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WATERPOLO

¿Qué es real y qué es ficción en la película 42 segundos?

Álex Murull y Dani de la Orden dirigen esta obra inspirada en la plata olímpica de la Selección de waterpolo de Barcelona 92. Ha pasado de los cines a Amazon, ya disponible para suscriptores.

BarcelonaActualizado a
¿Qué es real y qué es ficción en la película 42 segundos?

Hay pocas historias, por no decir ninguna, tan icónicas y repletas de elementos inflamables como la de la Selección masculina de waterpolo que de 1991 a 2001 lo ganó todo (oro y plata olímpicas y dos oros y dos platas mundiales) y se convirtió en el primer gran combinado del deporte español. De hecho, desde su triunfo en los Juegos de Atlanta en 1996 no ha habido otra selección que se haya colgado el oro olímpico. Tras su estreno el pasado 2 de septiembre 42 segundos, la película sobre la preparación del equipo español antes de los Juegos de Barcelona 92 que pone en el centro de la escena a Manel Estiarte y a Pedro García Aguado, los únicos jugadores con nombre real junto al portero ya fallecido Jesús Rollán, ya está disponible también en Amazon para los suscriptores de esta plataforma.

Álex Murull y Dani de la Orden dirigen una película con mucho ritmo, que atrapa desde el primer momento y mantiene en tensión al espectador pese a que el final es conocido: la Selección perdió ante Italia después de tres prórrogas (8-9) en las piscinas Picornell... O ganó una plata que sin ella no habría sido capaz de ser campeona olímpica cuatro años después en Atlanta. Álvaro Cervantes es Estiarte y Jaime Lorente, un Toto García que hasta hace un cameo en una película con elementos reales y mucha ficción. ¿Cómo transcurrió la historia de aquel equipo y esa preparación para Barcelona 92? Advertencia: SPOILER.

Jaime Lorente, en el papel de Pedro García Aguado, y Álvaro Cervantes, en el de Manel Estiarte, en '42 segundos'.
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Jaime Lorente, en el papel de Pedro García Aguado, y Álvaro Cervantes, en el de Manel Estiarte, en '42 segundos'.

“No queremos hacer el ridículo en Barcelona 92″

La primera escena se sitúa en 1991, apenas un año antes de los Juegos. Se presenta una selección llena de catalanes (el idioma del vestuario) y con un autocomplacencia que sitúa a España lejos de las medallas. “No queremos hacer el ridículo en Barcelona 92″, espeta el director técnico de aquel equipo que en la realidad es Quim Pujol. Decide despedir al entrenador y contratar a Dragan Matutinovic, un técnico croata de métodos militares.

La película juega con elementos reales que lleva al extremo y les cambia la temporalidad para darle más épica a la historia. La llegada de Matutinovic se produce en septiembre de 1990 después de la dimisión del anterior entrenador, Toni Esteller, porque no ve el apoyo suficiente para conseguir la medalla en Barcelona. La España que coge el técnico croata no es una España que iba a hacer el ridículo en Barcelona 92. La Selección había estado a punto de meterse en las semifinales en Seúl 88 y contaba con una joven generación que había sido campeona del mundo júnior en 1987, además de tener a Manel Estiarte, el mejor jugador del mundo en aquel momento, como capitán.

La llegada de los ‘madrileños’ a la Selección

Sin duda es uno de los elementos más emblemáticos de aquella selección. En la película se cuenta como Matutinovic decide incluir a cuatro jugadores madrileños en el comienzo de la preparación, apenas unos meses antes de los Juegos de Barcelona 92, en Andorra. Cuatro jugadores chulos, que le aportan carácter y físico al equipo, poco disciplinados, especialmente Pedro García Aguado, que despierta las fricciones con el grupo.

La llegada de los madrileños, en la realidad, supuso un cambio de modelo y una catarsis, especialmente al comienzo. Eran más indisciplinados y no tenían miedo a nada, por lo que hubo algunas tensiones. “Esto es intolerable”, decían algunos miembros del equipo ante el comportamiento de los Rollán, García Aguado, Miki Oca o Chava Gómez. Pero de nuevo la temporalidad es diferente. En primer lugar, el entrenador que incluye a estos cuatro jugadores es el propio Toni Esteller junto a Mariano García, los anteriores técnicos que dimitieron en 1990. Ellos construyeron la base de la posterior gran Selección. García Aguado, Rollán y Chava entraron en 1987 y ya fueron a Seúl 88, mientras que Oca llegó justo después de esos Juegos. Ni mucho menos ambos grupos coincidieron por primera vez a falta de unos meses para Barcelona, sino entre cuatro y cinco años antes.

Jaime Lorente interpreta a Pedro García Aguado en '42 segundos'
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Jaime Lorente interpreta a Pedro García Aguado en '42 segundos'

La extenuante preparación en Andorra

Un entrenamiento de sol a sol en Andorra, con largos de piscinas, carreras por la montaña y competitividad sin escrúpulos para convertir a los waterpolistas en gladiadores. Así se presentan los métodos de Matutinovic, un técnico que apenas regala una sonrisa y una buena palabra y solamente tiene ese gesto hablando en los momentos previos a la final ante Italia cuando elogia a sus jugadores.

