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EUROPEO 2018 BARCELONA

"Yo cambié la mentalidad del waterpolo en España"

A sus 64 años, Dragan Matutinovic regresa a las Picornell con la selección femenina de Croacia. Hace 26 años ganó la plata olímpica con España. Habla sin tapujos.

Actualizado a
Dragan Matutinovic.
Gorka Leiza

¿Cómo está viviendo ahora esta experiencia de seleccionador femenino de Croacia?

Hace dos años me hice cargo de la selección de mi país. Nunca hice algo así. Es una buena experiencia después de la muerte de mi mujer. Estas chicas me ayudaron, pero quiero volver a entrenar a chicos.

¿Qué diferencias hay entrenando a los chicos?

Hay mucha diferencia. Las chicas no son profesionales y juegan por diversión. El nivel es muy bajo. En España hay un gran nivel y en otros países, pero en Croacia no. Acabamos de empezar.

¿Por qué el waterpolo femenino no está desarrollado como el masculino en los Balcanes?

El waterpolo masculino no deja que se desarrolle el femenino. Así de claro.

¿Y eso?

Quieren toda la atención y el dinero. En Montenegro no existen las chicas. Y en Serbia y en Croacia tenemos un nivel bajo.

Pero en otros deportes no sucede, como baloncesto o balonmano.

No es un asunto cultural ni social, es de nuestro deporte. Aun así, hemos hecho un buen trabajo, ya que logramos meternos en el Europeo. Estamos a 20 goles de diferencia de las mejores.

¿Y cómo se estructura el waterpolo femenino?

Hay una Liga de seis equipos, son muy flojos. Mladost y Split tienen algo de nivel, tienen fuerza. Con la selección nos reunimos una vez al mes, la federación nos apoya, el presupuesto está bien porque hemos viajado a muchos torneos. Pero es insuficiente.

Hace 25 años que usted dejó España. ¿Qué opina ahora del waterpolo masculino español?

Siempre he hablado claro. El waterpolo español tiene buenos jugadores jóvenes, que no tienen ningún otro país, ni Croacia. En júniors ganan casi todo, pero les falta un sistema de trabajo profesional. La selección es otra cosa. No dudo de que trabajan bien, pero creo que es insuficiente. Ellos están en la fase en la que deben dar un salto a la elite. Ser sextos o séptimos en Europa no es nada. Para dar ese paso necesitan cantidad y trabajo.

Los medallistas del waterpolo, en el 50 aniversario de AS.
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Los medallistas del waterpolo, en el 50 aniversario de AS.Gorka Leiza.

¿Los jugadores españoles no tienen nada que envidiar a los croatas?

La diferencia es la exigencia. España siempre ha tenido miedo del entrenamiento. Siempre decían o ponían como excusa que un yugoslavo, húngaro o ruso es más grande… En el agua todos somos iguales. En España hay gente que puede competir así de bien, pero hace falta trabajo.

¿Eso fue lo que se encontró cuando se hizo cargo de la selección en 1990?

Me encontré un grupo indisciplinado, con muchos jóvenes, con Estiarte como su mejor jugador. Tenían calidad. No lograban éxitos porque estaban lejos de las medallas… Había mucha competencia. Ellos entrenaban para divertirse, no eran serios. Los primeros días dejé que Rafa Aguilar, mi ayudante, hiciera las sesiones, y no vi el ambiente adecuado para entrenar. Luego se quejaban de que todo era mucho o demasiado. Pero el director técnico de aquella época, Quim Pujol, me dio libertad. Eso me gustó y no fallé en los objetivos.

¿El deportista no puede divertirse en el entrenamiento?

No. Seriedad, trabajo y disciplina. Son estas tres cosas. Esa es la realidad. Hay que venir 15 minutos antes, calentar, ser profesional… Ellos no lo hacían, jugaban, se divertían y hacían bromas. Humanamente eran un diez, fueron campeonatos del mundo júnior, por lo que tenían mucha calidad. Al principio fue difícil para ellos. Me llamaban duro, balcánico…

¿Cree que esos valores se están perdiendo?

Cada día los jugadores tienen más fuerza. La pregunta que hacen al principio de los entrenamientos es ¿qué tenemos hoy para nadar? ¿y cuánto? Tenemos lo que tenemos. Y punto. Yo no necesito tener buena relación con ellos. Yo quiero la medalla, quiero que me respeten, y yo lo hacía siempre. Aunque algunos de ellos decían que yo no les respetaba, eso no era así.

¿Y cómo se entrenaban antes de que usted llegara?

Los entrenadores que habían tenido no les inculcaban la disciplina. Toni Esteller es un gran entrenador, pero no entendía de esta exigencia para alcanzar el éxito. Estiarte lograba ser el máximo goleador de todos los torneos, pero España nunca tocaba una medalla. A mí me contrataron para hacer un equipo fuerte, no para que luzcan las individualidades. Hicimos un grupo de calidad. Yo puse los fundamentos.

