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Opinión

Microsoft y Activision: no es una guerra de consolas, sino de modelo de negocio

El peor estado de Activision Blizzard se ha cruzado con un momento dulce en Redmond, que consuma un movimiento empresarial histórico.

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Microsoft y Activision: no es una guerra de consolas, sino de modelo de negocio

Microsoft compra Activision Blizzard. Compra Call of Duty. World of Warcraft. Diablo. Starcraft. Overwatch. Tony Hawk. Candy Crush. Crash Bandicoot. Guitar Hero. Spyro. Hearthstone. Sekiro. Y más. Los periodistas y medios bien informados apenas tuvieron unos minutos de gloria porque lo que daban como posibilidad, se hacía oficial poco después. Casi 70.000 millones de dólares para la compra más grande de la historia de la industria. Un movimiento que si se podía hacer, era ahora.

En el mejor momento de Microsoft y en el peor momento posible para una Activision Blizzard con un daño en la imagen casi irreparable y la sensación de desapego cada vez mayor de parte de sus mayores fans. Es en este punto donde se han cruzado los dos destinos. Decía Phil Spencer que reevaluarían la relación con ellos tras los escándalos de Kotick y compañía. Vaya si lo han hecho.

La compra de Activision Blizzard de parte de Microsoft trae consigo muchas preguntas, pero mientras lo más básico está ya a debate en redes (¿Serán Call of Duty y Diablo, exclusivos?), la realidad es que la envergadura de esta adquisición es mucho mayor. No se trata de plantearse si los juegos dejarán de salir en PlayStation o en Switch, sino de ampliar horizontes a lo que la compañía lleva diciendo desde hace tiempo. Se trata del impulso al juego en la nube allá donde estemos, de un Game Pass que recibirá otro saco de juegos de primer nivel que siguen ampliando su modelo de negocio. El mensaje no es “Call of Duty no está en tu consola”, algo que dudo llegue a suceder; el mensaje es que “con Game Pass lo tienes desde el primer día sin coste extra; además de estos otros ciento y pico”.

Así las cosas, el movimiento de Microsoft no debe emplazarse en un marco de Guerra de Consolas y exclusivas, sino en el concepto de expansión del Play Anywhere. De modelo de negocio. Lo dicen en el comunicado: “Las fantásticas sagas de Activision Blizzard van a acelerar nuestros planes con el juego en la nube, permitiendo a más gente en más sitios en todo el mundo a participar en la comunidad Xbox con teléfonos, tablets, portátiles y otros dispositivos que ya tienen”. Es la expansión del ecosistema. Y no es nuevo.

El pasado 10 de junio, Phil Spencer definió en un briefing con la prensa su estrategia: dejar de mirar el hardware como una barrera y democratizar los videojuegos “desde y donde quieras”. Nube y Game Pass van de la mano en su hoja de ruta, y esto refuerza ambos pilares. Hace tiempo que vemos esto posible pero lejano, aunque cada vez parece menos lejos. Si hay que triunfar con el juego en la nube, jugando con una app instalada en tu Smart TV como tienes Netflix, seguramente tendrás más opciones de hacerlo con Activision, Bethesda y los demás que sin ellos. Eso piensan en Microsoft. Y no parecen estar equivocados.

¿Un salvavidas para Activision?

El anuncio llega en un momento de supuesto callejón sin salida para Activision Blizzard, con los escándalos a la orden del día, sagas y desarrollos en stand by y la sensación que se ha dicho basta. La posición de debilidad de la compañía – a años luz de sus mejores momentos- seguro que ha sido clave en esta transacción, algo que se puede ver como una oportunidad para ellos.

La integración dentro de Microsoft Game Studios debería cambiar el modelo de negocio, y un soporte como Game Pass puede ayudar a que juegos pensados para el largo plazo (¿alguien dijo Overwatch 2?) tengan un entorno propicio para crecer y desarrollarse. Estratégico es, también, que la compra sea a una empresa como Blizzard, simple y llanamente historia viva del videojuego en PC, precisamente otro de los pilares del ecosistema de Xbox.

Queda mucho por saber a nivel organizativo, futuro de las sagas, juegos en desarrollo y más, pero Microsoft sigue dando pasos muy firmes en esta nueva generación. Y solo estamos en enero.