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Ya con Metroid Dread

Top 10: los mejores juegos de la saga Metroid (2021)

Pasado el lanzamiento de Metroid Dread, última entrega y uno de los grandes juegos del año, actualizamos nuestro top con las mejores aventuras de Samus.

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Top 10: los mejores juegos de la saga Metroid (2021)

A principios de año, con motivo del 35 aniversario de la saga, decidimos votar y elegir las mejores entregas de Metroid. Pese a no contarse entre las franquicias más exitosas de Nintendo cuando se trata de ventas netas —razón por la que ha padecido algunas etapas de ausencia notables—, sí es una de las más queridas por los fans, y también de las más influyentes en el resto del medio. No en vano, metroidvania sigue siendo una etiqueta común para referirse a muchos de los mejores juegos de scroll lateral modernos (véanse casos como Ori o Hollow Knight), aunque ni siquiera esa competencia ha conseguido evitar que algunas de las aventuras de Samus Aran permanezcan entre las mejores del género décadas después de su estreno.

Lo que no esperábamos nosotros por aquel entonces, al confeccionar la lista original, es que Nintendo iba a anunciar una entrega nueva durante el E3 y lanzarla ya este mismo año. Hablamos, por supuesto, de Metroid Dread. Tras el buen resultado obtenido en Samus Returns, la compañía japonesa decidió aliarse de nuevo con la española MercurySteam para avanzar la cronología de la saga por primera vez desde Metroid Fusion, juego de Game Boy Advance estrenado en el ya lejano 2002. La ocasión, cómo no, merecía una segunda vuelta. Jugar a la entrega de Switch, dejar que cogiese un poco de poso y ver cómo encajaba con el resto de la serie. Así que eso hemos hecho, y a continuación os dejamos nuestro top diez actualizado de Metroid.

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10. Metroid II: Return of Samus

Empezamos con la segunda entrega. Return of Samus se estrenó en 1991, fue el primer Metroid portátil y, aunque tuvo que adaptarse a la limitadísima paleta de colores de Game Boy, añadió más nivel de detalle a los sprites de Samus y sus enemigos. El desarrollo, eso sí, se replanteó, cambiando las frecuentes idas y venidas entre zonas del Metroid original por un progreso algo más lineal en el que Samus debía eliminar a todos los metroides de un área antes de avanzar a la siguiente. Pero no por ello la exploración faltó a la cita, ya que por el camino todavía podíamos encontrar montones de bienes opcionales como ampliaciones de vida y misiles.

Además, pese a los inevitables cuellos de botella, la adquisición de habilidades también volvió a ser clave y el juego estrenó tanto el salto espacial —imprescindible para las entregas 2D de ahí en adelante— como la aracnosfera —adaptada por Retro Studios en la trilogía Prime—. También fue el primero en implementar estaciones de guardado (en Japón, el primero dejara guardar gracias a los disquetes del periférico Famicom Disk System, pero fuera recurriera a contraseñas), y aún hoy se mantiene como una entrega atípica por mostrar a Samus como una cazadora en el sentido más literal de la palabra —tenía que buscar y exterminar a todos los metroides— y por transcurrir en SR388, planeta natal de esta especie y lugar donde pasaron de ser un enemigo más a un organismo complejo con varias etapas evolutivas.

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9. Metroid

A punto de cumplirse tres décadas y media desde su estreno, el primer Metroid sigue siendo un juego muy a tener en cuenta. El primer motivo, evidentemente, es la lección de historia que ofrece: aunque entregas posteriores han refinado sus mecánicas, el original ilustra con gran eficiencia el bucle jugable de la saga, permitiendo adentrarnos en las profundidades del planeta Zebes para buscar de forma no lineal mejoras del cañón y el traje, hacer backtracking hacia zonas previas con las habilidades nuevas y derrotar a jefes tan emblemáticos como Braid o Ridley. Su visión fue clara desde el principio, y aún funciona si somos capaces de adaptarnos a su exigente dificultad y a la ausencia de un menú de mapa que pone nuestra memoria a prueba.

Más allá de su propuesta jugable y estructural, algo en lo que también apenas ha envejecido —o lo ha hecho de forma grácil— es la ambientación: si bien el aspecto técnico ha evolucionado mucho desde entonces, la Zebes de NES todavía consigue atrapar gracias a la naturaleza más etérea de sus escenarios —con diseños menos definidos y mayores contrastes de color con los omnipresentes fondos negros—, la presión a la que someten sus extraños enemigos y una banda sonora que cambia la euforia de la acción inicial por la inquietud de las zonas más avanzadas con una destreza magistral pese a las limitaciones de la época 8-bits. Metroid no solo es una lección sobre cómo construir un metroidvania, sino también un entorno alienígena.

