El ‘Club de la Lucha’ de los ultras: “Temía partirme la cabeza”
Abner Lloveras explica en AS el funcionamiento de ‘King of the Streets’, donde compiten peleadores, hooligans y “gente que ha estado en la cárcel”.
El movimiento ultra experimenta un auge que asusta al mundo del futbol. Y es que cada vez son más los partidos que se ven empañados por actos violentos. Desde el lanzamiento de mecheros a Courtois en el Metropolitano hasta los últimos incidentes previos al Deportivo-Málaga. Lo cierto es que el deporte rey está cada vez más repleto de personas con antecedentes penales y, en muchos casos, peleadores en el conocido como ‘Club de la Lucha’, una competición clandestina donde se compite con un pasamontañas de tu equipo.
Un escenario que conoce muy bien Abner Lloveras, luchador español que ha competido hasta en dos ocasiones (en diciembre será la tercera) en King of the Streets (KOTS). El catalán atiende a AS para explicar lo que se esconde tras el club más sangriento de Europa.
Las puertas de una plaza de toros al sur de Madrid se abrían ante Abner Lloveras, luchador con experiencia en las mejores veladas del planeta como la UFC, Bellator o M-1 Global. El vídeo se viralizó en apenas unos minutos, a pesar de que esta vez no iba a pelear en un octógono, sino que delante de él tenía a un ultra de un equipo de fútbol. El suelo era de cemento, algo que “daba miedo, porque pensaba que en cualquier momento podía partirme la clavícula o la cabeza”. Las reglas son fáciles. Tanto que no existen. Aquí vale todo. El árbitro que regula el combate aparece con la cara tapada y en las gradas hay otros ultras que tampoco muestran su rostro.
De la grada ultra al asfalto
Se llama Kings of The Streets (KOTS) y empezó en el sur de Suecia. Se apuntan luchadores amateur de todo el mundo, aunque la mayoría son ultras de equipos de fútbol, que lucen el nombre del club al que defienden en el cartel de la velada.
Los encuentros son secretos. No hay una convocatoria pública y se retransmite por streaming previo pago de 20 euros. KOTS tiene mucho tirón en España. Han sido varios conocidos de la escena ultra española los que han participado, como El Pirrakas (de Bukaneros del Rayo Vallecano), Guda o Estébanez (ultras del Alavés).
“Pelea gente que está metida en asuntos que ni sé ni quiero meterme. La mayoría son hooligans, que si encima son de equipos rivales, la tensión aumenta, son gente de la calle. Por ejemplo, contra el primero que iba a pelear había estado preso y huyó del país y finalmente no pudimos pelear. Recuerdo cuando iba en el coche hacia la segunda pelea y había otro entrenador con un luchador que había salido hace nada la cárcel, había estado 11 años. Me dijo: ‘Sí, once años, es que las leyes son muy estrictas’. Yo estaba en shock”, explica el luchador español.
Aunque la clandestinidad de este tipo de competiciones no exime de que tenga público. Eso sí, no va cualquiera: “No va nadie que ellos no sepan que va a ir. Si les dices, ¿puede ir mi amigo?, entonces te preguntan quién es y te dicen: ‘Dame el nombre, el apellido y redes sociales’ , ellos van a chequear a quién vas a llevar. Miran que no lleves armas. Van a controlar todo”. No es de extrañar, por tanto, que estos eventos no sean cubiertos por ningún medio de comunicación. “Hay periódicos que me pidieron que les pasase su contacto para poder asistir y al final ellos les acabaron escribiendo directamente y les contestaron que no querían saber nada”, asegura Abner Lloveras.
La gestión es rápida y eficaz: “Muchos ultras les escriben directamente y les dicen, ‘quiero pelear con quién sea, cuando sea’, entonces van al día siguiente y se pegan. Luego somos unos cuantos que venimos de las MMA, que nos buscan ellos y ya hay más organización, aunque tampoco mucha”.
¿Cómo llega un luchador de MMA a pelear con ultras?
“Me lo dijeron hace tiempo unos amigos de Sant Andreu, de Barcelona, que pertenecían a un equipo de fútbol. Poco después los seguidores, los hooligans, me escribieron y me dijeron ‘tomamos un café, tenemos que decirte algo’”, relata Lloveras, sobre el día en que le abrieron las puertas de KOTS.
