Tecnología
En 1990 ayudó a crear el Internet que conocemos hoy: no ganó dinero por ello hasta catorce años después
Así es la historia de Tim Berners-Lee, una persona que cambió el mundo y a la que le debemos mucho.
Hay veces en las que los grandes inventos de la humanidad no traen consigo un cheque millonario, al menos no de inmediato. Esto mismo es lo que le sucedió al bueno de Tim Berners-Lee, el padre de la World Wide Web, que no vio ni un solo euro por su impresionante creación hasta 14 años después de lanzarla al mundo. Parece mentira, pero estamos ante un dato real.
Todo empezó en 1989, cuando este ingeniero británico trabajaba en el CERN (sí, el famoso laboratorio europeo de física) y se le ocurrió una idea tan sencilla como revolucionaria: conectar documentos e información a través de enlaces. Vamos, crear la web tal y como la conocemos hoy en día. Tras ponerse a ello y trabajar en varios prototipos, en diciembre de 1990 ya tenía listo el primer navegador -llamado, atención, “WorldWideWeb”- y los protocolos de aún usamos: HTTP y HTML.
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Pero aquí viene lo curioso: no lo patentó, no lo vendió, ni le puso precio. Nada. Según el propio Berners-Lee, si hubiera cobrado su invento, la web no se habría globalizado nunca, y estaríamos hablando hoy de “muchas webs pequeñas” en lugar de una gran red compartida. Este gesto de generosidad tecnológica fue lo que lo dejó fuera del reparto de millones de euros... al menos por un tiempo. No fue hasta 2004, con 49 años, cuando recibió su primer gran reconocimiento económico: el Premio de Tecnología del Milenio, dotado con 1,2 millones de dólares. Y aun así, durante la ceremonia, el tipo seguía diciendo que su mérito fue solo “añadir un pequeño toque a cosas que ya existían”.
Hoy, Berners-Lee dirige el World Wide Web Consortium (W3C) desde el MIT y trabaja en otro invento igual de ambicioso: la Web Semántica, una forma de darle sentido a los datos para que los ordenadores entiendan mejor lo que buscamos. ¿Suena a ciencia-ficción? Puede. Pero viendo de lo que es capaz este señor, quién se atreve a dudarlo. Y lo dicho: 14 años para cobrar por crear internet. Si eso no es paciencia, no sabemos qué lo es.
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