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8. Metroid: Samus Returns

Como muchos ya sabréis, Samus Returns es un remake de Returns of Samus, la entrega de Game Boy que abrió la lista. Eso significa que heredó tanto la premisa de dar caza a los metroides del planeta SR388 como una mayor limitación estructural que otras entregas, aunque MercurySteam incluyó novedades para paliarlo y satisfacer a los fans que llevaban tanto tiempo esperando por otro Metroid de scroll lateral (a su llegada, Zero Mission ya tenía más de doce años). Evidentemente, el primer cambio fue el apartado gráfico, ya que el planeta natal de los metroides se reconstruyó en tres dimensiones para dar profundidad extra a sus fondos —luciendo de paso el efecto estereoscópico de la portátil—, aunque el tratamiento distó de quedarse ahí.

El diseño se retocó considerablemente para ofrecer mayor escala y una exploración más satisfactoria, dando uso a ítems como el rayo enganche o las bombas de energía, no presentes en Game Boy. Aunque tan o más significativa fue la revisión del combate para introducir apuntado libre y una técnica de contragolpe que permitía rechazar ataques enemigos para luego contraatacar. Otro estreno para la saga fueron las habilidades Aeion, técnicas para escanear escenarios, crear escudos defensivos, ralentizar enemigos o aumentar nuestra capacidad ofensiva a cambio de consumir los recursos almacenados en una barra. Samus Returns alcanzó un buen equilibrio entre la vieja escuela y las comodidades modernas, demostrando que todavía había lugar para el Metroid de scroll lateral décadas después de su nacimiento.

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7. Metroid: Zero Mission

Enlazamos un remake con otro remake, esta vez basado en el juego que dio origen a la saga. Diseñado para GBA aprovechando la experiencia con Metroid Fusion, Zero Mission es, hasta la fecha, la última entrega con gráficos 2D, algo que se traduce en un exquisito nivel de detalle en escenarios y enemigos. Es, también, la primera a nivel argumental, ya que recontextualizó la misión de NES como la primera de Samus —de ahí el título— y expandió su historia con nuevos eventos más allá de la derrota de Mother Brain. Si bien era tradición ver a la cazarrecompensas fuera del traje metálico al final de cada juego, Zero Mission creó toda una sección para jugar sin él, introduciendo infiltración y permitiendo acceso al traje que luciría en otras entregas.

El grueso del juego, naturalmente, seguía bastante de cerca el desarrollo del Metroid original, y no faltaron recreaciones mejoradas de localizaciones tan emblemáticas como Brinstar o Norfair —ampliadas y ahora sí con mapa para orientarse—, ni encuentros más épicos contra jefes como Kraid o Ridley. Pero también se incluyeron nuevas zonas y rutas, enemigos y minijefes, así como variantes del rayo y otras habilidades estrenadas en entregas posteriores para enriquecer la exploración: el salto espacial de Return of Samus, la aceleración de Super Metroid, el agarre a salientes de Fusion, etc. Aún hoy sirve como una de las mejores puertas de entrada a la serie.

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6. Metroid Prime 3: Corruption

Seguimos con otro Metroid bastante moderno, pero que ya empieza a quedar sorprendentemente atrás en el tiempo: Corruption se estrenó en 2007 y fue tanto uno de los primeros juegos estrella de Wii como la culminación de la trilogía creada por Retro Studios. Viniendo de GameCube, la nueva consola no permitió dar un salto técnico tan visible como en otras generaciones, pero el estudio tejano exprimió cada gota del hardware y además hizo un uso extensivo del Wiimote y el Nunchuk no ya para disparar apuntando directamente hacia la pantalla, sino también activar mecanismos con movimientos de la mano, arrancar escudos enemigos tirando hacia nosotros y otras acciones que añadían variedad al desarrollo.

Eso sí, tratar a Corruption solo como un Metroid Prime con Wiimote sería contar una historia incompleta, y no solo porque sus antecesores también fueron adaptados a Wii poco después, sino porque esta entrega se caracterizó tanto o más por aumentar la escala: en su misión para localizar a otros cazarrecompensas desaparecidos, Samus debía viajar entre varios planetas (incluyendo el mundo natal de los Piratas Espaciales), más pequeños por separado, pero con ambientaciones igual de cuidadas y más dosis de acción en cada uno de ellos. Esto llevó a un gran protagonismo de la nave —ocurrente sustituta de los ascensores que permitía elegir entre los puntos de aterrizaje para mitigar el backtracking— y la introducción de la mecánica de corrupción que le daba título, útil para arrasar con todo a cambio de sacrificar parte de la vida. Un clímax menos profundo, pero apropiadamente bombástico para cerrar esta etapa.