No fue nuevo para él, pues ya lo conocía de antes: “Yo ya había visto cosas porque se había hecho muy popular, Franco Tenaglia y algunos otros rostros conocidos ya habían peleado allí y estaba teniendo mucha repercusión, aunque tampoco me había llamado mucho la atención. Entonces, me llamaron y me dijeron, ‘oye mira, queremos que pelees con Simon The Savage, que es uno de los más duros de la competición’”.
En un principio, a Lloveras le dijeron que podían pedir a la organización hasta 15.000 euros. “Te van a pagar un montón”, le indicaron en esa primera toma de contacto. A lo que él pensó: “¿15.000 euros?, como si es mañana mismo”.
Sin embargo, la realidad fue bastante distinta. “Cuando ya estaba cerrada la pelea, me llamaron de la organización y me dijeron, ‘no, no, 15.000 euros te pagará la UFC, pero nosotros no. De hecho, nosotros si pierdes, no te pagamos’. Yo flipé, porque claro, yo toda la vida lo he visto como un trabajo y que no pagasen por trabajar no me cuadraba”.
Fue entonces cuando decidió dejar la idea a un lado, hasta que un mal momento en su carrera hizo que esa posibilidad volviera a aflorar en su cabeza. “No me salían peleas buenas, no me ofrecían nada bueno, así que fui yo el que volví a contactarles y les dije, ‘oye mira, vamos para delante’”.
Un riesgo real de muerte
El hecho de que en KOTS no haya reglas da lugar a peleas muy agresivas. Y es que aquí se puede morder o agarrar del pelo, algo que, de primeras, asusta hasta a un luchador experimentado: “Yo iba sin presión, porque tampoco era algo que dijeras, ‘necesito ganar para llegar a la UFC un día’. Me fui a Suecia a un hotel muy bonito y nos cuidaron muy bien. Cuando llegas a la pelea si que te entra el miedo, porque es algo diferente a lo que siempre has hecho. No llevas guantes, ves el asfalto, personas con la cara tapada, la gente tan chunga... asusta un poco”.
Lo cierto que las peleas sangrientas, salvajes e ilegales llaman cada vez más la atención. Así, los seguidores de KOTS están aumentando a un ritmo tan veloz como preocupante. “No sé si socialmente lo apoyaría, no creo que sea muy educativo. Para gente joven que necesita realmente un buen camino no sé si es lo mejor. Yo lo hago como deportista, porque me gusta pelear. Al final es un dilema que depende de la persona, del momento y a quién vaya dirigido”, confiesa.
En esa primera velada, Abner tenía 39 años y se enfrentaba a un oponente de 26. Sin saberlo se acabó convirtiendo en el protagonista del mejor combate de la historia de KOTS, en una pugna que se alargó hasta más de 20 minutos y fascinó a los espectadores y luchadores de esta organización clandestina. El choque asombró tanto a los promotores que, por una vez, hicieron una excepción y pagaron cerca de 2.000 euros más otros 1.000 euros en material a Abner Lloveras a pesar de la derrota.
“Yo acabé la pelea destrozado. Fui a un amigo y le dije, ‘qué pena, he perdido’. Y él estaba con una cara de espanto, diciéndome, ‘es la mejor pelea que he visto en mi vida’. Que valoren eso aun habiendo perdido es muy gratificante”, relata el luchador.
No hay dos sin tres
En septiembre de este mismo año llegó su segunda participación en KOTS, en una plaza de toros al sur de Madrid. Fue la adrenalina y el sentirse poderoso, lo que le atrajo de nuevo al improvisado campo de batalla. Su mentalidad esta vez, era la de un matador: “No quería hacer amigos, iba a ganar”. Y se hizo con la victoria contra un hooligan esloveno que “daba miedo”. “Gané esa pelea por KO, el vídeo se hizo viral porque noqueé a un hooligan fuertísimo. Y la propia organización me escribió a los dos días”, explica el español.
Volverá, pero “solo para pelear, por la adrenalina que me transmite” ya alejado de los que compiten cada fin de semana en King of the Streets y a los que llama “zumbados”. Porque el día a día de Abner es muy diferente. No hay encapuchados que lo recojan en coches de alta gama en la puerta de su casa, ni antecedentes penales. Él tiene sus propios fans y entrena cada día para ser mejor. “Abner, te queremos mucho. Si quieres volver, ya tenemos peleas para ti cuando quieras. Gracias”, es el mensaje que recibió por parte de la organización de KOTS, tras esa última pelea. “Ya tengo cerrada esta nueva pelea para diciembre o enero”, asegura. La realidad es que ni siquiera él sabe en cuántos eventos más participará hasta que su cuerpo le diga basta.
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