Muere, mutante.

A todos aquellos que conozcan el universo RPG post-nuclear de Fallout, probablemente no encontrarán en esta nueva entrega su juego definitivo. La orientación hack & slash de Brotherhood of Steel, sin embargo, sí puede atraer a muchos que quedaron con hambre tras Dark Alliance y D&D: Heroes. ¿Quién se anima a romper cabezas?

He de reconocer que siempre fui un gran amante de los beat ‘em up, en casi cualquiera de sus versiones. Y no fui menos fan de los juegos multijugador cooperativo, en lo que es para mí la esencia de lo que deberían ser los videojuegos. Compartir las aventuras virtuales junto a un amigo, abrirse camino a puñetazos por las calles, a disparos en el espacio exterior o superando puzzles mediante la habilidad conjunta es, para mí, el paradigma de la diversión.

Tal vez por este motivo una de las más gratas experiencias que recuerdo de pequeño (y de no tan pequeño) fue con Double Dragon, un beat ‘em up de artes marciales a la 'antigua usanza'. Y aunque no fue el primero, personalmente sí marca un punto de inflexión en mi experiencia personal y, como uno de mis géneros favoritos, procuro jugar a casi todos los juegos de este tipo que salen al mercado.

No es extraño, por lo tanto, que me encargue de realizar el análisis de este Fallout: Brotherhood of Steel, así como también lo fui de Baldur's Gate: Dark Alliance II y lo seré de Champions of Norrath, cuyas versiones para consola también me llegaron de la mano de MeriStation. Aunque su similitud no es poca, le tocó primero el turno al mundo post-nuclear de Fallout, tras el enésimo retraso en su lanzamiento, que introduce elementos novedosos junto a otros ya clásicos del género.

Por último, veréis que hemos clasificado este título bajo el apartado de 'acción', siguiendo la nueva política de géneros de la revista, cuando BGDA está bajo RPG (y es algo que cambiaremos en un futuro muy próximo). No nos engañemos: el juego tiene más de acción que no de componentes roleros y, además, de los tres juegos (BGDA II, Champions of Norrath y este Fallout) éste último es el que menos rol tiene de todos con diferencia.

Pero durante los más de tres lustros en los que la guerra nuclear parecía inevitable, en Estados Unidos se encargó un proyecto a una compañía semi-privada para construir refugios nucleares con la capacidad suficiente para albergar a una población que después debería repoblar el mundo. De los 400000 silos necesarios, apenas se construyeron más de un centenar. Pero Vault-tec fue más allá.

Conocedores de las deficiencias de infraestructura, la empresa empezó a construir sus propias instalaciones de investigación para la aventura post-nuclear a espaldas del gobierno militar. Y por supuesto, empezó a trabajar con FEV (Forced Evolutionary Virus), una entidad originalmente diseñada para expulsar cualquier anomalía biológica hallada en nuestro organismo (por ejemplo, debido a un arma química). Sin embargo, durante la guerra las instalaciones fueron destruidas. Y el virus sin terminar llegó a la calle…

Las mutaciones no tardaron en llegar. Pero no todas fueron malas. Un grupo de científicos investigaron con versiones avanzadas del FEV, dando a lugar a una serie de soldados más inteligentes de lo previsto. Esos soldados exterminaron a los científicos y se autodenominaron la 'Brotherhood of Steel', la Hermandad del Acero. Dicen que les importa todo un pimiento excepto ellos mismos… será eso verdad?

Pero ello no representa un problema en sí mismo. El planteamiento del juego ya está claramente enfocado a un mundo y parajes más tenebrosos que los de su contrapartida de espadas y hachas; es simplemente un cambio de estilo que de buen seguro no va a gustar a todos. Y con eso no quiero decir que visualmente sea feo, todo lo contrario. El problema es que tiene determinados 'defectos' que desde luego afectan a la experiencia de juego.