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5. Metroid Fusion

Metroid no ha durado 35 años a base de simplemente mejorar la misma fórmula una y otra vez, y para muestra, Metroid Fusion. Aunque a nivel superficial recuerde a Super Metroid o Zero Mission, el primer juego de GBA intentó y consiguió materializar con éxito lo que más tarde se le resistiría a Other M en Wii: una experiencia algo más lineal y con mayor carga narrativa que sus predecesores, pero con todavía espacio para que el jugador disfrutase de la exploración dentro de los confines delimitados por Adam, ordenador que nos daba instrucciones durante la aventura. Su estación espacial ofrecía momentos de soledad y tensión, a veces incluso bordeando en el survival horror gracias al uso de la iluminación y algunos sobresaltos.

Como última entrega de la cronología hasta la llegada de Dread, Fusion retomaba el hilo del exterminio de metroides en SR388 y presentaba una nueva amenaza, el parásito X, capaz de prosperar después de que Samus eliminase a sus depredadores. Precisamente del ataque de este parásito a la cazarrecompensas surgía la temible SA-X, una réplica de Samus que nos sorprendía en diferentes puntos del juego y nos forzaba a ocultarnos o escapar debido a su clara superioridad ofensiva. Momentos como esos o la frecuente introducción de nuevas variables y emboscadas al pasar por escenarios conocidos lograron que Fusion tuviese uno de los desarrollos más memorables y ahora perdure como una de las entregas favoritas para muchos fans.

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4. Metroid Dread

Aquí está. Escalando por la mitad alta encontramos Metroid Dread, una de las grandes sorpresas de 2021. Y no solo por su repentino anuncio y lanzamiento, sino también por el hecho de haberse revelado como uno de los mejores juegos de Switch en lo que lleva de vida. La primera entrega de scroll lateral para una consola de sobremesa desde Super Metroid (si optáis por jugar en modo dock al menos) ha estado a la altura de las circunstancias, logrando notas excelentes e incluso reclamando el galardón a mejor aventura en los recientes The Game Awards. Aunque más importante que los premios es el cómo se ve y, sobre todo, el cómo se juega: porque Metroid Dread refina y eleva el trabajo de MercurySteam en Samus Returns a todos los niveles.

No se trata solo de que la consola permita aumentar resolución, nivel de detalle y correr a 60 frames por segundo, es también una cuestión de la artesanía en las animaciones y el diseño. Dread es una experiencia mucho más fluida, capaz de apilar acción sobre acción con naturalidad (apuntado en 360 grados, contragolpes, deslizamientos, dashes aéreos) y lanzarnos hacia mapas más grandes sin que el ritmo se resienta. Los robots E.M.M.I. nos pueden eliminar al instante y aportan el temor que promete el título —aunque también posibles frustraciones a los menos pacientes—, pero incluso cuando funciona como un Metroid más convencional, Dread deslumbra gracias a su fantástico control, una exploración que no nos lleva siempre de la mano y una selección de jefes que ofrecen algunos de los mejores combates de la saga.

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3. Metroid Prime 2: Echoes

Regresamos a la serie Prime para encontrarnos con otra réplica oscura de Samus, aunque no la misma de Fusion. Porque tras su intenso encuentro con Metroid Prime al final del juego homónimo, una sustancia mutágena llamada Phazon creaba una criatura nueva mezclando el ADN del monstruo con el de la cazarrecompensas. No sería hasta Echoes cuando Samus y Samus Oscura se verían las caras, y el escenario para sus duelos fue un planeta también aquejado por su buena ración de problemas: resulta que el Phazon había estado causando estragos en otros lugares de la galaxia y, en el caso de Éter, había clonado el propio planeta, creando una dimensión paralela conocida como Éter Oscuro con sus propias especies y peligros.

