerza el cristal y el primer científico cae aplastado, pero no será el único. Solo con la brutalidad de nuestros puños el gorila encarcelado deberá escapar de la instalación en la que se encuentra, al ritmo de una furiosa percusión que acompaña cada uno de nuestros golpes. Ape Out es un concierto procedural que siempre suena bien.

Desde los primeros instantes con el juego sabemos que se trata de una propuesta con mucha personalidad. En la pantalla de título, un suave ritmo de batería nos muestra al animal tras unas rejas, y cada una de las interacciones con los menús está acompañada de golpes de baqueta que marcan rítmicamente el inicio del juego. El arte del juego es minimalista y colorido, como la portada de un disco de los años 60, y las pantallas de carga recuerdan al chisporroteo de un viejo proyector antes de que comience la película.

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Ape Out no es un juego de ritmo, pero perfectamente podría serlo. Es un juego de acción arcade en perspectiva cenital en el que el uso de la música es tan crucial para el disfrute de la experiencia como lo es apalizar a decenas y decenas de monigotes que nos plantan cara. El concepto es simple y bastante directo. Avanzamos por niveles creados proceduralmente en los que nuestro objetivo es siempre llegar hasta la salida acabando con todo lo que se nos ponga por delante.

El juego se sucede a toda velocidad, estamos huyendo al fin y al cabo, y el diseño de niveles es principalmente lineal pero está lleno de bifurcaciones, zonas de diferente amplitud y algunos callejones sin salida, para que tengamos la sensación de que nosotros mismos estamos haciéndonos un camino de huida y no siguiendo meros pasillos.

De hecho, el juego se encarga de reforzar esta idea marcando nuestros pasos con una estela coloreada, y cada vez que morimos, algo que pasará bastante a menudo, la cámara se aleja y vemos en la pantalla de muerte el diseño completo del nivel y la línea que hemos seguido recorriendo el escenario. Es curioso descubrir de esta forma que podemos pasarnos los niveles sin recorrer la mayor parte de los mismos, pero el objetivo final de esto es mostrarnos cómo el camino que hemos seguido es solo uno de los posibles, y que gran parte de lo que aumenta o disminuye la dificultad del juego es nuestra capacidad de encontrar la salida con la ruta más rápida y eficaz.

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Si decimos que morimos mucho no es porque el juego sea particularmente complicado, pero sí que es cierto que es un juego que exige reflejos rápidos y mantener la atención en todo momento. Un paso en falso o un mal cálculo a la hora de enfrentarnos a los enemigos hará fácilmente que volvamos al inicio del nivel.

Los enemigos en Ape Out son guardias de seguridad armados con todo tipo de armas de fuego, desde pistolas hasta lanzacohetes pasando por dardos envenenados. Nosotros, bueno, somos un gorila. Un gorila fuerte pero un gorila, y estamos lejos de ser inmortales. El juego nos invita a estar todo el rato en movimiento, y a reaccionar con rapidez ante cada situación que se nos presenta.

La vulnerabilidad es un factor clave del gameplay, y huir de las balas es tan importante como dar guantazos. Por ello es importante saber cómo funcionan cada una de las armas que portan los enemigos para entender cómo reaccionar ante ellas. Podemos huir corriendo de una escopeta, pero ante un francotirador es mejor poner pared de por medio. Una pistola es lo suficientemente débil como para permitirnos el riesgo de lanzarnos a por el enemigo incluso sabiendo que nos va a disparar, y coger a enemigos desprevenidos hace que cualquiera de sus armas sea insustancial. A través del diferente armamento, conseguimos grupos de enemigos variados que presentan diferentes niveles de desafío.

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Para compensar estos enfrentamientos tan tremendamente asimétricos, el juego pone por delante un par de mecánicas para suavizar la experiencia. No todas las armas nos hacen el mismo daño. Podemos sobrevivir a tres disparos de una pistola o de una escopeta a una distancia generosa, pero un solo disparo de un francotirador o un lanzacohetes acabará con nosotros. Esto nos permite jerarquizar el orden en el que nos enfrentamos o huimos de los enemigos. Por otra parte, los enemigos siempre se sorprenden momentáneamente al vernos. Desde que nos ven hasta que nos disparan tardan un tiempo prudencial en reaccionar en el que podemos aprovechar para emboscarles.

A la hora de pegar tortas, tenemos las de ganar. Un solo golpe del gorila acaba con prácticamente cualquier enemigo. El set de movimientos es tan efectivo como corto de explicar. Podemos dar un empujón con un gatillo del mando (o con un click del ratón) y agarrar al enemigo con el otro. Si empujamos al enemigo y se golpea contra una pared morirá al instante, y también podemos hacer carambolas, chocando enemigos entre sí y matando varios pájaros de un tiro. Si agarramos podemos usar al enemigo como escudo humano, usar su arma momentáneamente -que ellos dispararán hacia la dirección que estemos apuntando- o podemos lanzarlo como si pegáramos un empujón, aunque con un mayor control de dónde queremos dirigirlo.