El primero y más importante es el uso de la cámara. La perspectiva del juego, clásica isométrica que sustituyó no hace demasiados años a la cenital, es lejana. Bastante lejana. ¿Qué significa eso? Pues significa que si jugáis en un televisor de 14 pulgadas ya os podéis ir comprando la lupa de la GameBoy y acoplándola a la tele, si queréis distinguir cual es vuestro personaje en mitad de una partida multijugador.

Vale, puede ser que haya exagerado un poco, pero si jugáis a la segunda entrega de Dark Alliance comprobaréis lo que os quiero decir. Por otro lado, y complementando lo que decía al principio, la cámara no ayuda para nada a centrar y enfocar la acción donde más se necesita. Es cierto que la podemos mover a nuestro antojo, pero eso es algo poco recomendable de hacer rodeados de 15 escorpiones radioactivos. Parece verdaderamente pegada al protagonista.

Ello afecta fundamentalmente a que en muchas ocasiones no acertemos a golpear al enemigo en cuestión, aunque no es menos cierto que con determinadas armas que tendremos en nuestro poder tampoco será estrictamente necesario calcular milimétricamente un golpe. Y también podemos enfocar únicamente a un enemigo con el gatillo, cierto pero no fácil, pero esa no debería ser la solución ideal.

Pero también tiene cosas buenas y hay que decirlas. Al no haber bolas de fuego que lanzar, la espectacularidad queda bastante reducida a los buenos efectos de luces que el juego presenta. Porque si bien no me canso de decir que es un juego oscuro, cuando agarramos una antorcha como arma, por ejemplo, el motor muestra los reflejos y los cambios de iluminación/sombra producidos en el escenario.

También hay otros detalles, como el líquido verde radioactivo o el lanzallamas (o las armas láser, que de haberlas las hay) que también están muy bien resueltos. Y no hablo de la muy muy placentera sensación de estar achicharrando a los enemigos, no. Os hablo de lo bien que se gestionan esos efectos cuando los enemigos huyen pasto de las llamas o cuando un radscorpion irradiado nuclearmente yace muerto en el suelo del hangar.

Tampoco, en la versión que poseemos, existen escenas cinemáticas especiales al margen de aquellas generadas por el propio motor del juego. Es cierto, como dije al principio, que el motor Snowblind empieza a mostrar su edad, pero no es menos cierto que el juego aguanta el tipo sin llegar a despuntar en ningún aspecto. Para resumirlo, es una edición más 'limitada' de BGDA pero con armas de fuego.

Porque uno de los elementos que hacen destacar el juego sobre el resto (y eso no significa que lo ponga en clave positiva) es ese lenguaje explícito, sin compromisos, una forma de hablar que sitúa el juego por encima de la frontera de +18 solamente por sus contenidos de alto octanaje. No olvidemos, además, que ya al empezar el juego podremos contratar los servicios de una empresaria del amor para pasar el rato…

En cuanto al despliegue de efectos sonoros, puedo decir que están a la altura de los visuales. Los disparos de las balas, el bate de béisbol, la escopeta, el fabuloso martillo de Thor cargado eléctricamente, las pistolas láser, el ruido de los escorpiones y escarabajos, esa pedazo de minigun, ese ligero tono del gas que arde previo al rociado masivo del lanzallamas… Todo está realizado con bastante interés.

Y a pesar de que el juego distingue bastante bien incluso entre una pistola casera y una Beretta, no lo hace tan bien con las localizaciones. Me refiero a que apenas encuentro diferencia entre un disparo realizado en la parte más subterránea del cráter que el que se hace en plena calle. No es algo imprescindible, estamos de acuerdo, pero sí un detalle de calidad.

Como dije antes, uno de los principales problemas que presenta el juego es la cámara. Pero si incluso obviamos ese punto y nos proponemos hincarle el diente sin contemplaciones, veremos que el sabor de boca que deja es ligeramente agridulce. Sinceramente, esperaba mucho más de este Fallout. Y lo que me fastidia es que se le podría haber sacado mucho más a este Fallout. Vayamos por partes.

