Corbera, una palista de oro
La madrileña se ha destapado como una de las deportistas del año tras lograr cinco metales entre Mundiales y Europeos en piragüismo.
María Corbera (Madrid, 30 años) ha completado dos meses antológicos, de ensueño, con un verano de esos que se quedan en la retina de todos los amantes del deporte, tanto por el afán de superación que ha demostrado como por la facilidad a la hora de colgarse metales al cuello de manera compulsiva. El nivel competitivo, las ganas de más y un objetivo entre ceja y ceja, la han catapultado a completar una gesta de enormes dimensiones, convirtiéndose indudablemente en uno de los nombres propios del verano en el panorama deportivo español.
Tras la consecución de una plata (C1 200) y un bronce (C1 5.000) a nivel mundial, le siguieron dos oros (C1 500 y C1 5.000) y una plata (C2 200) europeas, algo que está al alcance de muy pocos. En una reciente entrevista a AS ya confirmo que “iba a por todo y que no se iba a poner límites” y eso fue lo que ocurrió. Y es que, la realidad de los últimos meses para Corbera se podría definir como un ciclón de emociones y triunfos que abrumarían a cualquiera. No solo por lo cosechado en los Mundiales y Europeos, sino por la efervescencia y fugacidad con la que ha escalado a lo más alto del piragüismo. A golpe de remo, mirada fija, con un objetivo en mente y a un ritmo infernal para sus adversarias, la madrileña obtuvo la mejor de las recompensas, esa por la que lleva tanto tiempo trabajando y que ahora da sus frutos.
Esta vez, en la que Corbera ha abierto las puertas de su casa deportiva: las instalaciones del Club Piragüismo Aranjuez, la canoísta demostró la singularidad que tanto su deporte como ella misma presentan. En un ambiente muy familiar y rodeado de un entorno natural óptimo para la actividad física, Corbera confesó que es el clima perfecto para llevar a cabo su pasión. “Montarme en la piragua, ir paleando y poder disfrutar de la experiencia me produce una sensación de armonía y tranquilidad asombrosa. Tras tantos años, incluso durante la competición, llega un punto que el esfuerzo y el cansancio se convierten en algo positivo, hasta llegar a disfrutar de ello. Animo a que todo el mundo lo pruebe porque estoy segura de que no se arrepentirán”.
Dos piezas imprescindibles
Tras los éxitos de este año se esconden dos personas irremplazables para ella: sus dos entrenadores Javier Rodríguez y Jesús Cobos. Dos personas fundamentales que acompañan a la palista desde hace muchos años. “Me conocen en todos los aspectos e intentan que esté en un estado continuo de tranquilidad, buen ambiente y bienestar. Tenemos un buen feeling y se ocupan de que mi estabilidad sea óptima”, explicaba la piragüista. “Además me dan mucha libertad a la hora de programar los entrenamientos o establecerme mi período de vacaciones. Con ellos todo es mucho más fácil”.
También confesó que una de sus virtudes no es tener la mejor memoria y que no recuerda quién fue la primera persona que la felicitó por los logros de este año, aunque sí destacó que Alejandro Blanco, presidente del COE y el Viceconsejero de la Comunidad se dirigieron a ella para darle la enhorabuena, aunque ella se queda con “la gente del día a día”. “Muchos amigos, familia, incluso gente que ha coincidido conmigo en algún momento me escribieron. Es muy bonito ver que la gente te lo reconozca y se alegren tanto por ti”.
Lo que sí es seguro es que aún se encuentra en una nube: “Haciendo un balance de ese mes, que ha sido el tope de mi carrera, continúo sin creérmelo, sin saber cómo lo conseguí”. Y es que llegado a este punto, la canoísta se ha desatado y dejó atrás el complejo de inferioridad con respecto a sus rivales más fuertes: “Ser un referente en mi deporte, el darme cuenta de que mis rivales ya no son inalcanzables, es algo que me ha empujado a no tener miedo”.
Objetivo: París 2024
Otro de sus principales objetivos está en poder convertirse en olímpica, algo que estuvo muy cerca de lograr el pasado verano y que fue uno de los momentos “más delicados” para ella. “París 2024 pinta muy bien, estos años atrás era una ilusión poder llegar a los Juegos, y ahora me veo increíblemente bien pero cada año es distinto, cada uno llega de una manera diferente y hay miles de factores que pueden influir en cualquier momento. Tengo que seguir siendo exigente porque es la única manera de poder lograr ese objetivo”.
No hay competiciones a la vista en lo que queda de año, algo que aprovechará para ponerse a tono físico y mental una vez concluyan sus vacaciones el 10 de octubre en lo que será su vuelta a la rutina para planificar la temporada, hablar con el seleccionador y comenzar a establecerse los objetivos. Como método para mantener la concentración durante las pruebas, la palista recurre al auto-convencimiento, especialmente en el 5.000, donde la prueba es “tremendamente dura” y según la propia Corbera: “la prueba que menos me gusta”, y quién lo diría viendo sus resultados.
Como colofón a un año de tantos éxitos, la madrileña contó que tras los Mundiales fue a Oklahoma, donde la Federación Internacional la invitó junto a los cinco mejores de cada especialidad a unas jornadas en las que la competición pasó a un segundo plano. “Siempre quiero ganar, como todo el mundo, pero esta experiencia ha sido única, porque lo importante era la convivencia, conocer al resto de rivales a nivel personal y han sido cinco días muy bonito”. Pero ni estando “de relax” puede dejar de subirse al podio. “Logré colgarme dos bronces en las competiciones, así que poco más puedo pedir. Este año no me bajo del podio”, comentó entre risas.
Finalmente dejó una muestra de cómo es su día a día, su compromiso con el deporte y la motivación voraz que siempre demuestra cuando hay competición. “No puedo estar parada. Todos los días necesito hacer deporte, y si es fuera del agua, mejor. Un poco de gimnasio y mantener el cuerpo activo es algo que tengo muy interiorizado”. Por último, la piragüista demostró la implicación que tiene cada día y predica con el ejemplo. “Este fin de semana tengo que entregar las medallas a los más ‘peques’ en el Raphel del Tajo. Es algo que les hace mucha ilusión y a mí también, por supuesto. Siempre que puedo trato de colaborar en todo y si es de esta forma pues mucho mejor”, concluía la deportista. Con todos estos logros, María se está haciendo oír sobre la piragua, desatada y todavía con mucho por conseguir. Sobre todo teniendo claro que hay una cita ineludible para ella: estar en París 2024.