La progresión de una saga

Bloody Roar nunca ha estado a la altura de los grandes del género de lucha 3D, pero siempre ha mantenido unas señas de indentidad propias y una mejora progresiva a través de sus versiones. En esta ampliación para GameCube se demuestran esas cualidades, haciendo de él un más que interesante título.

Bloody Roar siempre ha sido un secundon dentro del mundo de los juegos de lucha 3D, nunca pudiendo competir contra los grandes géneros en ninguna de las tres entregas de esta peculiar saga. Esta ampliación de la tercera parte  para GameCube, una ampliación realmente profunda respecto de la original en PS2, sigue manteniendo a la saga en ese papel de secundon, aunque ayuda a dar un paso en la dirección correcta hasta el estrellato, pues si bien no puede competir contra los monstruos como Virtua Fighter 4 o DOA 3, si supone un avance con respecto a anteriores entregas.

El argumento es bastante pobre como en la mayoría de los juegos de lucha, con notables excepciones como King of Fighters. Todo gira en torno a la convivencia de los humanos y los Zoanthropes, seres con apariencia humana pero que poseen el poder de transformase en bestias de enorme poder. En un intento de descubrir al responsable de unos experimentos efectuados sobre algunos Zoanthropes para descubrir la fuente de su poder, se organiza un torneo entre estos seres con la esperanza de descubrir al responsable de los experimentos. A partir de ahí, cada personaje tiene sus propias motivaciones y objetivos, algunos más claros que otros a decir verdad. A destacar que todo lo que se refiere a contar la historia, desde la intro hasta los finales de cada uno de los personajes se narra en forma de Anime, y de muy buena factura por cierto, lo que hace que uno coja interés por terminar el juego con todos los personajes.

La mecánica del combate es diferente a la de otros juegos debido a la capacidad de mutación de los luchadores, que queda medida por una barra de energía que se va llenando según los golpes y combos que se van efectuando. Una vez que se efectúa la transformación, la barra de energía irá decreciendo hasta finalizar, momento en el que se pasará a la forma humana y la barra pasará a a indicar cuando se puede realizar de nuevo la transformación. Además de la transformación en bestia, también existe la transformación "Hyper", que se puede realizar en cualquier momento con el botón Z y que en la mayoría de los casos, acabará  con la forma bestial, pero con un efecto de difuminado y rayos brotando por todo el cuerpo para hacer hincapié en el aumento de la fuerza de esta transformación ( se dice en la mayoría de los casos, porque en algún caso particular, esta modo convertirá al luchador en una bestia diferente de la que tiene en su modo de transformación simple), aunque utilizar el modo "Hyper" a la ligera tiene sus consecuencias, ya que si se utiliza con la barra de energía sin llenar por completo, restará una parte de la barra de vida, por lo que hay que utilizarla con moderación. Como es de esperar, las transformaciones tienen ventajas, especialmente en la fuerza de los golpes y en el hecho de que hay ciertos movimientos que solo se pueden efectuar bajo esta forma.

El plantel inicial de luchadores es de 13, con 3 personajes secretos que se pueden desbloquear en ciertas condiciones. No es un gran numero, pero sí el justo como para dotar a los combates de la necesaria variedad que se exige a los juegos de lucha para que no acaben siendo monótonos. El hecho de incluir una buena variedad de modos de juego como el combate por equipos, contrareloj y survival, además del combate multiplayer, hace que la variedad se incremente y resulte más complicado cansarse de este título. Además, también está el aliciente de descubrir las pequeñas curiosidades en forma de trucos que se pueden desbloquear a lo largo de las partidas. Hacer que los personajes salgan en forma "Kid", lo que en Japón significa sacarlos con las cabezas grandes y los cuerpos pequeños, ponerles manos gigantescas, quitar las vallas de protección, y algunas curiosidades más que siempre alegra encontrar.