Hay tres personajes principales, que son los que podremos escoger para jugar. Cyrus, Nadia y Cain son los escogidos por los programadores para repartir mamporros, escopetazos, martillazos y demás en el universo post-nuclear de Brotherhood of Steel. Cada uno tiene sus propias habilidades y presentan una experiencia de juego distinta, es cierto, aunque no excesivamente.

El sistema de aprendizaje de habilidades permanece idéntico. A cada nivel se le asignan determinados puntos que uno puede usar para mejorar sus dotes naturales o bien aprender algunas nuevas. Obviamente la estrategia a seguir continúa siendo la de apostar por la potenciación de algunas habilidades concretas antes que no diversificarse demasiado. Y es que al final no había mago en BG que no acabase usando la bola relampagueante, o no?

Algunas de estas habilidades, además, son distintas dependiendo del personaje escogido, pero ni de lejos existe la diversificación que hay en en Dark Alliance 2 o en Champions of Norrath. De nuevo, Brotherhood of Steel podría encajar en este apartado como un juego de la primera hornada de Ps2, más que no uno actual, visto el jugo que los programadores están exprimiendo de las consolas hoy en día.

El sistema de juego es el de un hack & slash puro y duro. Se nos da una excusa llana y simple para ir a un lugar, exterminar todo lo que se mueva mediante cualquier arma que tengamos a nuestro alcance, ganar experiencia y subir de nivel por el camino, encarar un monstruo descomunal y volver a buscar nuestra recompensa a quién nos mandó hacer el trabajo.

La ventaja de BoS es que, por una vez y esperamos que sirva de precedente, existe un argumento aceptable que nos empuja a eliminar enemigos. Pero vamos, que en realidad se trata de algo muy simple. Y con el handicap de que, si además lo jugamos solos en casa, la cosa puede volverse bastante monótona y aburrida, cosa que no solo es inherente a este Fallout sino a todos los de su clase.

Porque lo cierto es que este tipo de juegos se hicieron para disfrutarse con alguien a tu lado que reparta mandoblazos, ya sea de forma presencial o virtual. Dado que Champions of Norrath es el único que incorpora el juego online, aquí nos limitamos a la posibilidad de invitar a un amigo a casa y compartir la experiencia. Y aún así, en muchos casos, nos daremos cuenta que el juego es bastante repetitivo, una sensación que ya tuve con el primer Hunter: The Reckoning.

Y por supuesto existe el combate a mano, a guantazo limpio, recurso muy útil cuando no tenemos un bate de béisbol con el que llevarnos por delante a los enemigos o incluso como ataque principal para alguna clase. También es posible utilizar cobertura para evitar los ataques enemigos, pero en general el juego se convierte en una serie de 'tap-tap-tap' donde gana el que mejor se posiciona en el campo de batalla y pulsa más veces el botón de disparo.

Existen numerosos items que podemos llevar en en inventario; todas las armas y armaduras (y armas pueden seleccionarse varias a la vez para tener un acceso rápido mediante el pad sin tener que pasar por los menús), objetos especiales que recojamos y, por supuesto, los stimpacks de salud y energía (bastante abundantes durante el juego) imprescindibles para encarar los más temibles enemigos.

El juego está organizado en base a una serie de misiones enfocadas, en un principio, en buscar y encontrar los amigos de la hermandad del acero. El mapeado de la ciudad, bastante extenso, está bastante bien conseguido. En algunos puntos la cámara nos jugará alguna mala pasada pero en general a efectos de color y tamaño ofrece un buen nivel. El escenario es inalterable, eso sí, al margen del armamento que sea utilizado.

Lo que sí me encantó son las relaciones que mantienen los personajes con los NPCs. Lo que más destaca es que la relación es abierta, es decir, que podemos acabar casi siempre a buenas o a malas con el tipo con el que hablemos, y aunque el final sea el mismo, el enfoque es distinto. Y además, los diálogos están muy bien elaborados y muy bien interpretados.