Es un sistema de combate rápido y reactivo, más enfocado a quitarnos al enemigo de en medio para seguir moviéndonos que en emboscar de forma estratégica y pausada. Su sencillez hace que no tenga mucha profundidad, pero el juego es lo suficientemente corto para sentir que se le saca el máximo partido en todas las situaciones, sin llegar a echar verdaderamente de menos una mayor complejidad ni sentirse repetitivo. Dicho esto, una mayor variedad de habilidades, o al menos más ramificaciones de las existentes, habría sido bienvenida y beneficiado al juego a largo plazo, que se queda corto en ese sentido.

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La aventura está compuesta por cuatro mundos representados como cuatro discos de vinilo. Cada vinilo tiene dos caras y cada cara contiene unas 5 o 6 canciones fragmentadas en niveles más cortos. El resultado de esta mezcla videojueguil y musical es más de una veintena de niveles rápidos de superar, y en general bastante frenéticos. A pesar de que las mecánicas no varían durante la experiencia y no hay ningún tipo de progresión, la aventura consigue mantenerse fresca por cómo va cambiando la temática y el diseño de los niveles conforme avanzamos.

Hay niveles más pasilleros y otros más abiertos. Hay algunos con un desplazamiento mayoritariamente lateral y otros que nos obligan a bifurcarnos más. Hay niveles que hacen uso de eventos únicos, como un bombardeo del que debemos cubrirnos, o un apagón que limitará gravemente nuestra visión, así como la de los enemigos. Y antes de que sintamos que el juego está agotando sus recursos, terminamos el vinilo y el siguiente nos lleva a una localización diferente, con enemigos diferentes y un acompañamiento musical diferente.

La aventura en su conjunto no es muy larga. Ape Out dura alrededor de unas 5 horas dependiendo de cómo se te pueda atascar o no según qué niveles. Además de la historia principal, tenemos un nivel de bonus, un modo difícil por si la experiencia estándar no nos parece lo suficientemente desafiante, o si sentimos que es un juego que queremos dominar, un modo arcade con tablas clasificatorias y muerte permanente.

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Para cuando lo hemos terminado, es un juego que nos puede dejar con ganas de más y en el que fácilmente cabría otro vinilo. Aunque es cierto que el equilibrio entre lo adictivo y lo cargante en este caso puede resultar complicado, y con la duración actual la aventura consigue ser lo suficientemente diversa y entretenida sin ahondar en la repetición, algo que quizás no podríamos decir si se alargase su duración. Esta sensación de querer más lo convierten en un juego inmediato bastante rejugable a corto plazo, y es muy agradecido aunque solo tengamos diez minutos para dedicarle.

Al final es un juego que apuesta más por la calidad que por la cantidad, y su excelente diseño visual y sonoro es prueba fehaciente de ello. Su estética minimalista y estilizada favorece a un diseño de niveles en el que todo es perfectamente legible incluso aunque suceda a gran velocidad. La perspectiva cenital juega con la profundidad, con paredes que parecen salirse de la pantalla. Cada puerta que abrimos da la sensación de ser gigantesca, y genera el sentimiento de estar en un entorno imponente y opresivo. Por contra, la predominancia de los colores planos lo convierte en un juego muy llamativo, y por cómo experimenta con la paleta de colores entre niveles, consigue dotar a cada uno de un valor estético único. Reseñable es también la experimentación con los textos. Da gusto ver la presentación de cada nuevo nivel. Cómo los títulos se entrelazan, se retuercen y se sitúan sobre el escenario al ritmo del incesante jazz.

Ape Out es un juego muy expresivo, que se asegura de hacer que cada momento tenga algo que ofrecer a nivel artístico. Ya sea a través de la música, de su estupenda estética o de su ágil diseño de niveles. Esta huida de un animal hacia su libertad es un placer audiovisual, que acompañada por un adictivo apartado jugable se convierte en una experiencia notable muy a tener en cuenta, a pesar de su reducida duración.

Análisis realizado para la versión de PC.

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Conclusión

Ape Out está en un apetecible punto medio entre la experimentación y la diversión tradicional que encontramos en un juego arcade de acción cenital. Su presentación audiovisual es impecable y se siente muy autoral: "Un juego de Gabe Cuzzillo", reza la pantalla de título. Pero este enfoque no le resta importancia a una jugabilidad sencilla pero muy adictiva, que nos tiene al borde del asiento la mayor parte del tiempo, donde cada golpe bien dado cuenta y cada bala que evitemos proporciona una gran sensación de adrenalina. Su particular estilo visual y aproximación a la música -que lo convierten casi en un juego de ritmo- hacen que sea una experiencia bastante única y alejada de algunos de sus referentes más evidentes. Aporrear a decenas de guardias de seguridad es más divertido cuando se hace a ritmo de jazz.

Lo mejor

  • Entra por los ojos, su estética minimalista nunca deja de sorprender con nuevos usos de la paleta de colores
  • Uso excelente de la música, con una banda sonora procedural de percusión que acompaña a nuestros golpes
  • Niveles con un diseño procedural y amplio, cada uno con sus particularidades
  • Ritmo frenético, no hay relleno ni momento para pausas

Lo peor

  • La historia es intensa pero corta, nos quedamos con ganas de más
  • Se echa en falta una mayor profundidad en las mecánicas, o un sistema de progresión que invite a la rejugabilidad
7.6

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.