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Ni drones ni ultrasonidos: esta técnica milenaria es lo más eficaz para controlar fauna silvestre en los aeropuertos

La cetrería sigue siendo uno de los métodos más fiables y de menor impacto ambiental para el control de fauna silvestre en instalaciones aeroportuarias.

cetreria aguila de harris

El control de plagas y fauna silvestre en los aeropuertos es esencial no solo por una cuestión de salud pública, sino también por seguridad operativa. Mientras que métodos modernos como los drones o los ultrasonidos permiten ahuyentar animales silvestres de manera efectiva, muchos aeropuertos y aeródromos siguen optando por una técnica ancestral: la cetrería. Este método milenario consiste en utilizar aves de presa como azores y águilas de Harris para expulsar a intrusos como palomas, gaviotas, zorros, conejos o incluso jabalíes en las zonas aeroportuarias, y ofrece varias ventajas clave con respecto a los procedimientos más avanzados a nivel tecnológico.

Por qué la cetrería sigue siendo clave para el control de plagas en zonas aeroportuarias

La cetrería es una práctica milenaria originaria de Asia Central, donde se comenzó a entrenar a aves rapaces para la caza hace más de 4.000 años. Considerada una combinación de arte de caza refinado y técnica de adiestramiento animal, la cetrería ha sido adoptada por diferentes culturas a lo largo de la historia, desde el mundo árabe hasta la Europa medieval. En la actualidad, esta técnica no está en desuso en absoluto, sino que ha encontrado un nuevo propósito dentro del ámbito del control de plagas. Gracias a su precisión, eficacia y carácter ecológico, el uso de aves como azores, halcones peregrinos o águilas de Harris se ha convertido en una solución fiable y sostenible para mantener a raya a la fauna silvestre en entornos sensibles como los aeropuertos, sin necesidad de recurrir a productos químicos u otros métodos más invasivos y potencialmente perjudiciales para la fauna, la flora y el propio ser humano.

La presencia de fauna no controlada en los entornos aeroportuarios supone un riesgo real tanto para la seguridad de las operaciones como para la salud pública. Aves como gaviotas, estorninos o palomas, que cuentan con grandes poblaciones que suelen desplazarse en bandadas, pueden provocar colisiones con aeronaves, especialmente durante el despegue o el aterrizaje. Estos incidentes no solo pueden provocar daños a los motores y las estructuras, sino que también obligan a desviar o cancelar vuelos, con el consiguiente impacto económico. Además, animales terrestres como liebres, zorros o incluso jabalíes pueden colarse en las pistas o zonas de rodaje, provocando situaciones de emergencia o accidentes si interfieren con el tráfico aéreo. Por si fuera poco, algunas de estas especies actúan como vectores de enfermedades o plagas secundarias, lo que añade una dimensión sanitaria al problema. Por estos motivos, los aeropuertos deben contar con estrategias eficaces para mantener a estas posibles amenazas bajo control.

La cetrería se usa en aeropuertos de toda España como método de control de fauna silvestre desde hace medio siglo
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La cetrería se usa en aeropuertos de toda España como método de control de fauna silvestre desde hace medio siglopicture allianceGetty Images

Aunque tecnologías modernas como los drones espantapájaros o los sistemas de ultrasonidos han ganado popularidad en el control de fauna silvestre en aeropuertos, ambos presentan limitaciones importantes. Por un lado, los drones requieren de operadores entrenados, y su uso queda muy condicionado por las condiciones meteorológicas. En el peor de los casos, pueden generar conflictos con el propio tráfico aéreo. Por otra parte, los dispositivos de ultrasonidos, diseñados para emitir frecuencias molestas para ciertas especies y así ahuyentarlas, tienden a perder efectividad con el tiempo, ya que los animales acaban habituándose a ellos, o aprendiendo a evitarlos buscando rutas alternativas. Además, su radio de acción es muy limitado, y no todos los animales reaccionan de igual forma a este tipo de estímulos, por lo que su efectividad queda severamente reducida.

Frente a estas alternativas, la cetrería ofrece una solución analógica más versátil y universal. Las aves rapaces adiestradas ahuyentan a otros animales con su mera presencia al ser percibidas como depredadores naturales, estableciendo los aeropuertos como su “territorio de caza” y, por consiguiente, provocando que la fauna involucrada evite activamente la zona. A diferencia de los drones, las aves rapaces no generan interferencias tecnológicas ni requieren baterías o mantenimiento técnico, y, a diferencia de los ultrasonidos, no provocan contaminación acústica ni habituación. Casos como el del aeropuerto de Almería, o el de Madrid-Barajas, que cuentan con equipos especializados de halconeros y rapaces entrenadas, demuestran que la cetrería sigue siendo una herramienta muy eficaz y de bajo impacto ambiental que permite mantener las pistas despejadas, garantizando la seguridad aérea. En España, la cetrería se emplea en aeropuertos desde hace medio siglo; Félix Rodríguez de la Fuente fue uno de sus principales impulsores.

Resulta irónico, e incluso poético, que en un mundo tan dependiente de la tecnología, esta técnica ancestral con miles de años de antigüedad siga representando un caso de uso práctico en la actualidad. La cetrería es mucho más que un método de caza o una técnica de adiestramiento animal: los avances que posibilitaron el desarrollo de la aviación trajeron consigo nuevos desafíos que la propia tecnología no puede solventar de manera eficaz. O lo que es lo mismo: la cetrería demuestra que, en ocasiones, la mejor respuesta no es lo más nuevo, sino seguir apostando por un arte que ha demostrado su efectividad a lo largo de los siglos.

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