El calendario avanza hacia el 23 de julio, día que deberían comenzar los aplazados Juegos de Tokio, y la pandemia no remite. Yoshiro Mori, presidente del Comité Organizador, ha advertido en una conferencia de prensa que deberán tomar "una decisión muy difícil entre febrero o marzo" respecto a si habrá público en las gradas.

Pero hay quien va más allá. Takeshi Niinami, asesor del gobierno e importante empresario, apunta a que en marzo se debe decidir si hay Juegos o no. "No estoy seguro de si podremos celebrarlos, pero debemos hacer todo lo posible", precisó.

Tokio, que ya prevé un sobrecoste de 2.200 millones de euros por el aplazamiento, dejaría de ingresar unos 730 millones sin público. Ya están vendidas 4,48 millones de entradas para los olímpicos y 970.000 para los paralímpicos.

La posibilidad de que todos los deportistas de 206 comités olímpicos nacionales acudan vacunados parece complicado. Emiratos Árabes ya está inmunizando a los suyos, con la vacuna china, pero en Europa o Estados Unidos sería difícil explicar la vacunación de deportistas en detrimento de grupos de riesgo.

Tokio ha registrado más de 1.400 contagios por COVID-19 en las últimas 24 horas y declaró el estado de emergencia como hicieron Saitama, Kanagawa y Chiba y se ha solicitado en Osaka, Kioto y Hyogo.

En noviembre, en la subsede de Saitama se realizaron exitosos test con el estadio al 100% (más de 30.000 personas), tecnología punta para rastrear la temperatura corporal y prohibición de gritar para no expandir las partículas. Pero el panorama ha cambiado. También socialmente. Una encuesta de Kyodo News ha revelado que el 80% de los japoneses preferían que los Juegos no se celebrasen.