La preparación asfixiante de Matutinovic, el personaje que mejor recrea la realidad de toda la película, tiene muchos elementos que ocurrieron y que todavía generan traumas en aquellos jugadores. El técnico croata quería “eliminarles la voluntad para poder hacer lo que quisiera”, como expresó en una ocasión a Mariano García, director técnico de la Federación Madrileña. Por eso mismo, generó un entrenamiento militar que llevó al equipo al límite tanto física como psicológicamente.

Matutinovic ideó metros y metros de natación con pesas, carreras por las montañas mientras él iba en su vehículo detrás (“si no podéis con las piernas, corred con los ojos”) y largas sesiones de gimnasio. “Hay que llegar bien a la última jugada del último cuarto del último partido”, proclamaba. Andorra fue el cuartel general. Los jugadores apenas podían salir, solo un día a la semana, y habría un descarte apenas unos días antes de los Juegos, por lo que mantenía al grupo en tensión durante toda la concentración. Ese entrenamiento unió emocionalmente a todos. Aunque algo exagerado, pero esa recreación de las sesiones en Andorra es más fidedigna.

La adicción a la cocaína de Pedro García Aguado

En la película se presenta a un Toto García muy fiestero que se evade en el consumo de cocaína de sus problemas familiares y de toda la ansiedad que le genera la vida. El waterpolo es el único espacio en el que se siente seguro. En la concentración en Andorra consume y Manel Estiarte le pilla y se lo chiva al seleccionador. Este decide que Estiarte y Toto García compartan habitación.

Pedro García Aguado, como relató en su libro ‘Mañana lo dejo’, tuvo que tratarse en 2003 de una adicción de muchos años al alcohol y a la cocaína. En la preparación de los Juegos de Barcelona 92 ya consumía, como se explica en la película. Fue él quien lo confesó al grupo unos meses antes cuando se enteró de que un positivo en un control antidoping podía descalificar a todo el equipo. La solución de Matutinovic fue enviar a García Aguado a vivir a casa de Rafa Aguilar, el segundo entrenador, y hacerse controles prácticamente a diario para asegurarse de que podía controlarse y de que estaría limpio cuando llegaran los Juegos. No hubo ningún problema después, pero Aguado, como otros jugadores posteriormente, mantuvieron una vida paralela entre el waterpolo y la cocaína.

La final entre España e Italia en las piscinas Picornell recreada para la película '42 segundos'.
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La final entre España e Italia en las piscinas Picornell recreada para la película '42 segundos'.

La final ante Italia y la guerra de los Balcanes

En la película se evidencia el conflicto entre el seleccionador español, que es croata, y el italiano, que es serbio, justo en el marco de la floreciente Guerra de los Balcanes. Las conferencias de prensa de ambos son clarividentes. También se recrea, quizás el momento más brillante, esa final apoteósica entre España e Italia que se resolvió en penaltis. Esos 42 segundos son los que le quedaban a España para colgarse el oro olímpico, ganando 7-6 a los italianos. Pero el ‘pressing’ que ordena Matutinovic no es efectivo y se fuerza la prórroga.

El tramo final es bastante real. La recreación del partido, el momento en el túnel de vestuarios, el ritmo, el tanteo, las frases de los periodistas “como el mejor partido de la historia del waterpolo” y “la final más larga” son un hecho. También el conflicto entre técnicos, que llegaron incluso a las manos en competiciones anteriores. El duelo Matutinovic-Rudic (así es su nombre real) es conocido en los años 90. Como también esa gestión de los 42 segundos determinantes que impidieron a España colgarse el oro olímpico.

Estiarte explica que previo a la final, habían estado lanzándole a Jesús Rollán y habían sido incapaces de marcarle. El portero ya se estaba convirtiendo en el mejor del mundo y era una garantía. España se había puesto 7-6 gracias a un penalti que transformó el propio capitán. Las reglas del waterpolo dicen que después de un penalti viene una exclusión en el siguiente ataque. Matutinovic fue fiel a su plan y ordenó defensa de pressing, pero los jugadores creían que la zona era mejor. Hicieron caso al croata, se produjo la exclusión y en superioridad llevaron el partido a la prórroga. Necesitaron tres los italianos para dejar a España desconsolada con la plata. Muchos jugadores creen que con una defensa en zona habrían ganado el oro.

El podio de Barcelona 92.
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El podio de Barcelona 92.DIARIO AS

El adiós de Matutinovic y el oro en Atlanta

La película finaliza con el túnel de vestuarios de Atlanta, en 1996, antes de que Croacia y España disputen una final olímpica que acaba cuatro años después coronando al equipo por aquel entonces dirigido por Joan Jané.

El paso de Matutinovic por España fue breve, apenas tres años, de 1990 a 1993, donde España logró sus primeras medallas: plata mundial, plata olímpica y plata y bronce europeos. Su figura siempre generó debate. En la película se presenta como el artífice y el constructor de la Generación de Oro. Para muchos jugadores, él fue quien cambió esa mentalidad en el equipo y su proceso, duro, era necesario. Para otros, con Matutinovic no se ganaron platas sino que se perdieron oros. Y se amparan en que aquel equipo que edificó Toni Esteller y Mariano García estaba predestinado a la gloria, como ocurrió después, cuando de 1996 a 2001 logró tres oros.

*Información extraída del libro Jesús Rollán, Eterno, escrito por el propio autor del artículo y Francisco Ávila.