Por tanto, la misión ahora no era simplemente ir de zona en zona resolviendo puzles, adquiriendo nuevas habilidades y derrotando jefazos (varios de los mejores de la saga), que también; sino hacerlo teniendo en cuenta que el método de progresión podía requerir viajar a la réplica siniestra y altamente tóxica —el aire nos quitaba vida a menos que nos refugiásemos en zonas especiales— para encontrar una ruta alternativa o localizar los objetos custodiados por la raza de los Oscuros. Echoes fue un juego más difícil y enrevesado que su antecesor, y algunos fans lo consideraron demasiado laborioso para su propio bien. Pero es innegable que localizaciones como las Ciénagas de Torvus o la futurista Fortaleza del Santuario todavía se cuentan entre lo mejor que ha dado Metroid a nivel de diseño y ambientación.

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2. Super Metroid

A pesar de tener casi tres décadas a sus espaldas, este clásico de la generación 16-bits sigue siendo uno de los principales baremos con los que medir a cualquier metroidvania que intente colarse en el olimpo del género en la actualidad. Un juego que incluso fuera de contexto sorprende por su capacidad para clavar aspectos esenciales como la impecable ambientación o el equilibrio entre exploración significativa, con libertad, y un progreso que gotea de forma constante localizaciones, enemigos y habilidades para mantener el desarrollo interesante. Incluso brilla en términos narrativos gracias a un uso muy comedido de secuencias, diálogos o scripts para que el planeta Zebes hable por sí mismo. Y vaya si lo hace.

Es incuestionable que Super Metroid ha sido superado en el terreno de los gráficos, el control o la escala, pero el hecho de que sea un producto de su tiempo (apenas el tercer Metroid y un juego lanzado mucho antes de que el término metroidvania se uniese a nuestro lenguaje) juega a su favor cuando se trata de destilar los elementos más puros de la fórmula, elevarlos a la excelencia y no perder energía con distracciones. Al igual que Zero Mission, es una versión exponencialmente mejorada de la visión original, pero casi nada de lo que carece respecto a juegos posteriores es porque le faltaban en su momento, sino porque sus sucesores tuvieron que desarrollar otras fortalezas para diferenciarse. En tres décadas, ningún juego ha sido a Super Metroid lo que Super Metroid fue a Metroid. Al menos en 2D...

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1. Metroid Prime

En 3D, la cosa cambia. Llegar antes no siempre es llegar mejor, pero en el caso de Metroid Prime, Retro Studios logó semejante hazaña al primer intento que desde entonces todo ha quedado un poco a su sombra. Echoes aumentó la complejidad y el número de pasos necesarios para progresar; Corruption priorizó un avance más acelerado y con abundante acción; Prime, en cambio, se mantiene como el equilibrado término medio, el juego que mejor aúna los niveles vastos, llenos de detalles y secretos con un ritmo ágil, que nos lleva de zona en zona de forma constante y natural —al menos hasta la búsqueda final de los Artefactos Chozo, una práctica recurrente de la trilogía que requiere backtracking extra desde que conseguimos todo el equipamiento esencial—. Pero más allá de sus aciertos como Metroid, Prime es un juego legendario por su forma de reinterpretar y evolucionar aspectos más generales.

La vista en primera persona abrió las puertas a una experiencia más inmersiva, todavía aventurera gracias al grado de exploración y al uso de un centrado estilo Zelda, pero que nos ponía literalmente en la armadura de Samus para ver todo a través de sus ojos. Los vapores empañaban el cristal del casco, las gotas de lluvia lo mojaban al mirar hacia arriba, los enemigos salpicaban sus entrañas al explotar. Pero no solo era un truco visual y tenía aplicaciones jugables de la manos de visores como el de Rayos X o el escáner encargado de introducir un nuevo sistema narrativo: más allá de alguna secuencia puntual, todo, desde los puntos débiles de los enemigos hasta los ecosistemas de cada región, el funcionamiento de cada mecanismo o las ancestrales crónicas del planeta Tallon IV, se recababan directamente del entorno (centrándonos en criaturas, plantas, estructuras, murales) gracias a este visor. Un clásico atemporal que todavía deja el listón muy, muy alto para el futuro Prime 4.

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Metroid Dread

  • NSW
  • Acción
  • Plataformas

La historia de Samus continúa tras los acontecimientos de Metroid Fusion cuando aterriza en el planeta ZDR para investigar una misteriosa transmisión enviada a la Federación Galáctica. Este planeta remoto está totalmente dominado por agresivas formas de vida alienígena y seres mecánicos aterradores. Samus es más ágil que nunca, pero ¿logrará escapar de las garras de la amenaza inhumana que merodea por las profundidades de ZDR? Metroid Dread es un plataformas de acción y disparos a cargo de MercurySteam y Nintendo para Switch.

Carátula de Metroid Dread
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