Algunos dicen que con usted no ganaron platas sino que perdieron oros…

Yo cambié la mentalidad del waterpolo español. Luego viene el boya cubano Iván Pérez y ganan más. Si yo hubiera tenido a Iván Pérez hubiera ganado todo. Cogí al equipo noveno de Europa y logré ponerlo segundo del mundo. Disputé cinco competiciones fuertes, y gané cinco medallas: tres platas y dos bronces. Conmigo no fueron campeones, eso es verdad. Pero, ¿cómo estábamos antes? Los undécimos. Todo tiene su evolución. ¿De qué estamos hablando?

"Cada día los jugadores tienen más fuerza. La pregunta que hacen al principio de los entrenamientos es ¿qué tenemos hoy para nadar? ¿y cuánto? Tenemos lo que tenemos. Y punto".

Dragan Matutinovic

Son conocidas sus palizas físicas, con concentraciones en Andorra, lugar donde hay jugadores que no han querido volver. ¿Por qué este tipo de entrenamiento?

Era necesario. Ellos venían de entrenarse dos horas y conmigo lo hicieron ocho. Pero también descansábamos, los miércoles solamente hacíamos fútbol, algo más divertido. ¿Por qué ocho horas? Porque llevaban años de malos entrenamientos. Yo puse esa exigencia para ganar fuerza física y, sobre todo, fuerza mental. En los torneos juegas cada día. Tenemos que estar preparados al mil por ciento. Hay que llegar a semifinales y a la final más fresco que nadie para decidir el partido en la última jugada. La preparación física con cuatro horas es suficiente, pero la fuerza mental es diferente. Las ocho horas te dan seguridad.

¿Inventó usted ese método?

No era mío, así se entrenaba en Yugoslavia, Hungría y Rusia. No era nada del otro mundo.

Incluso, usted descartaba siempre un jugador antes de los campeonatos, generando tensión y competitividad entre sus jugadores. ¿Otra prueba mental?

Me acuerdo que una vez Estiarte no sabía si iría a un campeonato… Qué tonto, porque yo no soy imbécil. Claro que lo hubiera llevado. Quería que todos tuvieran la cabeza dentro del waterpolo, y eso lo logré.

Podio de Barcelona '92.
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Podio de Barcelona '92.

¿Hizo equipo?

Antes, Estiarte tenía derecho a todo, pero el resto no. Yo quería una unidad, y le ayudé también a cambiar la mentalidad a él. Ni Estiarte ni Messi pueden ganar solos. Estiarte es el mejor de todos los tiempos, pero cuando logró medallas fue gracias al equipo.

¿Cómo empezó usted a entrenar?

Con 21 años ya empecé entrenando a niños y con 27 ya era responsable de un primer equipo. Luego, llegué a España en 1987. Primero, al Atlètic-Barceloneta, luego regresé a mi país y finalmente llegué al Montjuïc. De ahí, a la selección masculina.

En estas piscinas Picornell usted logró la plata en Barcelona '92. Italia ganó aquella final de las tres prórrogas. ¿Se arrepiente de algo?

Los jugadores rindieron cien por cien, jugamos un gran torneo, menos la final. Estuvimos por debajo, pero era normal. Había mucha presión, 11.000 personas y eso debe influir en los jugadores y en mí. Luego, se abrió una discusión grande, sobre si en la última jugada debimos hacer zona y no pressing. Con el tiempo, pienso igual que Estiarte, teníamos que haber hecho zona; yo cambiaría, no soy tonto… Pero con el tiempo es más fácil decirlo. Todos sabemos después de los partidos, pero las decisiones se toman en un segundo.

Salió de forma abrupta de la Selección tras el Europeo de 1993. ¿Le dolió aquello?

Me supo mal, no lo merecía. Hay cosas que hay que entender. He tenido dos o tres oportunidades de volver a España, pero de esta generación que yo llevé muchos se hicieron entrenadores. Y a mí me veían como un peligro, como una competencia… No soy así. Cualquiera puede entrenar bien, pero en la Federación hay gente que me ve con reticencia.

¿Y qué jugadores de su generación le parecen ahora buenos entrenadores?

El que más me gusta es Miki Oca, y además tiene resultados. Y Dani Ballart. Creo que él llegará a ser seleccionador masculino con el tiempo y además ganará medallas.

¿Qué anécdotas recuerda en aquellos tres años y medio tan intensos?

Los partidos de fútbol. Unos se ponían las camisetas del Barcelona y otros del Real Madrid. El mejor de un equipo era Jesús Rollán y del otro Estiarte. Eran partidos con buen nivel. Jesús era un monstruo para todos los deportes. Y luego tengo otra divertida en el hotel de concentración. A mí me gusta el jamón y el queso. Y, antes de las comidas, me ponían para picar un poco de ese embutido. Un día llegaron los jugadores antes y se lo comieron. No les dije nada, pero eso no se puede tocar, por respeto. Ellos comieron, pero cuando llegó el postre les dije que no. Y los eché del restaurante.

Seguro que Pedro García estaría detrás…

Sí, Pedro y Jesús. Pero ellos eran fantásticos. Hicieron grupo. Tenéis que saber que cuando yo llegué había dos bandos, el de Estiarte y el de Jordi Sans. Y ellos se encargaron de unirlos.

Y la importancia de Rollán…

Ha tenido mucho que ver en los éxitos. Es el mejor portero de la historia.