 g r á f i c o s

Estilo, sería el resumen en una palabra de lo que las sensaciones que transmiten los gráficos de Bloody Roar. No es que los personajes tengan una personalidad arrolladora como en otros títulos, pero el diseño de algunos personajes está muy bien conseguido, y la forma bestial de todos los personajes está realmente inspirada, haciendo que siempre sea un placer pulsar el botón de transformación. Las formas bestiales son muy variadas, pero siempre espectaculares y entre las que se puede encontrar elefante, tigre, león, conejo, leopardo, murciélago, fénix e incluso una llamada "nunca vista" que refleja un ser desconocido (aunque con ciertas reminiscencias a una Mantis).

Los combates son muy rápidos, así como especialmente fluidos gracias a los 60 FPS permanentes que disfruta este título, consiguiendo que la animación sea bastante suave. También los efectos de luz en cada golpe son grandes y vistosos, alcanzando su máxima expresión en la forma bestial, especialmente en los golpes especiales. Hay que decir que esta ampliación de la tercera parte ha sido sometida a un profundo lavado de cara con respecto a la versión de PS2, haciendo que la versión de GameCube sea bastante más vistosa y pulida, presentando personajes más acabados y detallados, además de mejor animados, elevando el listón gráfico que esta saga había alcanzado hasta ahora, aunque todavía no a la altura de los grandes.

Por otro lado, aunque el aspecto general sea bastante bueno, los escenarios se muestran como el punto débil del título. Si estuvieran igual de detallados como los personajes subiría bastantes enteros, pero el equipo interno de Hudson encargado del proyecto ha sacrificado unos escenarios más espectaculares para salvaguardar la fluidez gráfica y el tiempo disponible para realizar el juego. Quizás si hubieran tenido algo más de tiempo para explorar la tecnología que les ofrece la máquina de Nintendo, hubieran podido encontrar el modo de hacer unos escenarios más grandes y detallados sin sacrificar los 60 FPS, pero no ha sido así, y el resultado son unos escenarios algo pequeños y con poca vida, lo que se traduce como pocas animaciones y escasos detalles. No hay que llevar a equívocos, los escenarios no son feos ni mucho menos, e incluso hay alguno destacable, con detalles y entornos bastante bien llevados (como los delfines que nadan en uno de los escenarios), pero por norma son pequeños y tienen pocas animaciones, además de que la interactividad entre personaje y entorno es nula, limitándose solo a poder destrozar los muros que rodean los rings para poder echar al contrincante. 

 a u d i o

No destaca demasiado, aunque si uno gusta de los guitarreos potentes le gustará este apartado. El utilizar rock y heavy en juegos de lucha es algo bastante típico en Japón, siendo el máximo exponente de ello Guilty Gear, teniendo este una banda sonora bastante superior en cuanto a calidad de sus composiciones si comparamos con la que se puede escuchar en Primal Fury, pero de todos modos no es un mal trabajo para nada. puede que hubiera sido mejor incluir mayor variedad de música según los distintos entornos en los que se combate.

En cuanto al sonido FX, está bien llevado, con bastante variedad de efectos y voces bien conseguidas que casan con la apariencia del personaje. El resultado final es un buen trabajo que ayuda a mantener la atmósfera del combate, que es justamente lo que se le tiene que pedir a este apartado.

j u g a b i l i d a d

Muchos juegos de lucha están separados por una línea bastante clara en cuanto a lo que exigen del jugador y la forma de jugar de este. Hay títulos que son muy "light", o como los puristas suelen decir "guarros", por la forma en que los jugadores pueden desencadenar golpes salvajes y abusivos, además de por el hecho de poder pasarse todo el juego haciendo una única de combinación de movimientos, o incluso un golpe en concreto. Al otro lado, están los juegos "técnicos", que hacen que el jugador tenga que sufrir y aprender bien las diferentes técnicas para tener posibilidades en el combates, sin que existan golpes exagerados o movimientos invencibles. Primal Fury intenta abarcar los dos mundos, pero lo consigue a medias.

