Alba Petisco y la lucha tras una medalla única: “Tuve ansiedad y me planteé parar”
La gimnasta, primer podio español ‘all around’ en unos Europeos, habla con AS como pionera nacional. Con su psicóloga, convirtió “la rabia” de París en resultados.


La energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Es el primer principio de la termodinámica. Es lo que aplicó Alba Petisco (Sant Joan Despí, 22 años) para convertirse en pionera nacional. En los Europeos de gimnasia artística, celebrados recientemente en Leipzig (Alemania), la deportista catalana subió dos veces al podio. Se colgó la medalla de bronce en suelo y, sobre todo, la plata en el concurso completo, convirtiéndose en la primera española en ganar un metal continental en el all around. Aún le cuesta dimensionar lo conseguido. “¿Qué significa ser la primera española en lograr algo?”, le pregunta este periódico. “A mí también me gustaría saberlo. Es un orgullo, eso seguro, y sentí muchísima felicidad”, responde la gimnasta, una persona que calla más de lo que dice, que siente más de lo que muestra.
En el podio de Leipzing, en el que se sentía “eufórica”, Petisco quería llorar, pero no pudo. Paradójicamente, fuera de los focos, en silencio, la gimnasta catalana venía de meses de muchas lágrimas, aunque distintas. En París 2024, sus segundos Juegos Olímpicos (también estuvo en Tokio), las cosas no le salieron. Ella se había visualizado en la final del all around, con Simone Biles, Rebeca Andrade y compañía, pero terminó lejos de los puestos de clasificación (accedían 24 y fue la 36ª). Un revolcón emocional. “Este año, en particular, ha sido muy difícil. Veníamos de no conseguir el resultado que queríamos en los Juegos. Buscar un buen resultado en los Europeos iba a ser un buen punto de partida para empezar el ciclo. Para resetear y darle una vuelta a la dinámica”, explica, incluyendo en sus palabras al conjunto de rítmica, triple campeón continental después de otro tropiezo olímpico.

En lo individual, un punto y aparte necesario. “Al principio del año, lo pasé bastante mal, tuve bastante ansiedad. No sabía cómo afrontar todo el año con los objetivos que realmente tenía. Me llegué a plantear un año sabático, pero no era factible. Tras hablarlo conmigo misma, lo tuve claro”, revela Petisco, que se apoyó en su psicóloga, María Fernández, para aplicar el primer principio de la termodinámica. “He convertido la rabia que sentí en París en buenos resultados”, resume. “Llevo con ella desde noviembre (desde 2022 hasta entonces, trabajó con otra) y me ha ayudado mucho en el proceso. Me ha hecho confiar en el trabajo que llevaba haciendo”, se extiende, dejando entrever que es mucho.
La báscula y Los Ángeles 2028
Petisco, que ya es la más veterana del equipo de artística, “un orgullo y una responsabilidad”, está cumpliendo su séptimo año en el CAR de Madrid. Se separó de su familia siendo todavía una niña, “muy inocente”, y se instaló rápidamente en la élite de la gimnasia, un deporte con fama de duro. Lo es, confirma la de Sant Joan Despí, de complexión corpulenta, con su parte positiva y negativa dentro del gremio. “Yo llevo bastantes años con nutricionista. Me ayuda a saber qué tengo que comer y en qué cantidades. Cuesta mucho hacer las cosas bien. También depende de la constitución de cada una. Yo, por ejemplo, tengo mucha potencia, de eso no me quejo (risas), pero me cuesta”, explica.

Esfuerzos que se amontonan, recompensas que van llegando. “Muchas veces depende más del momento que de ti”, reflexiona Petisco, que en el all around de los Europeos logró 53,265 puntos, más que suficientes para haber estado en la final olímpica. “Yo llevo mucho tiempo con los ejercicios de estos Europeos, pero era ahora cuando tenían que salir”, valora la gimnasta, reforzada anímicamente tras su doblete. “Mi próximo objetivo es poder entrar en la final de suelo de los Mundiales (en octubre, en Indonesia)”, anticipa. Y mira más allá. “A Los Ángeles quiero llegar. Lo tengo clarísimo. Lo primeros Juegos fueron raros, los segundos fueron agridulces y en los terceros espero conseguir mis objetivos. Creo que puedo llegar a conseguir una medalla olímpica”, ilusiona. Sería el final soñado para un ciclo que empezó entre lágrimas y despegó en Leipzing.
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