Por un lado, es un juego muy accesible para cualquier jugador, con movimientos sencillos que cualquiera puede ejecutar sin problemas. El hecho de que solo se utilicen dos botones para combatir (uno de patada y otro de puñetazo) facilita mucho las cosas (los otros dos son de llave y el botón de transformación, que mientras dura la transformación pasa a ser un botón más de combate que permite ejecutar otros golpes aparte de los que se pueden realizar con los otros dos botones). Por otro lado, hay bastantes combos que suponen todo un reto para los más expertos jugadores dada su duración y rapidez, quizás sean incluso algo más difíciles de la cuenta, pero es un detalle de agradecer. Todo esto significa que cada tipo de jugador tiene lo que busca, en teoría.

En la practica, el título facilita demasiado las cosas al jugador "light", dándole más recursos de los que debería. El jugador experto siempre tendrá más posibilidades de ganar si domina el poco original sistema de combos (que se basa en el trillado "golpe de apertura" a partir del cual puede ir desencadenado una serie de golpes), pero el jugador menos experimentado puede emplear técnicas bastante abusivas y que a base de repetirse machaconamente le dan el combate sin casi despeinarse. Lo ideal hubiera sido elevar la dificultad de ciertos golpes para que el jugador vago tuviera que esforzarse más, pero la realidad es que los mejores golpes tienen una facilidad de ejecución apabullante. Por ejemplo, sería perfecto si eliminaran lo de poder acceder al estado "Hyper" en cualquier momento, solo pudiendo hacerlo cuando la barra de energía estuviera completamente llena, o solo cuando estuviera lo suficientemente llena para transformarse en bestia, metiendo alguna penalización como la bajada de vida. Pero al poder hacerlo en cualquier instante, incluso sin energía suficiente para poder pasar a modo "Bestia", permite estar transformándose en modo "Hyper" una y otra vez sin interrupción. Este problema se agrava a causa de los "Beast Drive", que son movimientos especiales que pueden quitar media barra de vida al oponente. Solo se pueden ejecutar en modo bestia o "Hyper", con la particularidad de que en modo Bestia, su ejecución hace que el luchador agote su energía y pase a humano, independientemente de si se acierta o se falla, mientras que en modo "Hyper", se pueden ejecutar continuamente hasta que se agote la mencionada barra. El resultado final es que el jugador "guarro" puede ignorar la bajada de vida propia de usar el modo "Hyper" sin estar la barra de energía llena, y dedicarse a ejecutar "Beast Drive" sin parar, que son golpes demoledores, muy fáciles de ejecutar y complicados de esquivar, o lo que es lo mismo, casi perfectos y por ello abusivos.

Otra cosa que se echa en falta es una mayor variedad de golpes, que no llega ni de lejos a las casi interminables listas que otros juegos tienen por cada luchador, como por ejemplo Tekken 4. Algo más de variedad no hubiera estado nada mal en este aspecto. También hubiera sido interesante que se hiciera un mejor uso de las tres dimensiones, porque solo se puede rotar mediante un paso algo lento usando los botones L y R, lo que en la práctica se vuelve algo inútil en la mayoría d las situaciones. Por último ene esta lista de cosas a mejorar, mencionar un desequilibrio evidentende entre algunos luchadores, siendo algunos demasiado superiores a los demás, tal y como pasa con Gado, que es realmente una máquina casi invencible gracias a su fuerza y la efectividad de alguno de sus golpes.

La verdad es que a pesar de todo eso, Bloody Roar es un juego que se hace querer. Sus combates son muy rápidos y sueltos, bastante espectaculares a la postre. Ignorando el botón Z del modo "Hyper", la estrategia de las transformaciones se convierte en un elemento estratégico muy interesante en los combates. En modo multiplayer, con dos jugadores dispuestos a jugar limpiamente, el título se hace bastante atractivo, ofreciendo no pocas satisfacciones a los aficionados a este género.